55. Escapar

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Cojo el frasco de pastillas. Las miro una y otra vez. Debo tomarlas rápido, para parar el dolor y sin siquiera echar un vistazo atrás.

Blancas, naranjas y azules. Todo un arcoíris de calmantes ante mis ojos.

Harry me mira sentado en la cama con el zumo entre las manos. No dice nada, se limita a sonreír con los labios fruncidos.

Finalmente, abro el bote y saco dos de cada una. La toma de la mañana.

Alcanzo el zumo de naranja recién exprimido por la siempre maravillosa Patrice y me meto todas las pequeñas cápsulas en la boca. Un trago de zumo. Otro. Consigo tragarlas todas.

No es una sensación agradable. Noto como bajan por mi garganta, haciéndose paso entre mi esófago, empujando por llegar raudas hasta el estómago para deshacerse. Duele un poco, para qué mentir.

Cierro los ojos esperando que pase el mal trago y siento un dedo sobre mis labios. Cuando los abro, veo a Harry llevándose el dedo pulgar a la boca. Ha recogido una gota que resbalaba por mi comisura. Sonríe abiertamente antes de levantarse, acercarse hasta mí y agarrar mi cara entre sus fuertes y enormes manos. Me besa la frente haciendo temblar mis piernas como un flan.

Doy gracias por estar sentada. Si estuviese de pie, me flaquearían las fuerzas y caería al suelo. Harry se asustaría pensando seguramente que me encontrase mal y me reiría a carcajadas explicándole que él hace que me tambalee. No le haría gracia, pero acabaría en el suelo haciéndome cosquillas y quien sabe, quizás hiciésemos el amor.

-Bien hecho, campeona.

Le sonrío con los ojos cerrados, con los labios fruncidos como una estúpida niña pequeña y tras eso, saco la lengua a modo de burla.

-¿Qué quieres que hagamos hoy?

Su pregunta me desconcierta.

Pensaba que tenía que ir al estudio con los chicos para ultimar los detalles de la gira. Se van en menos de un mes y queda mucho trabajo por hacer.

Yo, pensaba quedarme en casa a trabajar en un nuevo proyecto. Quisiera empezar un libro, una novela. Ya tengo decidido el tema: una chica que trabaja en una floristería a la que un día de pronto, la suerte le arrebata a todas sus amigas en un triste accidente de tráfico mientras iban de viaje a la montaña un fin de semana.

Darcy sería su nombre. Un pequeño guiño a mi Harry, que siempre está presente en mi mente, en mis palabras, en todo lo que pienso y cuando respiro.

Darcy tendrá que enfrentarse a una nueva etapa. Superar la pérdida de sus amigas sabiendo que ella misma debería haber ido en el coche. No podía desatender su trabajo y decidió cambiar de planes: iría al día siguiente. Sus amigas decidieron también adelantar la salida ya que no deberían esperar a que ella terminase de trabajar ese día. Por eso, Darcy se siente culpable. El trabajo la ha absorbido tanto como para ser el culpable de la muerte de las personas más importantes en su vida.

Junto a Pongo, su perro, se encerrará en la cabaña que alquilaron para la escapada y será allí donde conozca a Ryan, el hermitaño que le enseñará tanto sobre la vida.

-¿Tú no tenías una reunión con los chicos?-le pregunto tímidamente.

-Tenía. Les dije que me quedaba en casa este fin de semana. No voy a dejarte sola, María.

Lo miro circunspecta. ¿Pero y todo lo que tiene que hacer?

-¿Sabes que te vas de gira en menos de un mes, no?

En un movimiento rápido se pone de rodillas frente a mí. No. No. No. Mierda. ¿Qué quiere ahora?

-¿Qué te apetece hacer?

Quizás nosotros.[#WYNA2016] #Wattys2016Donde viven las historias. Descúbrelo ahora