(Ian)
El transcurso del día fue completamente aburrido. Kaitlyn se había empeñado en pasar todos los recreos en buscar alguna que otra pista sobre el traficante. Cosa que no dio ningún resultado.
¿Era necesario buscar en los contenedores de basura? Bueno, quizás si podría haber alguna que otra pista ahí. Pero yo era el perjudicado que debía meterse dentro y buscar mientras ella estaba libre de suciedad incentivándome a que escarbara más al fondo.
—Ya te dije que no hay nada aquí —dije sacando mi cabeza del contenedor para mirarla—. Además de basura.
—¡Algo importante debe haber! —dice levantando sus brazos—. Eres hombre, está claro que no encontrarías algo.
—¿Y por qué no entras tu entonces? —pregunte alzando una ceja.
—Porque estaba tú y no me quiero ensuciar —dijo encogiéndose de hombros—. Además ando con el uniforme de porristas y no ando con ropa de cambio.
—¿Y crees que yo si ando con más ropa?
—No sé. Supongo que sí —dice con una sonrisa.
Suspiré rendido. Sabía que Kat teniendo o no ropa de cambio no se metería dentro del contenedor. Además no la dejaría, ya que, al tratar de subirse se le vería todo y eso no lo permitiría de ningún modo. ¡Claro que no!
Aunque ella no necesita andar mostrando demás, ya que, brilla tan solo con su personalidad. Y está demás decir que es realmente hermosa por lo que generalmente debo estar fulminando a uno que otro chico que hoza mirarla descaradamente cuando ella no se da cuenta.
Quizás sea un poco celoso. ¿Pero quién no lo sería teniéndola a ella cómo novia?
Maldición. Si hace un tiempo atrás me hubieran preguntado si tendría una relación con Kaitlyn, definitivamente hubiera respondido que no, simplemente porque no era el estereotipo de chica con las que solía salir. Además de que estaba en una relación con Brooke.
Pero cada vez que pasaba los días, ella siempre me llamaba más la atención. Su personalidad, la manera en que fruncía sus labios cuando algo le desagradaba, lo feliz que se ponía cuando sus bromas resultaban. Todo de ella comenzaba a gustarme.
Hasta que esos sentimientos crecieron y nos encontrábamos cómo ahora. Y sinceramente me sentía feliz con ella.
—¿En qué pensabas? —preguntó sacándome de mi trance.
—En lo hermosa que te ves con ese uniforme tan ajustado —dije con una sonrisa ladeada—. Aunque desearía que no fuera tan corto, hace que muestres demasiada piel.
Ella rodó sus ojos antes de reír. Me encantaba su sonrisa.
Maldita sea, me encantaba todo de ella.
El timbre sonó indicándonos que nos tocaba la última clase del día, que en este caso se trataba de deporte. Salí del contenedor de basura y solo bastó con llevarme un brazo a mi nariz para saber que olía realmente bien pero una pequeña idea se me vino a la mente.
—¿Abrazo? —le pregunté abriendo mis brazos y acercándome a ella.
—No Ian. Estas asqueroso, hueles demasiado mal —dice haciendo una mueca mientras retrocedía por cada paso que yo daba.
—Oh vamos, no estoy tan mal —digo sin dejar de sonreír.
Me fui acercando a ella de a poco hasta que comenzó a correr y yo detrás de ella. Fuimos empujando a una gran cantidad de alumnos mientras trataba de darle alcance, cosa que no logré, ya que entró en el camerino de chicas.
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Espías Adolescentes
Novela JuvenilDos amigas con un pasatiempo en común: robar tiendas del centro comercial. ¿Su mejor arma? Ser expertas en el arte de refugiarse, espiar y disfrazarse. ¿El problema? Sus planes no son los mejores del mundo. Pero a pesar de todo, siempre se salen con...