CAPÍTULO III

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El señor Arkwright y su esposa no eran personas que le fueran gratas a Allysa, aunque en efecto eran «amigos» de sus padres y habían admitido a su hermana y a ella en su casa nunca en ese tiempo entablaron relación alguna, él por su parte viajaba muy a menudo por negocios y a ella solo se le veía cuando su presencia era forzosamente requerida.

La historia de como se formo la dudosa amistad no estaba clara para ninguna de las hijas e hijo respectivos, tal vez fuera cierto aquel relato que el señor Hardy contó a su familia el cual consistía en que «habiéndose conocido en su juventud se hicieron amigos»

Allysa no se contento con esta explicación pero dado que su madre también desconocía los pormenores del asunto y que los otros fueran poco accesibles como para aventurarse a preguntarles no había manera de saber nada mas.

—¿Estás segura de eso? Perdóname, pero yo no creo que quisieran mantenerlo alejado ¿Con qué propósito?

—Querida amiga se nota que no los conoces ellos...

—Allysa, Margaret—susurro Dorothy con urgencia llamando la atención de ambas e interrumpiendo el hilo de la conversación.

—¿Qué pasa?—ahora Margaret también susurraba.

—Ustedes no lo han notado pero dos hombres nos observan con mucha atención.

—Eso no es posible—Allysa movió la cabeza desechando la idea—.Todos aquí nos conocen. Dime por que nos mirarían.

—Por que aquellos son extraños Ally, por eso—y volviéndose hacía Margaret interrogo—¿Tú sabes de quien se trata?

No bien termino la pregunta, su mirada cayo sobre ellos.

Margaret se volvió hacía el lugar que indicaban los ojos de la primera y en ese instante las comisuras de su boca se elevaron en una gran sonrisa.

Allysa movida por la curiosa reacción de su amiga hizo lo mismo, pero al hacerlo quedo atrapada por la visión de un hombre como no viera nunca ántes, era alto y delgado aunque atlético y bien formado se diría que practicaba algún deporte, de cabello obscuro y rizado, sus facciones iluminadas por la luz de las velas le parecieron sublimes, sus labios conservaban una hermosa sonrisa. Pero eran aquellos ojos verde esmeralda llenos de fuerza, determinación pero también de inteligencia y pasión los que terminaron de incapacitar por completo todos sus sentidos.

Cierto era que en presencia del sexo opuesto sufría de mucho nerviosismo aunque no al grado de quedar anonadada.

Ahora libraba una enorme lucha interna tratando de reconectar sus funciones cognitivas nuevamente con su cerebro, en un intento desesperado por no quedar como una tonta ante aquel caballero que causara en ella tales efectos.

Por un momento creyó perdida la batalla, cuando noto que ambos se encaminaban en su dirección.
Tal era su estado de afectación que no escucho a Margaret cuando dijo que se trataba del mismo Edward y de un amigo suyo seguramente.

—Querido hermano, ¿Dónde están tus modales? saluda a nuestras invitadas.

¿Qué era quién?, no podía ser posible, ahora aparte de lidiar con ese guapo desconocido también tenia que vérselas con este otro. Sentía que le faltaba la respiración.

Tranquila, tranquila. Respira hondo, se repetía una y otra vez esperando que eso la ayudase.

—Siento mucho la descortesía—se disculpo con la más elegante corrección. Aunque tampoco era que estuviera avergonzado por su proceder, después de todo mirar jovencitas no era un delito.

—Oh, hermano tienes que recordar a Dorothy y Allysa— hizo un gesto con la mano al nombrar a cada una.

Ambas asintieron al oír su nombre. Cabe decir que la primera con mas entusiasmo que la segunda.

—No es posible— y el asombro se vio reflejado en su semblante antes confiado—. Me culpo por mi falta de imaginación, pero, ¿Cómo íba a saber que aquellos pequeños renacuajos que junto contigo me hacían la vida imposible pudieran convertirse en estas bellezas?

Los demás rieron divertidos ante tal despliegue de asombro y buen humor.

—Veo hermano que tu sentido del humor sigue intacto. En cuanto a tu educación me temo ha desaparecido por completo — el aludido se le quedo mirando como perdido—¿No piensas presentarnos al caballero?

¡Muchas Gracias por leer!

Allysa Hardy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora