Huir.

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Noah se dio la vuelta y se acercó a su familia. A su rostro acudió una sonrisa insegura por si le seguían riñendo pero fue todo lo contrario. Lana se acercó a él y le abrazó fuertemente.

—Nos has dado un buen susto. La próxima vez ten más cuidado. —Noah también la abrazó y apoyó la cabeza en su hombro.

Eso es justo lo que necesitaba en esos momentos. Estar entre los brazos de lo que más parecido tenía a una madre. Las lágrimas se desbordaron por su rostro y se aferró más a Lana.

—Gracias. —Dijo en un susurro.

—A veces se me olvida que eres un niño en el cuerpo de un adulto. —Se separó de él y pasó su mano por su cara para quitar los rastros de las lágrimas. —Brooke ya está mejor. ¿Quieres verla? —Asintió con la cabeza y caminó a la habitación de Brooke.

Los días comenzaron a pasar y Brooke ya se encontraba mejor. Noah y Sarah todavía no habían hablado pero ninguno de los dos tenía la intención de hacerlo.

Sabían lo que implicaba hablar del pasado. Dolor. Mucho dolor y no querían eso, los dos estaban cansados de sufrir. También sabían que la solución no era huir pero a veces lo mejor era huir de las cosas que nos hacen daño aunque eso no sea lo correcto.

Dejó a Brooke en la cuna del hospital y se giró al oír unos suaves golpes en la puerta.

—Espero no molestar. —Dijo Andrea entrando por la puerta. —Me enteré que tu sobrina estaba en el hospital y sabía que te iba a encontrar aquí. Toma. Le he traído un regalo. —Le extendió el paquete y Noah lo cogió de su mano algo confundido. —No es mucho pero me gusto.

—No esperaba volver a verte sinceramente. —Confesó él abriendo el regalo y sacando el oso de peluche de la pequeña cajita.

—¿Por qué pensaste eso? —Preguntó ella acercándose a la cuna para ver a la pequeña.

—Como no me has llamado en estos días comencé a sacar conclusiones...

—Es muy guapa. —Dijo ella refiriéndose a la niña.

—Es imposible que sea fea teniendo en cuenta que todos somos guapos. —La chica soltó una carcajada y él hizo lo mismo.

—Creído. —Su mano impactó contra el brazo del chico propinándole un suave golpecito.

—Me alegra que estés aquí.

—¿De verdad?

—Si.

—Bueno a mí también pero no me puedo quedar mucho.

—¿Por qué? ¿Algún novio celoso?

—No. No tengo novio. Mi madre empieza a trabajar a las tres y me tengo que quedar con mis hermanos pequeños, no todos somos inmensamente ricos y nos podemos permitir una niñera.

—No me metas a mí entre los ricos. La rica es mi hermana. Yo estoy intentando abrirme paso.

—Tu cuñado es rico, pídele ayuda. —Sugirió ella girándose y dejando de observar a la niña.

—Quiero abrirme paso en este mundo sin ayuda de nadie como hizo Logan. Si él lo consiguió yo también voy a poder hacerlo.

—Me tengo que ir. —Dijo la chica. —Prometo que esta vez te llamaré.

—Si no lo haces estaré aquí.

—Descansa tienes unas ojeras espantosas. Los mapaches son más guapos que tú.

—No me había maquillado lo suficiente. —Andrea le propinó otro golpe en el brazo y él soltó una carcajada. —Ve con cuidado y procura no atropellar a nadie más. —Se ganó otro golpe y esta vez fingió encogerse. —¡Qué daño! —La chica negó con la cabeza y sonrió.

Las cosas cambian. (MCLVB)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora