Capítulo 13

431 29 26
                                    

Pasamos dos días viajando en el tren Amtrak, a través de colinas, ríos y mares de trigo ámbar. No nos atacaron ni una vez, pero eso no sirvió para relajarnos, sentía que en cualquier momento alguien, o algo, nos atacará en el más mínimo descuido.

Percy parecía más nervioso que de costumbre, y no lo culpo, en este momento el país lo considera un criminal, está en todos los periódicos de la costa Este. Unos de ellos mostraba una foto de cuando salimos del autobús, su espada perecía un borrón metálico en ella.

De veras estoy preocupada por él, temo que esto lo distraiga lo suficiente para tener algún fallo en la misión, así que intento calmarlo.

-No te preocupes. Los policías son mortales, no podrán encontrarnos.- Creo que soné un poco menos convencida de lo que realmente estoy, porque Percy parecía no creerme. Es cierto que si nos mantenemos en movimiento la policía no logrará encontrarnos, incluso si nos quedamos en un lugar es poco probable, lo que me preocupa son los monstruos. Ellos no descansarán hasta que estemos muertos, esa es mi verdadera preocupación.

El resto del día nos quedamos en el vagón, con todos los sentidos alertas. El dinero de la recompensa por devolver el caniche nos alcanzó sólo para comprar los pasajes hasta Denver. No nos alcazaba para literas, así que dormitábamos en nuestros asientos. Me senté entre Percy y Grover.

Percy habla dormido y Grover no paraba de roncar y balar, por lo que se imaginarán que no dormí mucho aquella noche, de cierta forma es mejor, me sirve para hacer guardia.

Una vez, Grover se revolvió en el asiento y se le salió unos de los pies falsos. Percy y yo tuvimos que volver a ponérselo antes de que alguien se diera cuenta.

-Vale- Le dije luego de ponerle la zapatilla a Grover. -¿quién quiere tu ayuda?-

-Perdona-

-Hace un momento, cuando estabas dormido, murmurabas "no voy a ayudarte". ¿Con quién soñabas?-

Me dijo que se trataba de una especie de foso de donde salía una voz muy tentadora de la oscuridad que le pedía que lo ayudara a salir de la oscuridad, y que se reía al ver que no lo conseguiría. Reflexioné un momento, imaginándome quien podría ser. Hades es muy dudoso, pero no se me ocurre nadie más en estos momentos.

-No parece que se trate de Hades- Dije luego de un rato. -Siempre aparece encima de un trono, y nunca ríe.-

-Me ofreció a mi madre a cambio. ¿Quién más podría hacer eso?-

Tenía razón, pocas criaturas se pueden enfrentar a Hades de esa forma, obrar en contra de su voluntad.

-Supongo... pero si lo que quería es que lo ayudaras a salir del inframundo, si lo que busca es desatar un guerra contra los Olímpicos, ¿por qué te pide que le lleves el rayo maestro si ya lo tiene?-

Negó con la cabeza.

Me imagino que debe estar pensando en el ataque de las Furias, o por lo menos debería, porque, ¿que tal si lo que estaban buscando no era a Percy? , ¿que tal si ellas venían tras el rayo maestro de Zeus?, ¿que tal si no lo tiene Hades?, si alguna de esta preguntas no tiene una respuesta adecueada, volveremos al campamento con una misión fallida, porque ese es el objetivo de la misión, encontrar el rayo y devolverlo a Zeus, entonces si no esta en el inframundo, no lograremos completarla y no podremos detener esta guerra.

-Percy, no puedes hacer un trato con Hades. Ya lo sabes, ¿verdad? Es un mentiroso, no tiene corazón y si mucha avaricia. No me importa que sus Benévolas no se mostraron tan agresivas esta vez...-

-¿Esta vez? ¿Quieres decir que ya te habías topado con ellas antes?-

"Si" pensé. "Me topé con ellas antes de llegar al campamento, antes de perder a Thalia.

El Ladrón del Rayo.  Desde Annabeth Chase. (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora