08. Puertas cerradas

2.6K 283 8
                                    

De vuelta en el hospital local, a Amity se le permitió ver a Justin. Estaba deshidratado y había perdido muchos nutrientes en su organismo, debido a los días que pasó encerrado en ese parque del demonio.

La rubia entró, viendo a Justin sentado en su camilla. Tenía una intravenosa que seguro le estuvo administrando nutrientes y vitaminas para reponerlo, pero aparte de aquello, no estaba conectado a ningún otro aparato.

Tenía una venda en su cabeza. Amity frunció el ceño, preguntándose el porqué de eso mientras se acercaba a él, quien la miraba expectante, listo para recibir cualquier información que ella tenga que darle.

—Hola, Justin— Dijo ella, ofreciéndole una sonrisa sin mostrar los dientes una vez que estuvo al lado de la camilla del ojimiel —. ¿Cómo te encuentras?

—Hola, Amity... me encuentro sediento de preguntas— Dijo él en tono obvio. No esperaba que dijera algo distinto a eso.

—Supongo que no dejarás de preguntar hasta que te responda todo lo que quieres saber, ¿No?

—Justin Bieber siempre se sabe con la suya señorita Green— Justin le alzó una ceja. Él siempre mantenía su esencia, sin importa las circunstancias, y esto no hacía más que demostrarlo.

—Lo tengo muy claro, señor Bieber— Ella le siguió el juego. —¿Por qué te pusieron una venda en la cabeza?

—Peter y los suyos no me hubiesen podido derribar de otra manera que no fuese haciéndome perder la consciencia. Y al parecer ellos no saben de paños con alcohol.

—Ouch.

—Bueno, en temas serios...— Justin alargó —¿Qué sucedió con Foster? ¿Cómo lograron sacarme de ahí?

—Me pasé toda una semana con ayuda de varios de mis contactos planeando un rescate junto con la captura de ese maleante. Fue difícil, pero lo logramos. Sobornamos a los guardias. Es increíble lo baratos que salieron. Cuando Foster abrió las puertas del lugar donde te encontrabas, uno de los nuestros lo inmovilizó, y entonces te sacamos de ahí— Amity rió un poco, como si estuviese recordando —. Me contaron que la cara de Peter al ver que sus guardias no hacían nada era épica.

—Muchas gracias por haberme rescatado. En serio. Nunca pensé que llegaríamos a estos extremos, los expedientes de Peter nunca develaron que tuviese el poder para hacer todo lo que hizo.

—No las des, sabes que hubieras hecho lo mismo por mí— Dice Amity a sabiendas. Una momentánea sensación de satisfacción embargó a Justin al saber que ella confiaba en él.

—¿Qué pasó con Foster, dónde lo tienen?

—Lo llevamos con las autoridades, quienes estaban previamente informadas de todo esto.

Los ojos de Justin se agrandaron.

—¿Entonces todo esto acabó?

Amity sonrió. —Nos están esperando para cerrar con llave de una vez y por todas Dismaland.

Punto de vista de Amity

Dos días después

—¿Qué haces, A?— Kennedy preguntó, sentándose a mi lado. Yo me encontraba embelesada en el computador, escribiendo desde hace ya varios minutos.

—Escribo un gran artículo— Le digo, cerrando el ordenador y dejándolo a un lado para hacer una pausa —. Esto es lo que necesitaba para impulsar mi carrera.

—Tienes razón. Pero más que eso, ayudó a que ese hombre dejase de hacer el mal— Señaló.

—Cierto, cierto. No me he olvidado de eso. Dios, tantas familias que nunca podrán recuperar a sus seres queridos...— Frunzo los labios.

Sí, Kennedy y Justin no fueron los únicos afectados por querer descubrir los misterios del parque. Pero sí fueron los únicos afortunados.

Nuestros investigadores descubrieron alrededor de veinte cuerpos que sí eran reales en medio de los falsos. En cuevas, castillos, galerías. Habían sido embalsamados para pasar desapercibidos. Peter Foster es tan sádico y morboso que me hace querer vomitar. Me alegra que esté detrás de las rejas ahora.

—Debemos realizar un acto para homenajearlos. El estado se encargará de cubrir los gastos, sólo debo hacer un par de llamadas.

—¿Justin se encuentra entre esas llamadas?

Sonreí, sabiendo muy bien que me había ruborizado.

Justin me había pedido una cita ayer después de acompañarlo a declarar lo que le sucedió en el parque. Que románticas circunstancias, ¿no? No tenemos nada que envidiarle a los clichés de las películas.

Yo acepté. Esta investigación me arrastró a la conclusión de que Justin y yo somos más parecidos de lo que me pude imaginar cuando él se sentó frente a mí en la barra de aquel restaurante. Nuestras personalidades son muy compatibles, y la verdad... nunca creí en eso de "los opuestos se atraen".

—Hoy a las cuatro filmaremos un documental en Dismaland. Daremos una visita final— Le digo a Kennedy, quien ensancha sus ojos en tanto se lo comento.

—¿Qué? ¡Amity! ¿No te da miedo? Sabes... gente murió ahí. Y ahora estará solitario.

—Ya estuvimos ahí una vez, ¿no? No tendrá nada de malo, deja de ser tan cobarde. El monstruo que habitaba ahí ahora tiene como hogar la cárcel. Debemos contar la historia del lugar, el mundo lo debe saber de primera mano. Estoy muy emocionada por filmarlo.

Entonces la puerta sonó.

—Yo iré— Dijo Kennedy.

Se incorporó y caminó hasta la puerta, abriéndola y recibiendo a Justin. Vestía de traje.

Se notaba que estaba listo para filmar ese documental conmigo.

—¿Lista, señorita Green? — Dice en tanto me ve. Esta vez me encuentro de pie frente a él.

—Nunca había estado más lista que ahora.


Dismaland → historia cortaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora