Capitulo III.

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Aun me encontraba temblando. Había estado a punto de morir, y solo por unas cuantas latas de comida; pero así es el mundo ahora. Me costaba un poco respirar, aun podía sentir las manos de aquel hombre en mi cuello.

Observe al chico que estaba en el suelo, él seguía mirándome pero no dijo nada más.

-Gracias. -le dije, el asintió e intento levantarse, pero no pudo. Me acerque a él y lo ayude a recostarse de la pared. Lo deje ahí y fui a inspeccionar la casa a ver si encontraba algo que me pudiera servir. En una de las habitaciones conseguí un juego de cartas, las guarde en la mochila para William, el seguro se entretendría con ellas.

Pero me saque la lotería fue en una habitación que parecía ser más bien una oficina, había cajones con varios tipos de armas. Observe el espacio en mi mochila y no había mucho, si me llevaba todas las armas no tendría suficiente espacio para llevar las latas, así que solo tome un par de armas pequeñas, ya vendría luego por las demás.

Fui de nuevo a donde había dejado al chico y me senté a su lado. Estuvimos varios minutos en silencio, hasta que finalmente le hablé. - ¿Estas sólo?-pregunte, el negó con la cabeza. - ¿Tienes un refugio?

-Si, a pie está a un día de distancia.

-Te puedo dar la mitad de las latas, hay sufí...

-Las necesito todas. -me interrumpió.

-Lo siento, pero no puedo dejar que te las lleves todas.

-No entiendes, no tenemos comida desde hace ya una semana, tenemos niños enfermos. -Me miró fijamente. -Las necesitamos.

Me levante rápidamente, tome la mitad de las latas y las guarde en mi mochila.

-Yo también las necesito. - dije y salí de ahí.

Iba trotando de regreso a la casa, en el camino me encontré con algunos infectados, pero nada que no pudiera manejar.

Me sentí un poco mal por aquel chico, pero solo un poco, el me había salvado después de todo.

Al llegar a la casa fui a ver a William, se encontraba hojeando una vieja revista, al verme su mirada se ilumino.

-Volviste. -sonrió.

-Traje varias cosas. - saque todas las latas de la mochila, eran más de diez, eso era bueno.

-Se me antoja maíz. - asentí y fui a la cocina para cocer el maíz.

Al estar listo, comimos tranquilos y en silencio.

No podía dejar de pensar en aquel chico, el había dicho que su refugio no quedaba muy lejos de ahí, y después de lo que hizo por mí, no creo que sean malas personas... Tal vez podría llegar a ser un hogar para William. Sin duda estaría mejor en un solo lugar que andando de aquí para allá conmigo, no es muy seguro andar por ahí afuera.

A cada momento pensaba en lo mucho que William me recordaba a alguien de mi antigua vida; No solo era su aspecto, si no también su personalidad: soñadora y despreocupada. Esa era la principal razón que me hacía pensar una y otra vez si de verdad el llegaría a estar bien en aquel refugio, o si era mejor que se quedara conmigo. Mi corazón quería que él se quedara conmigo, su enorme parecido con aquella personita de mi pasado me hacía quererlo tanto como quería a aquella otra persona, era algo tonto, pues yo sabía que William en realidad no era él, pero aun así no podía evitar imaginar que hablaba con él y no con William.

-He notado- dijo sacándome de mis pensamientos. - que a veces me miras con cariño.

- ¿Qué quieres decir?

-Como si me hubieras extrañado. -se encogió de hombros.

-Dime algo- creo que ya venía siendo momento de preguntárselo- ¿Por qué estabas solo en el sótano?-mi pregunta claramente lo incomodo, me miro en silencio y luego me dio la espalda. Suspire y tome los platos para llevarlos a la cocina, pero su pequeña voz me detuvo.

-Mi mami- voltee a verlo pero el seguía de espaldas, me quede parada y espere a que continuara. - ella me cuidaba de los muertos. Siempre salía a buscar comida y traía bastante, ella no me dejaba salir del sótano, decía que ahí era seguro, que si salía de ahí, me matarían. Yo le hacía caso, siempre tenía miedo; cada vez que ella se iba a buscar comida o cualquier cosa que necesitáramos yo tenía miedo de que ella no regresara, tenía miedo de estar solo, odio la soledad. Cada vez que ella volvía yo era tan feliz y me sentía a salvo, pero luego tenía que volverse a ir y mi miedo regresaba.

›Un día mi mami volvió con un montón de comida, ¡Hasta me trajo dulces! Tal y como hacía antes cuando regresaba de su trabajo. Pero ella estaba malherida, me conto que había tenido que luchar con gente muy mala, debido a que ellos también querían la comida. -su voz se escuchaba entrecortada y casi no le oía, me senté a su lado y toque su cabello. -A ella la mordieron. Me dijo que cuando estaba peleando con aquellos malos, se le acercaron unos muertos y no se dio cuenta, la mordieron. Yo estaba feliz de verla, pero seguía asustado y triste. Ella me dijo que no se podía hacer nada, que ahora ella estaba infectada así que no era seguro que estuviera conmigo.

›Ella me advirtió, que había gente muy mala afuera, que no debía salir del sótano, que solo ahí estaría seguro, que me alimentara con lo que ella me trajo y cuando se acabara, me dio instrucciones de que esperara a mi Ángel de la Guarda, que él me llevaría con ella al cielo.

›Luego se despidió de mí y se marchó, me dejo solo. Cuando se terminó la comida, paso tanto tiempo, y me sentía triste, solo, enojado, pero sobretodo, estaba asustado, tenía tanto miedo y la extrañaba mucho.- acaricie su cabello mientras el lloraba y hacia su mayor esfuerzo para continuar hablando.- Cuando escuche ruido aquí arriba, no sé porque pensé que podía ser mi mami, yo estaba tan cansado, casi no podía moverme, pero esa pequeña posibilidad, de que tal vez fuese mi mami, fue suficiente para darme un poco de fuerza, no lograba levantarme del suelo para abrir la puerta, así que solo toque y toque hasta que ella abriera. Pero cuando la puerta se abrió, te vi a ti, no a mi mami. Entonces supe que ella no regresaría; pero pensé que tú eras mi Ángel de la Guarda y me llevarías con ella. Ya no sentía miedo, estaba feliz porque me iba a encontrar con mi mami. Pero tú no me llevaste con ella. - Volteo a mirarme. - Tú eres diferente de todos aquellos Ángeles de los que siempre me hablaban, Katia. Tú eres más especial que esos Ángeles de las historias de mi mami. Tú eres real, tú me salvaste.



Solo sobrevive.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora