Capítulo 1 (Página 5)

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Un dolor insoportable recorrió cada rincón de su cuerpo. Un latigazo dado en su pierna había borrado como por arte de magia su aspecto de su lista de preocupaciones.

Su cuerpo ya había sufrido en demasía, lleno de contusiones provocadas por las salvajes palizas que le eran propinadas a diario por los Guardianes, unos seres que parecían tener a su cargo la mision de esparcir el odio por Ingerdi, haciendo del sufrimiento y del dolor de los reclusos su diabólica forma de socializar con ellos. "¿Por qué a mí?"

Sin embargo, y a pesar de todo, Kite poseía una gran virtud: una mentalidad férrea como el acero. Un grupo de simples Guardianes no iba a poder contra él. Su cuerpo podía parecer débil y sin fuerzas para luchar, pero su mente permanecía inalterable, llena de agudeza y de una lucidez por encima del promedio que habían sorprendido a su padre, que veía en él más que a su hijo, a un gran aliado en su lucha contra la Hermandad del Eterno, un movimiento comandado por un tirano llamado Jerreth Kadlow, quién había tomado por la fuerza las riendas de la gobernación en Ánpidelle, sumiéndola en una oscuridad infinita que parecía interminable y poco reacia a desaparecer algún día.

A pesar de su agilidad mental y su capacidad innata de sobreponerse a la adversidad, había un hecho en la vida de Kite que lo había dejado a la deriva y con fuerzas casi inexistentes para sobrellevarlo. Lo que había sucedido ese fatídico día lo había marcado profundamente, tocando las fibras más profundas y sensibles de su memoria cuando cobraba vida en sus recuerdos. 

El secuestro de su padre, Rossend Rowen a manos de Kadlow, lo había sumido en un estado de profunda desesperación y, habiendo ya perdido el deseo y la motivación de salir adelante en la vida, se mantenía en la misma a base de pequeños hurtos en puestos de mercaderes sirelinos.

Sabía que había tocado fondo, llegando al punto de robar pertenencias hasta a las personas más afines a las ideas revolucionarias de su padre y que, por tanto, ocupaban el escalón más alto de su lista de amistades. "Donde quiera que estés, padre, espero que me perdones" solía repetir maquinalmente y sin remordimientos justo antes de cometer la fechoría.

Sintió un profundo desprecio por ello. "Quizás si merezco todo esto" pensó para sus adentros.

Jamás volvería a ver a Rossend y eso le dolía en el alma. No había orgullo en admitir que el no había hecho nada para evitar que lo secuestraran, sino todo lo contrario.

Un golpe certero asestado de lleno sobre su espalda lo devolvió nuevamente a la realidad. Kite protegió su cabeza para amortiguar lo que sabía que vendría. Parecían mil los hombres que arremetían contra él en sucesivos latigazos llenos de odio hacia su carne. El chasquido que emitían al desenrollarse precedía con perfección al dolor quemante y a las profundas heridas que en su piel se formaban.

Al finalizar con el cruento acto, le colocaron unas ajustadas esposas en sus muñecas y tobillos, al tiempo que, con sus últimos bríos, se preparaba para lo que sería el comienzo de un nuevo interrogatorio,y con ello una innumerable serie de preguntas sobre el Ejército del Alba, un grupo revolucionario creado por su padre con el objetivo de derrocar a Kadlow y que en ese momento tenía a Sir Lardorian como principal líder y estandarte.

Kite no solía inmiscuirse en los asuntos de su padre; es mas, hasta sentía algo de vergüenza sobre ello, pero los Guardianes de Ingerdi, por supuesto, no creían lo mismo. Hacían oídos sordos a la verdad que salía todos los días de la boca del joven. No podían creer que su inteligencia no les hubiera, al menos de momento, sido útil en la elaboración de alguna estrategia.

Éxodo De LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora