Capítulo 3 (Página 15)

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Su mundo se vino abajo en un instante al ver que sus manos no podían abrazar a su padre. Un intenso frío lo invadió al intentar tocarlo.

La figura fantasmal que tenía enfrente le sonrió socarronamente. Una luz negra comenzó a iluminarla y luego comenzó a emitir un destello que cegó a Kite.

Rossend había desaparecido. Su figura se había esfumado suavemente formando finas volutas de polvo que desaparecieron formando un remolino en la inmensidad de la arena.

¿Acaso su sueño había sido una premonición que había anticipado de manera cruel lo que sucedería?

"Ellos encontraron tu punto débil y lo utilizarán una vez más"

Las palabras de Balathid calaron hondo en su memoria. A eso se refería el anciano, si es que era real.

Kite sintió que el alma se marchaba con aquella Ilusión. Ver que su padre no estaba allí había sido más de lo que él podía soportar. Ya no había nada que pudiera hacer. Había caído.

La multitud estalló en un mar de risas, las cuales retumbaron y se hicieron oír con resuello aún en la magnificencia de aquel colosal escenario.

-Mátalo,Tréyard- gritó Lasinder con autoridad para hacerse oír entre medio de la muchedumbre. Ya había visto lo que necesitaba ver. La humillación de Kite era todo lo que merecía por ocultar información sobre su padre.

El Sombrío desapareció, dejando una estela negra tras de sí. En una décima de segundo reapareció al lado de Kite, listo para acatar las órdenes de su señor.

El recuerdo de lo que le había contado Rossend sobre el Ejército tomó forma en la mente de Kite. Un secreto que solo se le había confiado a él y que ninguno de los demás integrantes del Ejército Del Alba sabía.

Tenía algo que ocultar, y ese secreto era de una importancia vital para el Imperio. Su muerte, sumada a la de su padre lo enterrarían para siempre.

Esperó inmóvil y en silencio el castigo por su atrevimiento, un sortilegio mortal que diera fin de una vez por todas a su existencia, ya no tan insignificante como él suponía.

-¿Lo de siempre, jefe?

-Sorpréndeme.

Kite cerró los ojos. Ya casi podía sentir los brazos de su verdadero padre abrazándolo. Quizás Balathid también haya sido una Ilusión, una broma de aquellos seres sin rastros de humanidad con el simple fin de hacerle creer, por un maravilloso segundo, que sería alguien importante para el futuro de Ánpidelle.

No era posible, había tocado al anciano. El mar de sensaciones que lo habían embriagado no podía ser falso. Esa energía llena de vitalidad no podía serlo.

El Sombrío a su lado comenzó a murmurar unas palabras ininteligibles. A cada palabra que pronunciaba, los ojos de Kite comenzaban a cerrarse. Ya sabía que sería para siempre.

La muerte derrotaba otra vez a la vida. Sus ojos finalmente se cerraron...

-No debo matarlo, señor.

Sus ojos volvieron a abrirse. Kite no podía creer lo que estaba escuchando. Un velo de esperanza se alzó sobre sus pies con aquellas palabras.

-¿Cómo osas decirme eso? bramó Lasinder con furia- La frustración de no poder matar a Kite lo exasperaba aún más de lo que ya se sentía.

-El muchacho está en lo cierto, jefe. Tiene una Llave Dorada.

Lasinder palideció. Sabía lo que eso significaba. Kite Rowen era uno de los integrantes del Gran Éxodo. Pero no iba a dejar que Kite lo supiera.

Kite sacó la llave de su mano. Si tenía que darles esa llave a cambio de su libertad, lo haría sin miramientos. La Profecía del Noctámbulo resultaba tentadora a la luz de lo ocurrido, pero el destino de Ánpidelle no se escribiría entre barrotes.

-Tómala- ordenó Lasinder.

Tréyard dudó unos instantes. Kite no podía ver su rostro, pero si lo pudiese ver, habría notado una gota de sudor frío que recorría la frente del Sombrío.

El Sombrío intentó tomar la llave de las manos de Kite. Apenas la tuvo en las suyas, la soltó, dejando escapar un agudo alarido. Al tocarla sus dedos se habían quemado, dejándolos ennegrecidos y llenos de pequeñas pústulas. La llave cayó sobre la arena, a unos metros del que parecía ser su legítimo dueño.


Éxodo De LobosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora