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No tenía ni la menor idea de a donde la llevaría Justin, así que decidió optar por usar un pantalón levis color marrón, una blusa blanca con encaje y un leve escote que dejaba mucho a la imaginación, acompañada de una chaqueta de piel de color marrón también, un tacón no tan alto y de color café, con pocos accesorios y el cabello suelto. Tampoco llevaba mucho maquillaje, sólo algo de sombras que resaltaban sus bonitos ojos azules. Lucía casual y fresca.
Tomó su bolso y se dirigió al elevador para bajar a la primera planta. Estaba nerviosa... mucho. ¿Por qué? No tenía idea. Sólo sabía que las manos le sudaban. Joder. El asensor terminó de bajar y salió. Caminó firme y lento hacia la entrada, para no tropesar con los tacones y hacer el ridículo. Todas las personas allí abajo pusieron su mirada en ella... demonios. Ignoró a todo el mundo cuando su vista se encontró con ese chico, ahora convertido en hombre, parado en la banqueta de afuera, mirándola fijamente detrás de unos misteriosos lentes negros, recargado en su lamborghini... ahora negro y más lujoso que antes.

Llevaba pantalones negros y tenis del mismo color. Una camiseta blanca y por encima una chaqueta de piel negra. ¡Joder! Ambos llevaban chaquetas de piel. Ni modo... ya no había tiempo de regresar a cambiarse. Al parecer su look y su porte no habían cambiado... seguía siendo jodidamente atractivo. Podría provocarle un incendio forestal de hormonas a cualquier mujer con ovarios en el mundo. ¡Maldito! Suspiró y llegó hasta él. Se paró a unos centímetros y le sonrió forzadamente. Justin se lambió los labios de forma inconsciente... ¿O no? Luego sonrió mientras la observaba de pies a cabeza.

—Caminas y luces tal y como lo que eres: Modelo— Alagó él. Ella no pudo evitar ruborizarse un poco. —Todos te admiraban allá adentro. Luces hermosa— Dijo, quitándose los lentes. Sus ojos mieles finalmente se hicieron presentes, reflejando total ternura y amor hacia ella. Tragó saliva.

—No sabía que ponerme... así que esta soy yo en un día normal— Dijo, refiriéndose a su atuendo informal. Justin sonrió cautivante.

—Me gustas— Susurró él. Ella frunció el ceño. —Digo, me refiero a tu estilo, me gusta tu estilo— Corrigió. Ella asintió, pero supo a lo que realmente se refería. Puso un mechón de su cabello detrás de su oreja.

—Gracias. ¿Nos vamos ya?— Preguntó, insistente. Él asintió. Se volteó para abrirle la puerta.

—Primero las...— A su mente vino un recuerdo. Y al voltear a verla, supo que ella también lo había recordado.

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—De acuerdo— Respondió. —Como sea. Falta una casa por ver— Avisó. Ella asintió. —Primero las muñecas— Dijo, abriéndole la puerta del copiloto para que entrara. Ella soltó la carcajada.

—Damas— Lo corrigió. Él sonrió.

—Eres muñeca para mí— Avisó él. Puso una mano detrás de su espalda y la atrajo a su torso. Le besó la comisura de los labios, haciéndola estremecerse. —Mi muñeca...— Susurró, antes de atraparla en un perfecto y profundo choque de labios.

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Oh... no pudo evitar sonreír como estúpido ante el recuerdo. Ella estaba conteniendo una sonrisa también. ¿Por qué era tan difícil para ella sonreírle? No le gustaba eso. —Damas— Dijo, aguantándose las ganas de decirle muñeca de nuevo. Quizás pronto lo haría de nuevo... pero no era el momento. Ella subió al copiloto y Justin cerró la puerta. Se dirigió al asiento conductor y cerró ambas puertas con llave. —Ponte el cinturón— Pidió. Ella hizo caso.

—¿A dónde iremos?— Preguntó curiosa. Justin encendió el motor y este rugió fuerte, haciendo que ella se sobresaltara. Él sonrió.

—Hay un lugar aquí en Chicago, es muy visitado, se llama "El paseo de los sueños"— Dijo él. Pisó el acelerador y empezó a conducir.

Para Siempre. 3tempDonde viven las historias. Descúbrelo ahora