Observad, aquella chica de ojos perdidos, cabizbaja, pelo alborotado y oscuro al igual que su alma.
Su mente vuela tal como las golondrinas en invierno, escapando del frío de aquellas ciudades oscuras y heladas. Su corazón horrible y roto, analiza una y otra vez cómo parar ese dolor que nace de ese sentimiento antipático y su alma llorando se siente encarcelada en un cuerpo de hierro.
La noche solloza al observar aquel rostro triste y seco, acariciando con una dulce brisa de otoño, sus manos finas, mientras una lágrima imaginaria roza aquella boca torcida y suave.
Su mente dura e indiferente, se limita a cubrir todas las heridas con un enorme manto, al que la chica lo llamaba ''sonrisa''.

ESTÁS LEYENDO
La vida hecha tinta.
ŞiirSólo unos cuantos poemas. De ellos, de ti, de mí. Viejos, desgastados. Poemas azules.