Me desperezo en silencio y disfruto del momento.
Gemir de felicidad, en la cama en la que te sientes segura. Me regalo unos segundos para continuar con los ojos cerrados y aspiro profundamente. Huele a Harry y a mí. A nosotros. A todo lo que conlleva su presencia junto a la mía. Huele a esperanza y futuro.
No estaría mal tener este despertar todos los días, la certeza de poder sentirle a mi lado.
Cuando finalmente mis células se despiertan y con ellas, el síndrome de abstinencia de la sonrisa fruncida de Harry. Abro los ojos.
Espero encontrármelo como todas las mañanas, sumido en un sueño profundo, sonriendo como un niño pequeño que acaba de descubrir un pastel de chocolate en la nevera, tranquilo y en paz. La sorpresa me la llevo cuando veo que está recostado sobre su hombro derecho, mirándome fijamente.
Por la expresión relajada de su cara sé que lleva un buen rato observándome y veo en sus ojos una ternura tan infinita que me hace estremecer.
-Buenos días-saludo con la voz ronca de las mañanas.
Harry me sonríe con los labios fruncidos y aprovecha que me estoy quieta, mirándolo de la misma manera bobalicona, para apartar el pelo de mi frente y despejarla.
Cuando sus dedos me tocan, se me eriza la piel. Con el primer contacto de la mañana ya lo siento parte de mí.
-Hola-dice mientras continúa peinándome.
Atrapo su mano con pereza y beso los nudillos uno por uno. Tras eso, apoyo la palma de la mano sobre mi mejilla y me reconforto en su tacto cálido y dulce.
Harry continúa con la vista clavada en mí y esta vez, no veo la felicidad simple de antes. Es un niño pequeño que acaba de aprender a montar en bici, le han regalado su primera mascota y Santa Claus le ha visitado. Todo eso el primer día de vacaciones del colegio.
Destila una seguridad que primeramente, me hace sentir pequeña e insignificante. Nunca he sido una persona muy segura de mí misma pero sí de lo que pienso, de mis razones y entendimiento.
Es entonces cuando me doy cuenta de que la seguridad que emana se debe a mí. A nosotros. Está seguro de mí, de lo que siento. Y quizás la necesidad que tengo en este momento sea estúpida, pero mi cuerpo me obliga a decírselo una vez más. A hacerle entender que mis sentimientos no son pura fantasía. Que lo que ocurrió anoche no fue producto de que la situación me superase, de sentirme en un aprieto por la sorpresa que me dio.
-Te quiero-susurro casi para adentro y se ríe en una carcajada que deja escapar un torrente de júbilo sin parangón.
Se echa encima de mí, apoyando la cabeza en mi pecho desnudo y le acaricio el pelo mientras acaricia mi cadera y se pierde en sus ensoñaciones. Madre mía, lo lleva más largo que yo.
Y seguro la diferencia se volverá abismal cuando la quimioterapia empiece a hacer de las suyas. No es que sea de las chicas a las que les gusta llevar el pelo largo.
De hecho, nunca lo he llevado largo.
Prefiero la melena por los hombros o quizás algo más corto.
Pero de eso, a tener la cabeza totalmente rapada, hay un paso gigantesco. Tampoco soy de las chicas que están endiabladamente guapas con un moño relamido, tirante y que no deja escapar un pelo.
Pienso en si tendré que echar mano de una peluca y me siento extraña. Nunca he usado pelo postizo, ni siquiera extensiones. Me acuerdo que cuando era pequeña se pusieron de moda unos mechones de pelo de colores eléctricos, que se enganchaban o por un muelle o bien una pinza. Todo el mundo lo llevaba.
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Quizás nosotros.[#WYNA2016] #Wattys2016
Fanfiction¿Hasta qué punto puede cambiar una persona tu vida? ¿Y si esa persona jamás te ha interesado? ¿Si esa persona hace tambalear tus cimientos? Esta es una historia madura, adulta, llena de sentimientos. Miedos, amor, odio y celos. Felicidad y tristeza...