6. Desaparecido

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"Hoy pude ir hasta Disneyland por primera vez desde lo ocurrido.

Pasaron un par de meses para poder tener todo planeado. La seguridad en ese parque era "muy alta". Já. Claro. Por eso mi hijo murió ahí.

Así es la "seguridad" en esta vida. Sólo se preocupa por las personas más "valiosas", dejando desplazados al resto. Y por eso existe la delincuencia, las muertes.

Fui hasta la oficina principal del lugar, que se encontraba un poco oculta en el gran parque. Por suerte me había aprendido la estructura del lugar de memoria. Podría recorrerlo como si fuera mi casa.

El hijo de Walt Disney era el actual dueño del parque.

Me divertí tanto yendo a su oficina y quitándole la vida por asfixia.

Él era el culpable. Él se encarga de todo, y eso incluye la seguridad en las atracciones, cuya deficiencia le quitó la vida a mi pequeño.

Al día siguiente la noticia se encontraba por todos lados. Disney estuvo de luto por un mes, y el mundo también.

Mientras tanto, yo me emborraché hasta perder el conocimiento para celebrar.

Ahora, venía el siguiente paso. Debía armar una gran, directa burla al parque. Será genial.

Sólo necesito tenerlo todo planeado. Te haré justicia, hijo. Ya lo verás."

Justin y yo nos habíamos desvelado leyendo el diario de Peter Foster.

La manera en la cual el cerebro de este hombre funcionaba era macabra y escalofriante. Aquello me llamaba bastante la atención, ¿Qué pensaría el mundo si se enterara de este secreto? Sería una noticia de repercusiones masivas, tendría documentales, películas.

Pero nada podría ser posible sin tener este diario, pues no es un secreto para nadie que él no daría declaraciones de lo sucedido, incluso si se encontrara tras las rejas.

-Tengo muchas notas que sacar sobre este diario, ¿te importaría si me quedara con él hoy? Deberías ir a dormir, Amity, ya son las once de la noche.

-Cierto- Asiento, levantándome y tomando mi abrigo, haciéndole caso. He sentido mis ojos más pesados desde hace ya una hora -. Uhm... ¿Justin?

-¿Sí?

-¿Te importaría si mandas a uno de tus seguratas a custodiar mi suite? Después de lo que pasó con Kennedy...

-Ahí estarán en menos de cinco minutos. Se lo aseguro.

-Muchas gracias.

Por primera vez, me despedí de él de un abrazo y salí de su departamento para caminar hasta el mío. Resulta ser, que llegué al mismo tiempo que los hombres que Justin envió para cuidar de mí.

Bien, eso sí que era rápido.

-Buenas noches, ustedes deben ser los guardias de seguridad- Miro a las placas en sus camisas, con sus nombres: Scott y David -. Muchas gracias por hacer esto- Les digo.

-No las de, señorita. Es nuestro trabajo.

-Si necesitan algo, pueden decirme.

Quizás eso debían decirme ellos a mí, pero no le di importancia y entré al departamento. Por Dios, soy una reportera, ¿Cuándo había tenido gente escoltándome? Nunca.

Dejé mi cartera y abrigo en el sofá. Me di una ducha, y me preparé para dormir.

No voy a mentir, sentía ojos mirándome todo el tiempo. Incluso chequeé si las puertas y ventanas estaban bloqueadas tres veces.

Terminé por entrar en la cama, metiéndome bajo las sábanas y tratando de bloquear de mi mente todo lo sucedido para tener un sueño placentero.

Pero fue imposible. Así que terminé por pensar en Peter Foster y su maquiavélico diario hasta quedarme dormida.

[...]

Desperté bastante temprano al día siguiente, agradecida de no haber tenido alguna horrenda pesadilla.

Debía reunirme con Justin para ir a visitar juntos a mi hermana, ya que así lo acordamos la noche anterior.

Hice mi rutina diaria, y me vestí, enfundando mis pies en unos tacones color vino y llevando un vestido negro, con un abrigo a juego con los tacones. Sí... debí empacar ropa más cómoda para venir aquí. Pero me reuniría con una de las personas mejor vestidas que he conocido, ¡no quiero lucir como una indigente!

-Buenos días- Saludé a Scott y David mientras abría la puerta. Ahí se encontraban, sin demostrar una pizca de cansancio. Gente así de profesional eran de admirar.

-Buenos días, señorita- Dijeron ellos.

-Voy a dirigirme a la suite del señor Bieber.

-Permítanos acompañarla.

-¿Por qué?- Fruncí el ceño, esbozando una sonrisa. No quedaba tan lejos su suite.

-Uhm... hemos tratado ponernos en contacto con el señor Bieber, pero no hemos podido. Es algo muy extraño, y para prevenir, sería bueno que nos dejara acompañarla.

-Está bien.

¿Qué le estaría pasando a Justin? Es cierto, es muy extraño que no conteste las llamadas.

Para comprobar, intenté yo misma. Pero el teléfono me envió a su buzón de voz.

Mordí el interior de mi mejilla, un extraño miedo borboteando en la boca de mi estómago. ¿Qué podría estar pasando?

En tanto llegamos a su suite, tocaron varias veces, pero Justin nunca respondió.

-No está aquí...- Alargué, casi inaudible.

Oh, Dios. Justin, ¿Dónde te encuentras?

-Quisiera ir a visitar a mi hermana. ¿Podrían... uhm...?

-Por supuesto. Yo conduciré- Scott dice.

-Gracias.

Podría sonar bastante egoísta pero no pensé en Kennedy por un solo segundo en aquel recorrido por las apagadas calles de Weston-super-Mare. Mi mente estaba perdida, recordando a Justin y reflexionando sobre dónde podría estar.

Claro que había una muy probable opción, pero ni siquiera quería imaginármelo. No quería pensar que Peter Foster fue a por él como quizás hizo con Kennedy por meterse en lo que no debía, y no quería pensar que ahora mismo podría estar torturándolo o incluso ya haberlo matado. Me rehusaba.

En muy poco tiempo Justin se había convertido en una especie de modelo a seguir para mí: alguien grande, poderoso y aparentemente invencible. Uno de los mejores en lo que hace. Y pensar que podría haber sido vencido por esto, es simplemente... muy difícil de creer.

Scott y David se quedaron fuera de la habitación mientras visitaba a Kennedy, quien alcanzó a verlos.

-¿Quiénes son ellos? - Frunció el ceño, viendo a los hombres de traje que se quedaron del otro lado de la puerta, cruzados de brazos.

-Pues hola a ti también, hermanita.

-Hola, Amity. ¿Qué sucede? ¿Ya diste con los culpables de esto?- Señaló con el dedo índice la venda en su cabeza.

-No- Suspiré frustrada -. Bueno, la verdad es complicado. No me gustaría hablar de eso aquí, entrar y salen enfermeras cada dos por tres.

-Eso no me suena nada bien. Oh, Dios.

-Sí... algo me dice que no debimos haber venido.

-¡Por fin alguien lo acepta!- Tira los brazos al aire, dramáticamente -¿Dónde está Justin?

No quiero decirlo. No quiero admitirlo.

Pero...

-Justin está desaparecido, Kennedy.

Dismaland → historia cortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora