Me levanto como de costumbre a las diez de la mañana, no sé por qué tengo que ser tan exacta con el tiempo. Me encamino hacia el baño y hago mis rutinas diarias: bañarme, cambiarme, cepillarme los dientes y peinarme el cabello para ir a la universidad de New York y después de la jornada, dirigirme al trabajo, al trabajo que tanto odio pero es de ahí donde pago todas mis cuentas.
Salgo de mi departamento y abro mi auto. Abro todas las ventanillas y tomo un cigarrillo y lo empiezo a fumar, absorbo una boconada de aire y expulso el humo en círculos, me encanta esa sensación de relajación que provocan los cigarrillos. Empiezo a conducir y llego después del tráfico de todos los días a la universidad. Me adentro a la clase de Biología, odio está clase, no porque no me gusta, sino porque me tengo que sentar con un compañero y eso me incómoda, me gusta estar sola metida en mis pensamientos.
Termino las clases de la universidad y cojo mi celular para ver la hora, son las tres de la tarde y me quedan dos horas para descansar y luego irme al trabajo. Me dirijo al restaurante donde siempre tomo mi almuerzo, me bajo y tomo mi bolso. Entro y me siento como de costumbre en la última mesa del fondo y de inmediato; me atiende la señora Hoffman.
—Hola Lilybeth —me dice la señora Hoffman con una pequeña sonrisa.
—Hola señora Hoffman, ¿Cómo estuvo su fin de semana? —Le digo con una sonrisa fingida, ella es muy dulce y no quiero devolverle con un gesto duro.
—Muy bien, como de costumbre, ¿Qué pedirás? —toma de su bolsillo la pequeña libreta de notas.
—Lo mismo de siempre —río— sabes que no me aburro de lo mismo.
—Tal vez, algún día sí —solo asiento y ella se va.
La señora Hoffman me trae el almuerzo que consta de: puré papas, un trozo de bistec y por último vegetales, no es mucho pero para mí lo es.
Después de haber terminado les doy las gracias a la señora Hoffman y me voy a mi trabajo, todos los días llego temprano a mi trabajo menos los jueves que permanezco en el taller de arte, una estúpida clase que tengo que tomar por la media beca que tengo en la universidad.
Llegó a mi trabajo y entro, está ese maldito olor a cerveza y a hombres sudados, es repugnante pero tengo que soportarlo. Me adentro al locker y cojo mí vestuario y me cambio. Voy al baño a ponerme un poco de rímel, delineador de ojos y por ultimo lipstick rojo suave. Es obligatorio que tenga que maquillarme, tengo que verme "atractiva" para mis clientes.
Mi jefa Jessica me pide que abra el night club y lo abro. Empiezan a llegar clientes tanto hombres como mujeres, en su mayoría hombres y lo peor de todos mis días es pararme enfrente de todas esas personas y hacer un baile de tubo para ellos, lo odio, enserio lo odio; pero es lo único que puedo tener hasta el momento.
Cerramos a las tres de la mañana pero mi jornada termina hasta las doce de la noche, me cambio y tomo mi bolso y cierro mi locker. Apenas salgo del night club y tomo un cigarrillo y lo empiezo a fumar, esto es lo que me relaja todos los días cuando termino este trabajo.
Empiezo a conducir y en vez de dirigirme hacia mi departamento en Brooklyn tomo otra dirección y me dirijo hacia el South Street Seaport que a estas altas horas de la noche, los barqueros están borrachos o dormidos. Mientras conduzco empiezo a recordar mi niñez, mi oscura niñez, cuando me mude a mi departamento desde que tenía quince años, cuando el estúpido de mi padre llegó ese día a casa borracho y freno rápidamente ya que me quede ida en mis pensamientos y no había visto a un perro que estaba en medio de la calle. Salgo del auto para ver si no lo lastime y por suerte, no lo hice. Sigo conduciendo y llego al South Street Seaport, me bajo del auto, tomo mi bolso y me dirijo al desolado puente, tomo un cigarrillo y lo empiezo a fumar, me subo al puente e inhalo el cigarrillo. Observo la tranquilidad del mar y la brillante luna, mientras miro el paisaje me cae una lagrima, cierro mis ojos y caigo por mi cuenta del puente.
Pero no termino de caerme porque una mano me sujeta, abro mis ojos y miro a un chico rubio de ojos azules.
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Through the Dark | n.h [#1]
Hayran Kurgu«Él vio belleza, en la oscuridad de ella». «Ella vio en su oscuridad, la belleza de él». Sin editar. Fecha de inicio: 07/11/2015 Fecha finalizada: 10/08/2016 Créditos de recursos utilizados a sus respectivos creadores.