«Capítulo cuatro»

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Roman apenas entro al hogar de Leah, con la llave que ella le dio, se sorprendió de verla preparando la mezcla que le hacía para calmar su sed de sangre. Verla hacerlo no le sorprendió mucho, ya lo había hecho pero al parecer el verla hacerlo desnuda mientras muy concentraba echaba los ingredientes, le gusto. No había que negar que Roman era Roman y el más mínimo acercamiento a el con una mujer terminaba con aquella mujer bajo, sobre, apoyada, amarrada o de la manera que quisiera para que el disfrutara del sexo.


Al prender la licuadora Roman aprovecho el ruido para avanzar donde ella en sumo silencio de un cazador. Quería asustarla.

Te escuche al entrar —Hablo mientras apagaba la licuadora y servía la mezcla en la botella de cristal y en un vaso de cristal fino. Se giro y le ofreció una sonrisa al  entregárselo.

—¿Entonces por que no te cubriste? —Pregunto alzando una ceja sin dejar de mirarla de pies a cabeza. Dio un sorbo antes de que su mente se desviará a tomarla, dejarla sobre un mueble y gozar de una buena cesión de intimidad y una mordida en el cuello de ella. Se había tentado mucho con esa idea por meses, ya años. Y por increíble que sonara, con Leah no había hecho nada de nada. Se podría decir que era la amistad con una mujer sin nada sexual que ha mantenido. Empezó a sentir algo más que amistad tras meses de ir conociendo a la peculiar mujer. Quizás por lo mismo no mantenía una amistad con mujeres.

Ultimamente estaba tentado a ella, quizás era una mala idea, un mal pensamiento, pero esa idea se había impregnado cada día más, como su propia hambre. Ambos intensificados al verla ahora como una tentación pura de su enferma mente.

Es mi casa, puedo estar como quiera —Respondió siendo obvia y alzando el mentón de Roman para que la mirara a los ojos y no a sus pechos. Él le ganaba por más de una cabeza de altura y básicamente estaba todo encorvado mirando los atributos de ella quien chasqueo sus dedos fuertemente, recobrando la atención de Roman quien parpadeó varias veces.

¿Ah?

—Me iré a bañar.

—¿Es una invitación? —Pregunto con una sonrisa y tocando el nudo de su corbata para quitarlo.

Si, es una invitación a que me esperes para irnos juntos o para que te retires —Respondió arreglando el nudo de la corbata de el con sumo cuidado, ignorando el actuar tan descarado de su amigo. —Te he dicho que no te apretes tanto el cuello, da igual tu cicatriz.

—No me gusta que se vea en la camisa —Respondió alzando el mentón mientras ella le acomodaba todo para que se viera perfecto, intocable y muy, a lo que quisiera o no reconocerlo, a la elegancia de su propia madre.

Es solo una cicatriz, como la de tu pecho —Hablo notando como el hacia una mueca de desagrado —Te dije que si la querías más clara usarás las cremas que te recomendé pero no, el idiota más blanco que la nieve se va de vacaciones y se quema con el sol —Hablo sarcásticamente al notar el color rosado que le quedo en la cicatriz además de un tono más de vida en la piel de él quien siendo upir y de raza blanca se notaba más.

Me quede dormido —Respondió con un bufido y agotado. Últimamente no empezó a dormir por pesadillas —Nadia no paraba con eso de "nadar" "agua" "por favor por favor" y después caí muerto.

—Que buen padre —Hablo pellizcando la mejilla de él —Si quieres me esperas, no tardaré.  En el refrigerador hay otras tres botellas —Aviso antes de avanzar al baño de su habitación para darse una ducha antes de irse al instituto para presentar uno de los exámenes finales.

𝐌𝐚𝐲𝐛𝐞 𝐈𝐭'𝐬 𝐧𝐨𝐭 𝐟𝐨𝐫 𝐛𝐥𝐨𝐨𝐝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora