Estar encerrada en esa especie de caja, en una total oscuridad, con tres personas más y sin saber por qué, no me proporcionaba una sensación muy agradable.
Estuvimos un largo rato en silencio, atentos a lo que se escuchaba fuera por si teníamos la oportunidad de escapar o al menos averiguar nuestro paradero.
-Esto es jodidamente desquiciante--dijo Álex--no sé si os habéis dado cuenta, pero estamos en un avión.
Aquello me produjo un agobio tan grande que mi respiración empezó a acelerarse y no podía tranquilizarme. Los aviones siempre me han dado pánico, y añadido a la situación, no pude controlarme.
-Eh, cálmate, por favor. Respira, tranquila--Mar fue muy amable conmigo, a pesar de no conocerme. Conseguí calmarme, y entonces hubo un movimiento brusco que nos hizo caer a todos en el mismo lugar. Y sin querer, acabé entre los brazos del chico.
-Vaya, una damisela en apuros se arroja a mis brazos y no puedo admirar su belleza por culpa de esta maldita oscuridad--me dijo riéndose.
Me sonrojé, y di gracias a esa "maldita oscuridad", sin ella, él se habría reído más al ver mi cara.
Se escucharon voces en el exterior, y la caja empezó a moverse. Nadie dijo nada, estábamos asustados e intrigados a la vez.
Después de un buen rato en movimiento, paramos. Y se abrió la caja.
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