Después de eso, decidí que debía hacerlo. Gabriel había dicho algo totalmente cierto, no había escuchado ninguna petición formar, sobre todo, porque no se lo había dicho.
Me acerqué a él con el rostro fijo en su mirada. Se había quedado delante de la gran ventana de mi habitación. Le cogí las manos con delicadeza y le invité a seguirme. Confundido, siguió mi paso, y juntos, volvimos a sentarnos en el mismo lugar que estábamos antes, en la banca del piano. Sólo que nos sentamos como nadie suele hacerlo, de frente, y con las piernas abiertas, de modo que el piano quedaba a nuestra izquierda. Era imposible tocar así, pero, de todos modos, no estaba ahí para tocar.-Gabriel- susurré, pero fue demasiado bajo, no sonaba seguro de mí mismo.
¿Por qué demonios tenía que ser tan complicado hacer algo que parecía tan sencillo? Empezó a reír, haciendo que mi corazón palpitara con más fuerza y un color carmesí cubriera mis mejillas.
-¿Por qué cuando te pones nervioso siempre me llamas Gabriel?- preguntó al fin con una sonrisa, pero era de comprensión-. Mira.
Cogió mi mano y la llevó a su pecho, posándola en su lado izquierdo, donde, para mi sorpresa, latía un corazón desenfrenado, haciéndo que mi mano vibrase con fuerza.
-Yo también estoy nervioso, Riccardo- susurró con voz serena-. No creas que eres el único.
Eso no logró hacer que mi corazón detuviese su ritmo, pero sí hizo que su fuerza aumentase y me sintiese aún más feliz. Si su corazón latía así, era otra prueba más de que ese sentimiento tan extraño manaba de ambos, y cada vez con más fuerza, intensificándose a cada segundo.
-Gabi, ¿quieres ser mi novio?- pregunté con indecisión.
-Ya sabes que sí- contestó.
Ambos nos echamos a reír y acabamos chocándonos con la cabeza. Hicimos un gesto de dolor y seguimos riendo viendo la cara del otro.
***
El sol se estaba poniendo y Gabriel seguía sentado a mi lado, escuchando de cerca lo que tocaba al piano, ya que ahora me había colocado bien para tocar. La luz del atardecer nos iluminaba a ambos con su exquisita hermosura, que disminuía al lado de la persona que estaba escuchando mi melodía, palidecía en comparación a la luz que éste emanaba. Y, mientras tocaba la melodía, sentía como la cercanía de Gabriel y su olor a cerezas y nubes, era capaz de aturdir mi sentido del olfato con su dulce y delicada armonía. ¿Cómo era una persona capaz de oler tan bien? Era agradable y sutil, como cuando hueles una manzana recién mordida, era embriagadora, como el mordisco a una cereza, era suave como las nubes esponjosas que se alineaban en el horizonte... Era simplemente indescriptible, las palabras no son capaz de expresar ese olor.
Se mantenía a mi lado sentado, con la mirada perdida pero concentrado en la música. Y de pronto, ambos nos sobresalíamos al oír unos toques en la puerta.
-Entre- dije con voz seria.
-Buenas señorito Gabriel- le dijo Suzette, una de las sirvientas que más tiempo llevaba trabajando con nosotros, a Gabi, antes de mirarme a mí-. Señorito Riccardo, siento interrumpirle, pero sus padres acaban de llegar y dentro de poco se iniciará la cena. Vendré a avisarles, disculpenme- dijo antes de retirarse.
Me dejé caer sobre las teclas con un quejido, cosa que hacía siempre para darles la bienvenida a mis padres. Ellos sabían que esos acordes sin sentido eran obra mía, y sonaba con distinta intensidad dependiendo del día. Dejé que sonaran varios instantes para que fueran capaces de oírlo y darse cuenta de que ellos eran los que provocaban que me sintiese así, me retumbaron en los oídos y quise rechinar los dientes, pero esperé. La mano de Gabi pasó por mi espalda e hizo que me levantase para mirarle.
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Mon Amour | Inazuma Eleven
Fanfiction•Fanfiction Inazuma Eleven/Yaoi• "Mon amour, palabras que hacían que mi corazón se desbocase. La felicidad era tan frágil como la persona que susurraba esas palabras en mi oído. Mi apoyo, por él podía seguir en pié cada día, la razón por l...