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El sábado por fin había llegado, y yo estaba atrasada. Debí haber llegado hace quince minutos, pero mi hermosa madre como siempre el fin de semana se despertaba-nos despertábamos- después de las ocho de la mañana.

Toqué la puerta, esperando que el profesor me calcinara con la mirada por mi falla; pero no fue así, una sonrisa que no podía disimular se manifestó en mí. Sebastián fue quien abrió.

Tal vez esto no iba a ser del todo mal.
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Muchas gracias por leerme, no había recibido notificaciones hasta hoy que actualicé mi celular.
Espero que les guste, y que me sigan dando oportunidad en mis historias.
Besos.

Te conocí un viernes treceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora