El primer día de trabajo, andaba algo nerviosa. Paré en una cafetería y me compré un café. Iba a ser un día largo e intenso. Era mi primer empleo de verdad.
Me tomé el café de un sorbo y en una fracción de segundo me arrepentí de ello ya que noté como mi lengua ardía. Empiezas bien Norah.
Cuando entré en la oficina - toda blanca con un diseño muy innovador y sencillo a la vez - me dirigí al mostrador donde una chica con gafas y una sonrisa de color carmín me recibió.
- ¿En qué puedo ayudarla? - me preguntó.
- Hoy es mi primer día de trabajo aquí. Soy Norah Batts.
- Oh, sí - me dijo. -Serás la asistenta del señor Drake Harrison.
¿Asistenta? ¿Eso no sonaba a secretaria? No me había graduado en Publicidad y Relaciones Públicas para ser la asistenta de nadie. Para eso no se necesita una titulación, ¿o sí? En todo caso, ese no era mi empleo soñado. Suspiré y decidí darle una oportunidad a la empresa. Al fin y al cabo, quizás podría ascender de alguna forma. En algún momento, alguien se fijaría en mi talento... ¿O no?
- Si es tan amable de acompañarme... - dijo la chica del mostrador. - Por cierto, soy Harper.
- Encantada - le contesté alargándole la mano. - Y no me hables de usted Harper. Solo tengo 25 años.
- Aquí están los servicios y aquí tenemos una sala con archivadores además de una máquina para hacer café. Puedes usarla siempre que quieras pero con moderación - decía mientras andábamos por unos pasillos y me iba mostrando puertas a ambos lados. - Aquí hay el despacho de la señora Louise Henderson, actualmente es la principal accionista de la empresa - dijo mientras me señalaba la placa de la puerta. - Este despacho es el del señor David Clark. Y este - dijo señalando a la penúltima puerta del pasillo - es el despacho del señor Drake Harrison, por quien vas a trabajar. Esa última puerta será tu despachito, por dentro conecta con el suyo.
Mientras yo asentía tratando de asimilar toda la información Harper picó a la puerta de mi futuro jefe.
- ¡Señor Harrison! Ha llegado la señorita Batts.
Una voz dentro de la estancia respondió:
- ¡Por fin! Creía que nunca llegaría... - miré el reloj y vi que aún faltaban cinco minutos para las nueve y media; mi hora de entrada para ese primer día - que se espere aquí fuera. Acabo unos asuntos y la hago pasar.
- Yo tengo que volver a recepción - me dijo entonces Harper - ¡mucha suerte! - y justo antes de irse me guiñó el ojo.
Me mordí las uñas nerviosa. No es que fuera mi costumbre; además me las había pintado de rosa palo para la ocasión, pues quería causar una buena impresión. Pero quizás era la incomodidad del momento o mis nervios fluyendo por mi cuerpo los que me hacían adoptar esporádicamente ese mal hábito.
Vi como las buscas de mi reloj avanzaban lentamente. Un minuto. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Diez. Quince.
Y cuando creía que ese hombre se había olvidado de mi, al minuto dieciséis abrió la puerta.
- ¡Así que tu eres Norah! - dijo. Y me invitó a pasar.
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Solo un segundo
RomanceCuando la jóven Norah Batts consigue su nuevo empleo en una agencia de publicidad, su vida está a punto de dar un vuelco. Pero ella aún no lo sabe.