CAPÍTULO 3

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@AbrilBensler por ser la primera en votar en el capítulo anterior seras quien reciba mis mas sinceras "GRACIAS", gracias por leer, gracias por comentar, gracias por votar y sobre todo gracias por esperar cada día y con paciencia (esto es por si algún día me retraso) a que suba un nuevo capitulo.

-Zoey, ¿por qué no vas a sentarte a esa silla de allí? -le pidió Kate. La niña asintió con un movimiento de cabeza y caminó hasta el lugar que le había indicado su amiga.

-¿Qué ha pasado? -preguntó, colocando ambas manos en su cintura, una a cada lado.

-Al parecer, el caballo se descontroló y no supo manejarlo. Cayó hacia atrás, golpeándose la espalda y la cabeza. Estaba inconsciente cuando se lo llevaron.

-Oh, Dios -Se pasó la mano por la frente. -¿Se sabe algo? -inquirió, preocupada. Suspirando.

Movió la cabeza de lado a lado. -No, tu padre se ha ido en la ambulancia con él y tu madre los ha seguido con el coche.

-¿Ian? -preguntó, acordándose de que el niño iba con Hannah y Rick.

-Por suerte, iba con Hannah, así que él está bien. Pero, muy asustado.

-¿Dónde está? -paseó sus ojos a su alrededor, buscando al pequeño.

-Después de que no lo dejaran montarse en la ambulancia, salió corriendo y se encerró en su habitación. -Kate hizo una mueca con los labios. -Según sé, no ha dejado de llorar llamando a su padre y no quiere hablar con nadie.

XXX

Beckett abrió la puerta despacio. Mirando con atención cada fragmento de la habitación que iba quedando al descubierto.

-Hey -lo saludó, acercándose lentamente hasta la esquina donde estaba sentado. Rodeando a sus piernas con sus pequeños bracitos.

Kate se sentó a su vera, apoyando su espalda a la pared. El niño, que seguía llorando, sollozó audiblemente cuando su visitante acarició su pelo.

Durante unos minutos, Ian siguió llorando acompañado del silencio de Kate que rozaba su espalda y su cabeza.

Se mordió el labio inferior con impotencia, quisiera tener las palabras exactas para ayudar a ese desolado niño, pero no. No las tenía. Ni sabía qué decirle para que, al menos, dejase de llorar.

-¿Sabes la historia de Carlo? -Le preguntó con dulzura. El pequeño no se movió, siguió gimoteando, sin levantar la cara de su escondite. Kate, lo miró e inspiró hondo. Acarició detrás de su oreja, dándose cuenta de que, eso, lo relajaba.

-Carlo era un niño que tenía siete años. Vivía con su padre y con su hermana en una pequeña casita de madera cerca del río. Carlo siempre estaba jugando al futbol, le encantaba darle patadas a una pelota. ¿Te gusta jugar al fútbol, Ian? -le preguntó, retirándole el flequillo pegado por el sudor de la frente.

-Sí -contestó en un sollozo. Levantando por fin su rostro de sus piernas, dejando ver sus irritados e hinchados ojos azules por el llanto. -Me... me gusta... mucho -hipó.

Kate pasó su dedo pulgar por una de las cejas del niño.

-¿Y sabes qué más le gustaba a Carlo hacer? -inquirió, con un tono animado para intentar transmitírselo al pequeño.

Ian negó agitadamente con un movimiento de cabeza.

-No, ¿qué? -curioseó.

-Le encantaba dar paseos a caballo con su papá -respondió en un tono de voz bajo, como si fuese un secreto solo entre el niño y ella.

¿O si no que?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora