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Los días transcurrían, ver a Sebastián cada vez luego de clases ya era normal para mí. Gaby decía que tenía suerte por pasar más tiempo con él, pero desde su humillación hacia mí, trataba de hablarle lo menos posible.

«No sé que le ves»

Esa era mi frase, pero si sabía porque le gustaba, o más bien porque les gustaba a la mayoría de las niñas. Y no era porque fuese guapo, la verdad Sebas tenía más; su inteligencia en matemáticas, inglés, química y física; el hecho que tocara el piano y le gustara leer; su dedicación al basquetbol; su forma de tratar a todos; incluso era maestro de catequesis en el colegio.

En unas de las tantas pláticas que mantenía con mi mejor amiga, sugerí que no era de este mundo.


Te conocí un viernes treceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora