Vueltas

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Cuando sonó el despertador estaba agotada. ¿A qué hora me había dormido?
Pero la verdad es que eso no importaba demasiado porque esa era mi primera semana de trabajo y a pesar de que me sentía totalmente innecesaria no podía llegar tarde.
Aunque por dentro estuviera rota, debía ir.
- Buenos días Harper - dije educadamente al entrar. No, no eran buenos días para mi, pero quizás para ella sí.
- Buenos días Norah - contestó.

Entré en mi despacho y dejé el bolso sobre la mesa. Me senté en la silla giratoria y dejé todo mi peso sobre ella mientras rodaba y rodaba.

Como mi mundo. Que no hacía más que dar vueltas sin sentido. En el que despertaba radiante y me iba a dormir consumida.

Cerré los ojos y deseé desaparecer de ese mundo que definitivamente no estaba hecho a mi medida.

- Sé que esto es divertido, pero tengo algo para ti - dijo una voz masculina.

Abrí los ojos avergonzada.

- Lo, lo siento.
- Y dale con ser tan correcta. Que me da igual lo que hagas aquí, es tu despacho. ¿Crees que nunca lo hecho?

Sonreí. Ese hombre era totalmente impredecible.

- En fin, a lo que íba. Tengo algo para ti
- Dime - dije mientras me levantaba.
- Necesito que organices el evento de fin de año. Invita a gente del mundillo, organiza los cáterings, y hasta te dejo hacer los folletos informativos, logos y demás. Tienes un presupuesto limitado. Es tu oportunidad para sorprenderme. Confío en ti.

Estaba bien. Por fin podría hacer algo que me gustaba. En otro momento mi alegría habría sido enorme, pero en ese instante me limité a asentir.

- Oye chica, ¿te pasa algo? - preguntó.
- N..no...
- Si no me lo quieres contar a mi me da igual. Quiero decir a mi tu vida personal me importa una mierda. Solo trataba de ser cortés. ¿Quieres hablar o mejor me voy? - dijo con un tono sorprendentemente humano. Un tono comprensible, como el que emplearía un amigo. Un tono nada habitual en él.

- Da igual, tampoco podrías solucionarlo.
- Está bien, como quieras.

Encendí mi ordenador. Iba a hacer algo productivo. Debía hacer un montón de cosas que con suerte me ayudarían a distraerme.

Empecé por lo que más me gustaba. Diseñar. Infinidad de posibilidades se presentaban ante mí. Y todo debía empezar desde una hoja en blanco. Me gustaban los retos.

Después de pasar varias horas jugando con las tipografías colores y formas alguien picó a mi puerta.

- Pasa - dije un poco sorprendida ya que mi jefe nunca se había tomado la molestia de llamar.
- Hola, buenos días - dijo un chico bastante guapo que entró por la puerta. Se acercó a mi mesa y con toda la naturalidad del mundo se sentó en una de las dos sillas que se encontraban enfrente.
- Buenos días - contesté sin comprender muy bien de quién se trataba.
- Soy Finn, y tú debes de ser Norah - dijo con alegría.
- Sí... ¿Y qué quieres Finn?
- Trabajo en el equipo de Louise, es decir, los demás directores tienen un equipo y hemos pensado que quizás querrias ir a almorzar con nosotros.
- Oh - dije gratamente sorprendida.
- Sí ya sé, tu jefe es un poco especial por lo que concierne a las relaciones personales. Como dice él, es un "lobo solitario", ya era hora de que se buscara a alguien.
- Sí, supongo que es una buena idea.
- Pues nosotros salimos en unos diez minutos, si te quieres venir nos encontramos en recepción. Harper también viene - dijo con una sonrisa radiante.
- Finn, te lo agradezco mucho pero hoy no es mi mejor día, prefiero que me conozcáis en un día que pueda ser más... Yo.
- Oh entiendo. Bueno como quieras. Si te lo repiensas ya sabes.
- Gracias - dije sonriendo.

Miré la hora. Realmente era la hora de comer y aunque mi cuerpo no me pidiera ingerir ningún tipo de alimento, igualmente debía hacerlo.

Apagué el ordenador confusa. Finalmente decidí que aceptar la invitación de Finn era una buena idea. Necesitaba distraerme.

Apliqué un poco de labial difuminado en mis mejillas para darles algo de color y apliqué una pinzelada de rimel sobre mis pestañas, pues quería causar algo de buena imágen.

Cogí las cosas con determinación y me dirigí a la salida. Cuando pasé por el despacho de Drake oí como me llamaba.

- Pasa un momento Norah.
- ¿Que pasa? - Pregunté intrigada
- ¿Irás a comer con los chicos?
- Ehh... Sí - contesté.
- Me alegro. Por un rato pensé que realmente habías rechazado al guapete de Finn. Han lanzado su Repoker en la primera jugada. Si eso no funcionaba ya... - sonreí. Así que él estaba al corriente...
- ¿Tú también vienes? - pregunté un poco más animada.
- A mi no me quieren ahí.
- ¿Por qué?
- Porque no soy un tipo corriente. Soy huraño y descuidado. Soy directo y sincero. Soy... Simplemente yo. Y hay mucha gente que no lo acepta.
- A mi me caes bien.
- Creo que eres la primera persona a quien oigo decir esto. Claro que... Aún no me conoces.
- No tengo planes de marcharme de aquí demasiado pronto...
- Pues no llegues tarde a tu primera comida con tus nuevos compañeros. Diviértete.
- Gracias.

Caminé apresurada hacia recepción temiendo que ya se hubieran ido. Pero ahí estaban. Mis nuevos compañeros. Esas personas que sin saberlo aún, iban a tomar un papel muy importante en mi vida desde ese instante en adelante.

- Os dije que vendría - dijo Finn. - Mi sonrisa nunca falla.

Solo un segundoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora