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—¡Solo dilo!—Cubrí mi rostro con mi bolsón-,salí del asco, verdad.

-¿De qué hablas?—preguntó con ironía.

-Es sobre el examen, ¿no? Con la racha que me cargo, estoy segura que no pase las tutorías.

Sebas lanzó una carcajada mientras caminaba hacia mí, buscó un pupitre vacío y se acomodó. ¡¿Por qué se reía?! Acaso mi nota daba risa, tanto para burlarse en mi cara. Era una insegura de lo peor, y su misterio no ayudaba mucho.

-No, bueno no eres una inglesa nata pero haz avanzado-suspiré aliviada, al menos no era mi nota, pero entonces qué era.

La duda me carcomía, entonces le pregunté para que me había dejado acá. Frunciendo sus labios, mientras miraba sus manos empezó: »Quiero disculparme contigo, el día que te dije sobre tu madre yo no me encontraba del todo bien; y pasé todas las semanas con ese pesar, quería decirlo antes, pero no hallaba la manera... y no quiero que tengas un mala imagen de mí.

Al terminar puso sus brazos sobre su cabeza, esperando a que yo dijera algo.

Parpadeé más de lo normal, porque en verdad que si era especial Sebas. -Ya lo había olvidado-Mentí, todos los días lo puteaba por haber hecho eso.

Estiró su mano brindándomela y antes de dar la mía, él dijo: -¿Amigos?

Y yo acepté.

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Otros cinco apartados de esta historia que amo.

Lamento la tardanza y espero les guste.

Te conocí un viernes treceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora