Capitulo IX.

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Yo era solo una niña cuando mis padres se divorciaron. No tendría mas de 13 años, si mal no recuerdo.

A mi realmente no me afecto demasiado, yo era la hija de en medio y ellos casi ni me prestaban atención, pues Ken, quien era mi hermano mayor, obviamente era el favorito de papa, mientras que el pequeño Khal, mi adorado hermano menor era el favorito de mama. Ellos decían que nos amaban a los tres por igual, pero yo, la ignorada hija de en medio podía ver que no era así.

No es que me queje del todo, mis padres claro que me amaban, pero gracias a que la mayoría del tiempo me ignoraban, no me afecto cuando vi salir a mi padre de la casa con sus maletas, dejando tras de el únicamente el fuerte sonido de la puerta principal al ser fuertemente cerrada, con furia.

— Maaaaamiiiiiii.— Khal había salido corriendo en busca de mama al ver a nuestro padre de esa manera, lo seguí hasta que llego a la habitación que compartían mis padres, aunque últimamente era solo mama quien la ocupaba. Papa siempre estaba en el trabajo.

O eso era lo que me decían.

— ¿Por que papi salio de casa tan rápido?— me quede apoyada en el marco de la puerta mientras observaba a Khal tirarse a los brazos de mama, ella lo levanto del suelo y el enredo sus pequeñas piernas al rededor de su cintura.

— Vaya, Khal.— mama hizo una mueca por el esfuerzo.— estas pesadito.— dijo en broma y hundió su cara en el pequeño cuello de Khal para hacerle cosquillas, él se retorció mientras reía fuertemente, una sonrisa cubrió mi rostro al ver esa escena, tan normal en mi vida, pero que me llenaba de felicidad.

— ¿A donde fue papá? — Ken apenas entro a la habitación, fue lo primero que dijo, de manera demasiado brusca para mi gusto, por lo que no pude evitar ponerle mala cara por arruinar el momento.

— Oye, Khal, ya esta un poco tarde, deberías ir a dormir.— mama ignoro la pregunta de Ken, al igual que había ignorado la de Khal.— ¿Por que no le pides a Katia que te lea un cuento para dormir?— mi madre le dedico una hermosa sonrisa a mi hermanito y este de un brinco se libero de su agarre, corriendo emocionada mente hacia donde me encontraba.

— ¡Si, si, si!— gritaba mientras saltaba a mi alrededor, el pequeño Khal era el infante de 5 años con mas energía que había llegado a conocer en mi vida.

Lo tome de su manito y lo guie hasta su habitación, lo acosté en su cama y lo arrope, tome el cuento que estaba en su mesita de noche, justo al lado de su lámpara repele monstruos, así la llamaba el.

— Muy bien, entonces hoy leeremos el patito feo. — dije al leer el titulo del cuento que tenía en mis manos.

— ¡Ese me lo leyeron ayer! — reprocho. — Léeme otro, Katia, por favooooooor. — Solté una leve risa al escucharle ese largo por favor, era demasiado tierno.

— De acuerdo, ¿Cuál quieres que te lea? — se levanto emocionado de su cama y fue hasta su pequeña estantería, saco uno a uno los libros, observando con atención sus portadas, hasta que finalmente consiguió el que buscaba.

— ¡Quiero este! — tome el libro de sus pequeñas manos y el volvió nuevamente a la calidez de sus sabanas, sus ojos estaban decaídos por el sueño pero se sobre esforzaba por mirarme con atención.

— Mi Ángel de la Guarda. — leí el titulo del cuento y sonreí al recordar cuando mi padre me lo leía a mí.

Solo le había leído un par de páginas cuando el pequeño ya se encontraba profundamente dormido. Me dedique a observarlo, su pecho bajaba y subía lentamente, su cara estaba totalmente serena y su oscuro cabello ya le llegaba a los ojos, ya era tiempo de hacerle un corte. Le aparte con cuidado el cabello de su pequeño rostro y el rio ante mi tacto, era demasiado sensible a las cosquillas.

Deje el libro en la mesita de noche y me dirigí a la cocina, en el camino me tope con un hermano mayor enojado, y al llegar a mi destino, me encontré a mi madre recostada del mesón de la cocina, su cara oculta entre sus manos.

— ¿Mamá? — la llame. — ¿Estás bien? — sus ojos se veían algo hinchados y parecía cansada, aun así, me dedico una sonrisa.

— Si hija, no te preocupes, solo una simple migraña. — me moría por preguntarle el porqué de que papa se haya ido tan enojado, quería preguntarle si había peleado con Ken, quería preguntarle muchas cosas. Pero eso no era lo que ella necesitaba, así que la abrace, porque eso era exactamente lo que ella necesitaba.

— No te preocupes mami. — le susurre levemente y nos quedamos así un rato, ella aun apoyada en el mesón, y yo rodeándola con mis brazos, intentando transmitirle mi amor. Bese su mejilla y proseguí a retirarme de la cocina, pero al llegar al umbral que separaba la cocina de la sala, mi madre me llamo.

— Mi Katia. — se dedico a observarme, gratitud y un inmenso cariño desbordaban en su mirada. — Gracias. — Me regalo una dulce sonrisa, y yo hice lo mismo.

Me fui a mi habitación y me recosté en mi cama. En lo único que podía pensar era en Khal y en mamá, mis padres estaban pasando por una etapa difícil en su matrimonio, eso yo lo tenía claro, pero nunca creí que mi papá se marcharía súbitamente de la casa, sin dar explicación alguna más que su fuerte portazo. Mi Khal crecería sin su padre, y mi madre tendría que hacer ambos papeles en el hogar.

Esa noche casi no pude dormir, todo lo que hice fue llorar y echarle la culpa a papá de mi infelicidad, quería meterme en la cabeza de que lo odiaba, pero no podía, y llore aun más por ser tan débil.

Solo sobrevive.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora