No fue la mejor cita del mundo, pero al final una cita. José tomó mi mano y la besó, al abrir la puerta de su auto que se encontraba retirado de la entrada del cine. Pensaba tal vez que sí él quería, podríamos seguir conociéndonos. A ver qué pasaba.
Cuando éste último entró, yo asumí la verdad que quería colocarme el cinturón de seguridad, pero no fue así. José se abalanzó a mí, besando con su sucia boca mi cuello, y tocando por debajo de mi blusa.
Su acción no era fácil de asimilar, con brusquedad traté de liberarme de su agarré -Oye, ¿pues qué te traes?-le grité molesta.
¿Cómo era que un chico dulce, lindo, tierno, y cualquier sinónimo de amistoso se había convertido en esto?
Creo que ni él mismo lo sabía...
-No digas que no quieres.
-¿Perdón?
-Vale, sabes a que veníamos... -dicho esto, su boca se estampó con la mía dejando que su lengua bailara en mi boca, y que grandes cantidades de saliva espesa llenara mi hermosa y bien cepillada lengua, dientes y encías.
Era inaudito, y proseguía la parte dos del manual de «¿cómo liberarse de un acosador para tontos» si, agradecía a mi madre por haberme inculcado el temor a ese tipo de personas y con todo el peso que tenía lo tiré a su lado, mientras mis dedos se introducían en sus ojos.
Al picarlos, los cubrió con sus manos y yo aproveché para salir del auto.
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Te conocí un viernes trece
Short Story«Mi intuición nunca me falló, siempre supe que tenía mala suerte en el amor, ¿que cómo lo sé? Bueno, te conocí un viernes trece.» Historia inspirada en un hecho real. Guardada en SafeCreative. No se permite adaptaciones ni nada por el estilo.