Capítulo Nueve

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Pensar a veces pensar me tranquiliza. Estoy exhausto. Es un poco estresante saber que tienes que buscar entre muchísimos papeles con la esperanza de encontrar algo que sea como una nota suicida. Mis ideas van y vienen solamente sobre esa cosa. El qué dirá o el por qué lo hizo, son apenas el inicio de una larga cadena de preguntas.

Me siento un poco triste, aunque sea normal. Siento de repente ese deseo de pensar en el suicidio, pero no lo haré. Quiero ser alguien de palabra, en quien se pueda confiar cuando hace una promesa, y si la persona a quien se lo prometí está muerta, no importa, una promesa es una promesa y se debe de cumplir.

Miro al techo de mi habitación y aunque ahora esté mi cuarto lleno de cajas con cosas ajenas, mi cuarto se percibe vacío. Es como si todo estuviera a punto de derrumbarse de nuevo. Que la batalla la pierda finalmente y mi vida se arruine.

Esta noche como todas las demás tengo un poco de miedo. Las pesadillas no se van. Durante el día no pienso en ellas, ni en que las noches son forzosas, intento distraerme para ver si así consigo mejorar. Eso no pasa.

—¿Se puede? —Ladeo la cabeza y veo a mi hermana en la puerta.

—Sí. Pasa.

Camina hasta mi cama. Yo me siento y cruzo las piernas sobre el colchón y ella se sienta en el borde del mismo.

Me mira un poco inexpresiva. Le devuelvo la mirada y luego me sonríe nerviosamente.

—¿Cómo estás? —Pregunta.

—Bien. Al menos aun no me duermo. Ya sabes, lo común.

—Ya veo. ¿Dónde estuviste esta tarde?

—Con Lu. ¿Por qué?

—Sí, ya sé con ella. ¿Pero en dónde?

—Hummm...

—Dime. Me he aburrido todo el día en casa. Necesito saber de cosas distintas a estar encerrada aquí.

—Es secreto. No puedo decirte. ¿Por qué no sales? Aparte creí que regresarías a China.

—No. No volveré. No es bonito vivir sola allá. ¿Cuéntame algo? ¿Ya es tu novia?

—Mi novia ¿Quién? —Le lanzo una mirada asesina.

—Lu. ¿No te gusta?

La miro incrédulo. Lu ¿mi novia? Nunca la he visto con otros ojos que no sean de amistad. Ella es mi amiga, no otra cosa. Eso creo que es lo que siento. A veces los sentimientos son traicioneros.

—Ella es guapa, y tal, pero no la he visto como una novia. ¿Por qué preguntas?

—Nada más. Tengo curiosidad.

Me reacomodo en la cama y miro al techo. Bianca se acuesta sobre mis piernas y permanece en silencio. Espero que tenga algo que contarme ella a mí, o bueno que al menos se quede aquí conmigo.

—¿Tú tienes algo que contarme? —pregunto.

—Sí. Terminé de leer tu libro "el gordito". Creo que tienes que saber algo con respecto a él.

—Lo he leído tres veces. No creo que se me haya escapado algo.

—No me refería a eso. Es que... —al fondo el sonido del timbre de la casa la interrumpe. Hay alguien en la puerta.

Bianca dirige su mirada a la puerta de mi habitación, se puso nerviosa.

—¿Y entonces? —inquiero.

Tal vez no sea importante lo que me quiere decir. Así lo podrá hacer después. Se sienta sobre la cama y me mira. A veces quisiera ser el niño que era antes y poder jugar con ella, pero ya no lo soy.

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⏰ Última actualización: Oct 27, 2015 ⏰

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