6

134 6 0
                                    

                  

Dejó las llaves de su auto en la mesa del comedor, como de costumbre. No vió señales de Brittany, así que se dirigió a la habitación que ambos compartían. Abrió con lentitud la puerta y la vió, acostada en la cama, durmiendo tranquilamente. Se adentró y se quitó los zapatos. Estaba muy cansado como para cambiarse, así que optó por dormirse tal y como estaba. Se metió a la cama junto a ella, sin hacer muchos movimientos para no despertarla. Se cobijó levemente y volteó hacia el techo. De un momento a otro, se quedó serio... pensando. En su mente no estaba la pelea que había tenido con Brittany, ni mucho menos todo el trabajo que tenía por hacer... si no una cosa, una sola cosa habitaba en sus pensamientos y lo atormentaba terriblemente; y esa "cosa" más bien era "alguien" llamado Rosalyn Mester.

Santo Dios.

No podía dejar de pensar en ella, estaba sintiendo lo mismo que había sentido el día que la abandonó: Dolor.

Un inexplicable dolor acumulado en su pecho que rogaba por salir de una vez y alejarse de su cuerpo. Maldita sea, no sabía como soportaría esto. Verla de nuevo había sido un choque impactante e inesperado. Realmente estaba prácticamente indefenso ante ella. Dios... se dio cuenta de que la amaba. Pero, ¿La había dejado de amar alguna vez, durante esos 5 años? No. Nunca.

Ahora era consciente de eso. No sabía como reaccionaría al volver a tenerla cerca. Gruñó en voz baja y suspiró. Volteó hacia Brittany y la vió de espaldas, con su cabello rubio cubriéndole la espalda. Quiso pegarse a ella y abrazarla... pero no pudo. Fue como si una pared se interpusiera entre ellos dos. No fue capaz de siquiera moverse. Estaba acostumbrado a abrazarla al dormir, pero ahora... no sentía la necesidad de hacerlo.

Mierda.

Se dio la vuelta y se acurrucó a si mismo, cerró sus ojos y trató de olvidar todo lo que acababa de pasar ese largo día. Seguramente al día siguiente todo volvería a la normalidad, volvería a estar feliz con su novia, y trabajaría normalmente. O quizás... todo estaba a punto de cambiar.

-

Abrió los ojos porque la alarma de su celular la despertó. Mierda. ¿En qué momento se había olvidado de quitarla? Gruñó y la apagó. Se levantó de la cama con algo de flojera y vió el reloj: 11:04 am. ¿Qué? Había dormido demasiado. Bostezó y caminó al baño de su cuarto de hotel para lavarse la cara. Una vez que lo hizo, se quedó mirándose en el espejo. Rayos. Estaba hecha un desastre.

Se vió a si misma con el rímel corrido, los ojos hinchados y la misma ropa de ayer, aquél vestido que usó en la sesión fotográfica. Recordó que apenas había llegado, se había lanzado a la cama a llorar. No podía soportarlo... era algo incontrolable, algo que siempre lograba ganarle: El amor que sentía por él.

Eso, definitivamente era lo que más podía afectarle en la vida. Pero no sólo era eso, si no otra razón importante: Brad.
Se cuestionó a si misma que sentía realmente por él. Maldición... prefirió sacar esos pensamientos y fue hacia su maleta. Sacó algo de ropa para bañarse y arreglarse. Hoy tendría que ir de nuevo al despacho de Justin. Quisiera verlo o no. La realidad era que sí quería... pero soportar tantos recuerdos, dolor y coraje reprimidos por él, por lo que le hizo aquél último día que se vieron... oh, eso le dolía hasta lo más profundo de su ser.

-

—Entonces, ¿No has hablado con Britt desde la pelea de ayer?— Preguntó Tom, para asegurarse de que había escuchado bien. Justin asintió con la cabeza.

—Exactamente. Me siento de la mierda— Susurró Justin, dándole golpecitos a la mesa.

—Es entendible que se haya ido al trabajo sin avisarte, porque no la despertaste ayer al llegar. Seguramente ella quería que hablaran en la noche— Avisó él. Justin suspiró.

Para Siempre. 3tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora