Corazones Rotos.

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A pesar de sus fuertes brazos que estaban aferrados a su cintura consiguió girarse y mirarle a la cara.

El agua de la ducha caía en sobre su cabeza haciendo que su pelo pareciera más negro de lo que en realidad era. Sinceramente tenía un aspecto tremendamente sexy y estaba para comérselo pero ella tenía que pensar con la cabeza fría y dejarse de boberías de adolescentes.

—¿Qué demonios haces tú en mi ducha? —Pregunto cuando por fin había conseguido ordenar sus ideas.

—Sh. —Siseo él tomándola por la cintura y pegándola a su pecho. —Solo siente.

—No quiero sentir Noah —dijo con la voz quebrada —quiero que te vayas, que salgas de la ducha y de mi vida de una vez. No te quiero en mi vida.

—Pero estoy en ella y lo sabes. Tú también estas en mi vida.

—No quiero escucharte. No quiero tus mentiras. —Dijo justo antes de cortar el agua y salir de la ducha pasando por su lado.

—No te estoy mintiendo Sarah. —Él también salió de la ducha y se acercó a ella por detrás. Ella había aprovechado los segundos que él se había quedado en la ducha para cubrir su cuerpo desnudo con una gran toalla verde. —Es cierto. Te has metido en mi cabeza y no puedo sacarte.

—Y, ¿por qué me he metido en tu cabeza Noah? Yo no he hecho nada. Es por esto, ¿verdad? —Pregunto con sorna descubriendo su cuerpo y mostrando su desnudez. Los ojos del chico recorrieron cada una de sus curvas en silencio. —Yo no soy como tú, Noah. —Volvió a tapar su cuerpo y salió del baño seguida por él.

¿Por qué no se iba de una vez y la dejaba en paz? Lo único que deseaba era vestirse en paz y tranquilidad fuera de la presencia de Noah pero parecía que él no pretendía hacerlo.

Su cuerpo temblaba de anticipación. En el fondo quería que la tocase. Que recorriese su cuerpo con sus manos. Que la rodease con sus fuertes brazos y la pegase a su pecho. Que la besase hasta dejarla sin aliento y desorientada pero no podía permitirse ser débil delante de Noah.

Se dio la vuelta aferrando la toalla a su pecho para que no se le cayese.

—Quiero que te vayas. Que te vayas y me dejes Noah. —Dijo ella con la voz quebrada. —No ves que no te quiero tener cerca. —En lugar de cumplir con la petición de Sarah, de irse y alejarse de ella, Noah se acercó y quito sus manos de su pecho para agarrarlas con las suyas.

—Mírame Sarah. —Pidió Noah consiguiendo que Sarah levantase la cabeza de inmediato. —Tú lo deseas Sarah, tu cuerpo lo quiere. —Una de sus grandes manos viajo a su cara y la acarició con ternura. La fina cara de Sarah se pegó a la mano de Noah y cerró los ojos disfrutando de la leve caricia. —No le niegues esto Sarah. —Declaro justo antes de atraparle los labios en un beso posesivo.

La lengua de Noah pidió permiso para adentrarse en su cavidad bucal pero Sarah no se le concedió, al contrario apretó los labios con fuerza. Al ver que ella no cedía Noah aferro una de sus manos a su cintura y la otra la llevo a su trasero para apretarle consiguiendo de esa manera que ella accediera.

—Es decir que le has hecho creer a la pobre feíta que te has enamorado locamente de ella cuando, ¿no es cierto? —Pregunto Bobby, mejor amigo de Noah.

Noah soltó una carcajada como pudo debido a su borrachera y asintió con la cabeza.

—¿No es genial? —Interrogo Noah con una gran sonrisa.

Esa gran sonrisa que a ella le destrozo el corazón. No había significado nada para Noah, más que un pasatiempo. Se había burlado de aquella niña con aparato y gafas pero no se iba a burlar de la mujer que era ahora.

Las cosas cambian. (MCLVB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora