Capítulo 20

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Estaba sentado en la sala de espera, temblando como si estuviera en mitad de una tormenta en invierno. Sin embargo, mis temblores nada que ver tenían con el frío. Me sentía sólo, aturdido, como en una bola de cristal que habías agitado demasiado fuerte y se veía demasiado borroso.

Todos nuestros compañeros y también Sol Daystar, se encontraban allí junto con el entrenador Evans, que estaba contactando con la madre de Gabriel para avisarle de lo que había pasado. Pero ¿qué había pasado? Ni siquiera había visto como había caído en el campo, solo pude escuchar la caída y fue cuando reaccioné. Me sentía culpable por haberme separado de su lado, y como consecuencia, ahora no sabía si ponerme a correr y maldecir por todo el hospital, o manterme sereno y demostrar que la situación no debía ser para tanto.

-¿Familiares de Gabriel?- preguntó el doctor al salir, con unos papeles en la mano.

-¿Cómo está?- pregunté dando un salto y volviendo a la realidad.

-Ha despertado, pueden entrar a verle, está bastante estable.

Corrí hacia la habitación y no esperé que nadie me siguiera, sabía que lo harían de todos modos. Entré en la habitación como una exhalación y se me saltaron las lágrimas al verle en la cama de hospital.

-Riccardo- susurró con una sonrisa-, sé que lo que voy a decir ahora es lo que se suele decir en las pelis, pero ¿qué es lo que ha pasado?

Me puse a su lado y sonreí con tristeza y alegría a la vez. Los chicos entraron unos segundos después, todos más traqnuilos al ver a Gabi despierto y sonriente.

-Te... desmayaste en el campo, creo.

-¿Ah si?- miró al entrenador con el ceño fruncido y después bajó la mirada-. Creo que llevaba razón, entrenador, no podía seguir.

-Menos mal que estás bien- dijo éste con un suspiro.

-No te desanimes, has jugado muy bien durante la primera parte, y has parado a Apolo- intervino Sol-. Este empate ha válido más que cualquier victoria.

-Nos alegramos de que tan solo haya sido un susto- dijo Adè con una de sus típicas sonrisas-, menos mal que estás bien.

-Sí, porque sino te sentirías culpable por poner la foto de grupo ¿no?- Gabi se rió y todos le acompañamos.

-Sí- contestó Adè.

Después de unos minutos todos se fueron. Gabi dio las gracias porque todos se hubieran preocupado por él. Adè comentó que sería mejor dejarnos a solas, Gabi se ruborizó al escucharlo y yo sonreí cuando vi el color rosado de sus mejillas. Ahora parecía él de verdad, no el chico pálido que estaba jugando el partido sin poder dar lo máximo de sí mismo. Parecía menos frágil.

-Riccardo ¿tienes que ensayar para el solo de piano?- preguntó mientras me acariciaba la palma de la mano.

-No te preocupes por eso, me voy a quedar contigo.

-Ya, pero tienes que estudiar para los exámenes que se te han quedado atrasados.

-¿Por qué estás tan preocupado? ¿No quieres que me quede?

-Sí- asintió-, pero me preocupa que descuides las cosas que diariamente haces solo por mí.

-Si no lo hago por ti ¿por quién voy a hacerlo?

Sonrió de medio lado y siguió acariciando mi mano. Me sentía contento por verle tan bien, tan tranquilo.

Un rato después llegaron sus padres, preocupados, y muy nerviosos. Sabían lo que le había ocurrido, supongo que el doctor y el entrenador les habría explicado que... Bueno, yo no sabía qué era exactamente lo que ocurría, solo sabía que su desmayo le había afectado y que los médicos habían decidido dejarle allí todo el día. No entendía nada, ni si era grave o si no, pero me dejaba llevar porque lo que veía era el Gabi que siempre era.

***

Una vez salió del hospital, no volvió a mostrar los mismos síntomas que había visto el día del partido contra el instituto Universal. Había mejorado, si es que le ocurría algo, y ahora no se le veía mal nunca. Ahora parecía cuidadoso, como si no quisiera que se repitiera y solo por precaución, jugara con más cuidado.

Los días pasaban y todo iba bien. Los padres de Gabriel estaban contentos con que estuviésemos juntos, decían que yo era lo suficientemente maduro como para cuidar de su hijo y que nuestra amistad siempre había sido muy fuerte. Los míos seguían igual de antipáticos y testarudos. Gabi y yo volvimos a la rutina de siempre. Yo tocaba el piano, ahora con el fin de ensayar algo que hacía bien, y Gabi escuchaba o hacía cualquier otra cosa. Preferimos dejar de quedarnos en casa del otro par dormir para más tarde, y ambos notábamos la ausencia de otro los viernes y los sábados por la noche. Y ese, posiblemente, había sido el único cambio en la rutina.

Con los días, hacíamos la cuenta atrás para irnos a Hokkaido. Y mientras tanto, Gabi insistía en que cada día fuéramos a un sitio juntos. Un día íbamos a nuestro lago, otro al parque, sino a comer helado. Me acostumbré a ello, y si no estábamos en mi casa estudiando o haciendo lo que fuera, estábamos en uno de esos lugares.

Gabriel mostraba siempre su sonrisa, como si el problema que había tenido durante los días posteriores a mi vuelta hubiesen desaparecido. Me gustó la idea de que su humor hubiera vuelto con más fuerza que nunca.

Así que un mes y una semana desde mi vuelta a Inazuma, cogimos el tren hacia Hokkaido. No me despedí de mis padres, pero acepté un abrazo de Suzette y de los padres de Gabi. Solo me importaba los tres días que pasaríamos en Hokkaido juntos, en un lugar especial para nosotros solos. Así que le sujeté de la mano con fuerza mientras mirábamos como la ciudad quedaba atrás, me sentía seguro de mí mismo, y Gabi confiaba plenamente en mí, en que el solo sería perfecto. Yo solo tenía en mente que él iba a estar a mi lado, que era, ni más ni menos, que lo que más me importaba.

***
Gracias por seguir mi fic :'3

Bueno, como siempre, votitos y coments, que me hacen muy feliz ewe Nos vemos en el próximo cap, se despide la autora (^3^)

Marie~

Mon Amour | Inazuma ElevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora