7

108 6 0
                                    

                  

Sintió como las piernas le temblaban al escucharlo. Maldita sea, no. Debía moverse ya, debía correr, debía... oh. Antes de seguir pensando desesperadamente, Justin puso sus brazos a los costados de ella, acorralándola contra la pared junto a la puerta. Intentó moverse hacia un lado, pero él tenía sus brazos firmemente extendidos y aferrados a la pared. Torpemente quiso salirse por abajo, pero él solamente se movía en base a sus movimientos, impidiéndole a toda costa librarse de su amarre.

—Déjame salir, déjame irme de aquí— Susurró Rosalyn débilmente, más débil que una maldita pluma.

—¿Por qué? ¿Por qué habría de dejarte ir de nuevo?— Preguntó él en un susurro.

La miraba intensamente, reflejando todo ese dolor contenido por 5 años al estar sin ella. —Ya te dejé ir una vez, y fue el peor error que he cometido en toda mi vida— Dijo, acercándose lo más posible a su cuerpo. Ella tragó saliva, intentando evitar su mirada.

—Estoy aquí por trabajo. No para recordar cosas del pasado— Habló ella, tratando de parecer firme. —Apártate— Lo empujó por el pecho, pero el apenas se movió.

—Empújame cuántas veces quieras, no me moveré— Afirmó él. Ella sólo pudo enojarse más, pero no era enojo, era coraje, recuerdos e ira en su interior. Volvió a empujarlo fuerte, empezó a darle golpes en el pecho, pero Justin seguía allí como piedra. —Déjame hablar contigo...— Rogó.

—No, ¡Quítate!— Le gritó. Un nudo empezó a formarse en su garganta. Maldición, el recuerdo de aquél día en la nevería, cuando vió a Justin en su lamborghini, abandonándola, se hizo presente en su mente.
El corazón le palpitó fuerte, el dolor estaba regresando como una llama de fuego que no se apaga. —¡Tú me abandonaste!— Gritó de pronto. No pudo evitar que una lágrima tras otra rodaran por su mejilla. Ya. Estaba hecho. Estaba rendida de nuevo, sin fuerzas, sin aliento.
Ese recuerdo era el peor de todos. Siguió dándole golpecitos en el pecho, golpes que se hacían cada vez más débiles, golpes para sacar su coraje, su profundo rencor hacia aquél hombre que había amado con todas sus fuerzas y la había abandonado, la había dejado sola, sin importarle lo que le pasara o lo que fuera a sentir.

Se hundió en un mar de lágrimas, mientras Justin la veía fijamente, y la dejaba que lo golpeara, porque él sabía perfectamente porqué lo hacía. El cerró sus ojos con fuerza, mientras recibía un centenar de golpes en el pecho. Sentía un nudo en su garganta que comenzaba a amenazarlo, que le cortaba el habla y lo hacía recordar lo imbécil que había sido al dejarla. Contuvo las lágrimas, solo para no perder las fuerzas con las que se sostenía en pié. Joder, esto le dolía tanto como aquél día en que la dejó. Era igual o peor.

De pronto, Rosalyn se quedó quieta. No siguió golpeándolo más. Puso ambas manos sobre su rostro y se cubrió. Trató de dejar de llorar, pero no pudo. Ahora estaba ahogada en su propio llanto. Fue entonces cuando Justin no pudo soportarlo más. De un ágil movimiento, la atrajo a sus brazos sin esperar su reacción. La sujetó de la espalda y la abrazó con todas las fuerzas que pudo. Rosalyn se hundió en su pecho. Empezó a forcejear en su contra, intentando soltarse de él, romper el abrazo, pero ya no tenía la fuerza para hacerlo. Tal y como años atrás, siempre era débil ante sus brazos.

—No— Susurró él, mientras la obligaba a abrazarlo. —No...— Volvió a susurrar, acariciándole el cabello y tratando de tranquilizarla. —Sólo abrázame— Dijo con un hilo de voz.

Rosalyn dejó de forcejear y se quedó quieta. Sus lágrimas seguían cayendo sin cesar, necesitaba controlarse, respirar, recobrar el aliento. Así que lo hizo... se recargó en el pecho de Justin y cerró sus ojos. Respiró su aroma masculino. Oh... ahí estaba de nuevo el hechizante aroma que la volvía loca. En sus brazos se sintió tan bien... tan segura... tan protegida... tan... amada.

Para Siempre. 3tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora