CAPÍTULO XVIII

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William había experimentado el paseo más penoso de toda su vida. La señorita Gautier le habia rogado hasta el cansancio para que las acompañará y después no se había separado de él durante todo el trayecto. Y claro esta, comenzaba a ponerse impaciente con toda la atención de que era objeto por parte de ella, lo que en un principio habia tomado como un simple flirteo de la dama, ahora se estaba convirtiendo en una molesta cercanía con la que tenía que acabar y pronto, antes de que todo ese asunto fuera mal interpretado por alguien.

Fue un completo alivio cuando uno de los mensajeros apareció en el camino. Inmediatamente se acercó a preguntar si habia correspondencia para él, y para su suerte recibio un gran fajo de cartas provenientes de distintos lugares y con distintos remitentes, la mayoría de ellas de negócios, por lo que consiguió la excusa perfecta para regresar en ese instante, y lo que fue aún mejor, todas las damas estuvieron de acuerdo en continuar su paseo un poco más.

Al llegar a la entrada principal de Newcomen, un mozo de cuadra lo interceptó y se llevo el caballo mientras William entraba y subía directamente a su habitación. Dispuesto a entretenerse lo suficiente en contestar todas las misivas sin más demora. 

Alrededor de una hora mas tarde, el ajetreo en la parte inferior de la casa, asi como el súbito ruido de puertas cerrándose de golpe; lo habían sacado de su habitación preocupado por la situación. Al bajar la escalera inmediatamente llamo su atención el rostro de la hermana de Edward, se le veía un tanto confundida mientras miraba con insistencia en dirección a la puerta de la biblioteca. 

—Debes darle un poco de tiempo, quizá todavía no han convenido en hacer publico el compromiso—, escucho decir a la señorita Gautier.

-—Pero es muy extraño—, se quejo— Edward no me guardaría una noticia así y Allysa tampoco, ni ella ni Dorothy han aparecido por la casa.

—Seguro que Allysa quizo hablar primero con su hermana.

Fue entonces cuando William hizo notar su presencia, después de todo también era amigo de Edward y quería saber que ocurria con él.

—¿Qué esta pasando?—, pregunto sin rodeos.

Ambas mujeres lo miraron, primero un poco confundidas y después fue la señorita Gautier quien relato lo que habían visto al regresar del paseo. William se había quedado sin expresión en el rostro conforme avanzaba la historia; aunque esta solo había durado un par de minutos, sintió como si hubiera soportado horas y horas de algo que nunca se había atrevido a imaginar que ocurriría.

—Por el momento Margaret se encuentra preocupada, puesto que el señor Arkwrigth se encerro desde que entrará del jardín, y lo peor es que no dio ninguna explicación al respecto; simplemente ordeno que no se le molestara— termino por decir, y espero la respuesta de William, imaginando que el estaría al tanto de lo que sucedió durante la mañana y les proporcionaría una explicación que satisficiera su curiosidad.

Pero no ocurrió nada de lo que tenia previsto.

-—Tengo que hablar con Edward, déjenos solos por favor—, fue lo único que expreso antes de que ambas desaparecieran. Tal vez William lograra hacer reconsiderar a su amigo sobre la actitud que había tomado.

En cuanto se quedo solo, entro a la biblioteca sin llamar antes; se había estado controlando por la presencia de la señoritas, pero la verdad es que se encontraba demasiado enojado en ese momento.

—¿En que estabas pensado al proponerle matrimonio a la señorita Hardy?—, pregunto con ira contenida.

Edward, que en ese momento se encontraba sentado en una de las butacas cerca de la ventana; contemplaba con aire ausente la que tenia frente a él, y no se inmuto a pesar de la presencia de su amigo.

—Pensaba en que necesito una esposa, en que la he elegido a ella—, respondió calmado, cosa que no se esperaría de un hombre al que le reclaman en su propia casa.

—¡Tú no puedes hacerlo!—esta vez lo dijo encarándolo.

—Puedo y lo he hecho—, dijo sonriendo, cosa que provoco que William quisiera borrarle aquella sonrisa con un fuerte puñetazo. Pero en ese instante algo cambio en la expresión de Edward—, tú la amas, ¿verdad?—, soltó, y la ira en William se apaciguo un poco; era extraño escuchar de otro lo que no se había atrevido a admitir en voz alta.

—Sí, y por esa razón no puedes casarte con ella—, exigió con un dolor agudo en el pecho al imaginar la escena.

—No lo hare—, admitió con pesar—. Rechazo mi propuesta, me quiere pero como a un hermano, ¿puedes creerlo?—, rio con amargura—. Incluso le pregunte si era por ti, y respondió que no, que no te amaba.

Esto último lo dijo sin pensar, pero para William fue la estocada final; ya no tenia nada que hacer en aquel lugar.

—Muy bien, te informo que me marchare lo mas pronto posible—, se encamino a la puerta.

—No, espera...—pidió Edward, pero William ya no miro hacia atrás.


¡Hola!  Por fin logro actualizar, una disculpa para quien siga leyendo la historia. Sigo con el drama, subiendo el capítulo corto y sin editar. Cuando me de la cabeza lo haré, por el momento será así. Gracias por leer 😊


Allysa Hardy Donde viven las historias. Descúbrelo ahora