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—Val, vamos al centro comercial—suplicó Gaby, al sonar la campana que señalaba la finalización de la última clase.

—Sabes que quiero, pero estoy a pocos días de terminar ese infierno.

—¡¿Cómo puedes llamarlo infierno?! Si yo hubiese sabido que Sebas da esas tutorías te juro que finjo que no se inglés.

Su obsesión por ese tipo, era abrumadora. En serio, necesitaba un psicólogo para tratar de olvidar las veces que Gaby lo menciona; tenía la esperanza que le hiciera caso, cuando ni la estúpida de Marcela lo ha podido convencer. Yo solo quería seguir pasando de desapercibida, eran pocas las veces que me molestaba y hasta un niño me había pedido salir con él al cine.

Su nombre era José, y era muy lindo. Tanto que su madre le pidió permiso a mi madre para que me dejara ir con él.


Te conocí un viernes treceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora