A pesar de mi alta estatura, siempre he sido una chica ágil, así que en lo que escuche las palabras de Carlos y vi a Lorenzo sacar su arma, me arroje a un lado por puro instinto, sin siquiera llegar a pensarlo del todo. Escuche el fuerte disparo que hizo el arma de Lorenzo y luego le siguió un disparo más fuerte, esta vez del rifle de Walter.
Rápidamente me escondí tras las cajas, Lorenzo y Walter intercambiaban disparos sin descanso, y el ruido era tan ensordecedor que me costaba pensar con claridad. Me encontraba tan desconectada debido al ruido, que no me di cuenta que Carlos se acercaba para atacarme, si no hasta que lo tenía sobre mí, con la punta de su cuchillo a centímetros de mi nariz.
— Ya veo que lo que decían sobre ti no eran exageraciones. — dijo entre dientes mientras que con ambas manos luchaba conmigo por enterrarme el cuchillo en la cara. Mis manos sostenían las suyas con fuerza, impidiendo que bajara el cuchillo, no tenia planeado dejarme matar por una persona como él.
Con mi rodilla golpee su estomago, provocando que su agarre se aflojara un poco, lo cual fue suficiente para quitármelo de encima y levantarme del suelo con un salto.
Carlos me observo desde el suelo, con una cínica sonrisa en sus labios y una mirada que ya me había acostumbrado a recibir luego de haber sobrevivido tanto tiempo. Me moví hacia él para darle una patada en su feo rostro, pero él fue más rápido y rodó hacia un lado, esquivando mi patada, lo cual me hizo perder el equilibrio por un breve momento, y para cuando me recuperé, él ya estaba de pie frente a mí con su cuchillo apuntándome.
—Cuando acabe contigo, me encargare de ese mocoso que trajiste. — su voz sonó llena de maldad, insinuando que haría mucho más que solo matarlo. La furia me embargo y me lance contra él mientras que de mi boca se escapaba un grito de guerra.
Y como una tonta, caí en su trampa y su cuchillo se enterró en mi brazo izquierdo, pude sentir la sangre caliente emanando de la herida y deslizarse hasta mi mano, pero no sentí dolor, quería matarlo.
Lance mi cuchillo hacia su cara, pero fue más rápido y esquivo mi golpe, gemí con frustración y me concentre en recuperar mi equilibrio, sentía muchas ganas de matarlo, podía sentir el latido de mi corazón y la ira hirviendo en mi sangre. Todo estaba negro a mi alrededor y lo único que veía con claridad era él, todo lo que escuchaba era él, y todo lo que deseaba era enterrar mi cuchillo en su maldito rostro.
Me encontraba fuera de mi misma, sin control, lanzaba cuchilladas a diestra y siniestra, pero él lograba esquivarlas todas y eso me enfurecía aun más. Me lance sobre él y ambos caímos al suelo, sentí un calor en mi pierna, pero no me importo, al fin lo tenía donde quería. Enterré mi cuchillo en su rostro, vi como la sangre salía a borbotones de la herida, pero ni así me detuve, volví a enterrar mi cuchillo una y otra vez, tantas veces que la cabeza de Carlos era una masa de carne y sangre en mis manos.
Sentí unas manos fuertes debajo de mis axilas que me levantaron del suelo y me alejaron del cuerpo, pero aun así yo seguía gritando y lanzando estocadas a la nada, mientras que la sangre salpicaba a todos lados por mis movimientos bruscos.
— ¡Katia, basta! ¡Cálmate! — las manos que me habían levantado me hicieron soltar el cuchillo y luego me zarandearon para que volviera en mi. Finalmente mi mirada se centro y me encontré con el rostro preocupado de Walter. — Dios mío. — suspiro y me soltó cuando noto que estaba comenzando a calmarme, me encontraba temblando y sentía un fuerte nudo en mi garganta.
Cuando mire el rostro destrozado de Carlos, mi estomago se revolvió y mis piernas fallaron, caí al suelo y el dolor tanto físico y emocional me golpearon como una ola de cinco metros. Carlos había logrado acuchillarme dos veces, una en el brazo y otra en la pierna. Me encontraba tan cegada y llena de adrenalina que no había sentido el dolor si no hasta ahora.
Mire mis manos, llenas de sangre y los recuerdos me embargaron, el nudo en mi garganta se hizo más fuerte y las lagrimas cayeron por mi rostro, se sentían como fuego quemando mis entrañas, pero no lograba reprimirlas.
— Katia...— la voz de Walter era dudosa, temiendo mi reacción. — Permíteme vendar tus heridas. — asentí lentamente y deje que limpiara y vendara mis heridas. — cuando lleguemos a la comunidad cambiaremos los vendajes. — me dijo, pero yo no paraba de llorar.
Escuche pasos acercarse a nosotros y levante mi mirada, Desiré y David habían vuelto ya con Julian y los demás.
— ¿Qué diablos paso aquí? — la voz de Desiré se escucho lejana en mis oídos.
— ¡Katia! — David rápidamente se agachó y se coloco frente a mí, y al ver esos ojos azules no pude evitar llorar aun más. — ¿Qué paso? — le reclamo a Walter.
— Necesito una explicación, y es ya. — exigió Julian. Walter suspiro y procedió a contarles todo, desde como encontramos las cajas hasta el encuentro con Lorenzo y Carlos y sus respectivas muertes.
— No puedo creer que Carlos haya estado metido en esto. — dijo Desiré.
— A mi no me sorprende. — bufo Julian. — Ese bastardo actuaba de manera extraña.
— Entonces, ¿A Lorenzo lo mato un infectado? — pregunto uno de los hombres que había venido con Julian.
— Así es. — Afirmo Walter. — Y menos mal, si no me hubiera gastado todas mis balas.
— ¿A Carlos también lo mato un infectado? — pregunto otro de los hombres. — Tiene el maldito rostro hecho papilla. — David me miro preocupado y yo baje mi mirada, avergonzada.
— Eso ya no importa. — corto Julian. — Vamos, debemos llevar todo esto a la comunidad. — todos se pusieron a trabajar, pero David y Walter me llevaron afuera de la panadería para tomar algo de aire fresco.
— Debemos llevarte rápido a la comunidad. ¿Te duele? — me pregunto David lleno de preocupación.
— Las he tenido peores. — mentí.
— Katia, no diré nada de lo que paso hace rato. — Walter me miro serio.
— Gracias. — él asintió y volvió a la panadería, dejándome a solas con David. — Siento que vomitare en cualquier momento. — le confesé.
— Tranquila, nos iremos en un rato. — su voz era suave, como una caricia. Saco de su bolsillo un pañuelo y lo mojo con un poco de agua, me limpio el rostro con cariño y sentí de nuevo el fuerte nudo en mi garganta.
— David. — mi voz estaba llena de dolor, aparte su mano de mi rostro con suavidad y él me miro con atención. — Yo deje a Carlos así. Perdí el control. — confesé con mi cabeza baja, no tenía el valor suficiente para mirarlo a los ojos. Espere a que dijera algo, o que simplemente se fuera, pero en vez de eso, solo guardo silencio y me rodeo con sus brazos, con sumo cuidado, como si tuviera miedo de romperme. — Lo lamento. — susurre con mi voz entrecortada debido a las lagrimas que amenazaban con salir, él acaricio mi cabello y yo solo solloce en sus brazos durante un rato. Me dolía todo mi cuerpo y también mi corazón. — Carlos me dijo lo mismo que había dicho el asesino de mi padre, y por eso no pude controlarme. — confesé una vez más, sentía como la brecha entre David y yo sé acortaba, pero no me importo. — Sentía que cada cuchillada que le daba a Carlos, en realidad se la daba al asesino de mi papá. — luego de haberle contado eso a David, seguí llorando, y él en ningún momento me soltó. Podía sentir su calidez, y eso poco a poco, me hacía sentir mejor.
Ya no dolía tanto.
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Solo sobrevive.
ParanormalKatia ha logrado sobrevivir por su cuenta desde el inicio, no ha necesitado ayuda de nadie, solo su ingenio y su cuchillo la han salvado de las mandibulas de los infectados. Detras de ella ha dejado una larga sombra de penas y muerte, pero eso n...