Capitulo 4

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  POV Emy

Inhala, exhala, inhala, exhala, ¡Debo tranquilizarme!

¿Qué harían ustedes, si a la que consideras tu mejor amiga o chica prohibida, te da el mejor beso de tu patética existencia?

Y no me vayan a decir que se quedarían ahí y enfrentarían su mirada, porque eso ni ustedes se la creen.

¡Dios!

Sí, por si tenían dudas me voy a tomar la molestia de aclararlo: además de soltera empedernida, estupida y mentirosa, soy cobarde. ¿Qué esperaban que me quedara a enfrentar esa maravillosa mirada azul de Astrid? ¡Por favor! Sí, soy débil, ella me desarma... Un momento ¿Desde cuando me desarma?, ay, si ya me volví loca, un beso de ensueño y estoy pensando tonterías

¿Podré verla a la cara?... si tan sólo hubiera sido un simple roce de labios, como los que me di alguna vez con mis ex's... porque ahora ya podía decir que esos no y repito, NO habían sido besos comparados a lo que había hecho hace apenas cinco minutos, pues sería más fácil... tal vez una sonrisa o una risita tonta por parte de ambas, quizá una disculpa y todo olvidado...

Pero es que había sido tan... tan... extraño y alucinante... ella tenía algo tan adictivo que, sin querer volví a pasar mi lengua sobre mis labios para ver si aún lo tenía, al descubrir que todavía el sabor de Astrid estaba aún en mi boca, no pude evitar gemir nuevamente y cerrar los ojos para recordar el momento...

— ¡AHHHHHHH!— Me di la vuelta recargándome en la pared y con una mano el pecho tratando de no hiperventilar. Definitivamente esa chica esta decidida a matarme de un susto, o yo estoy muy ¿asustadiza? Últimamente.

— Lo siento.

— ¡**** sea Astrid !— bramé— ¿Es que siempre tienes que aparecerte así?

— Lo siento— repitió.—No pensé que estuvieras a años luz de aquí. ¿En qué pensabas?

¿Qué le iba a decir?, ¿En lo bien que sabía?, ¿En que comenzaba a arrepentirme del mejor beso de toda mi vida?, ¿En que estaba celosa de todas las tipas que podían besuquearla menos yo, porque era su mejor amiga?, ¿En que comenzaba a plantearme hasta que punto era mentira lo que le dije a mis padres?, ¿Desde cuando me gustaban las chicas?, ¿Desde cuando me gustaba Astrid? Era demasiado todo lo que había sucedido entre unos 30 o 40 minutos...

— Emily— escuché que me llamaba, obviamente no hice caso porque aún no decidía como verla la cara y no lanzarme a besarla como desquiciada pues me urgía volver a probar su boca.

Seguía viendo mis zapatos, perdida en mis pensamientos cuándo sentí como la mano de la morena me tomaba del mentón y me obligaba a verla... y yo pensando en cómo hacerlo.

— ¿Qué tienes?

¿Astrid es ingenua o estupida?, ¿Se atrevía a preguntarme que tenía?

Y de nuevo la duda... ¿Qué sería bueno responder? Unas ganas locas de besarte. La necesidad de desaparecer y no verte. Deseos de matar a Rob y mi madre por ponerme en esta situación. Secuestrarte para poder besarte todo el tiempo. Hacer una lista negra con todas tus ex lo cual seria interminable y preguntarles si siempre besaste de esta manera, etc, etc. ¡Tengo imaginación y las posibilidades son ilimitadas!

— Nada.— Respondí al fin. — Es sólo que esto,— hice un gesto con las manos— todo esto es... demasiado para mí. Rob, mi familia pensando que soy... tú sabes, y esto de la novia...

— ¡Ey!— Me dijo a la vez que me tomaba por los hombros y me frotaba después los brazos— Sabes que no estás sola. Cuentas con Lucia... yo que soy tú amiga, tu novia, tu amigovia

— Ese es el punto. Presiento que esto no va salir bien... tú tienes novias y yo...

— Ya hablamos de eso. Ninguna es mi dueña, yo hago lo que quiero y quiero ayudarte. ¡Eres mi mejor amiga! He quebrantado un sinfín de normas del colegio con peligro de expulsión. Eso no puede ser más difícil que el tener que abrazarte o date besos.

«¡Y. QUE. BESOS!»

— Pero...— Puso su dedo en mi boca e impidió que hablara.

— Mira, que te entre en la cabeza que nada de lo que hagas o digas va a hacer que deje de ser tu amigovia, y te advierto que si decides contratar a una, soy capaz de matarla.

Suspiré... ¿Qué otra cosa podía hacer si no aceptar? Ya sabía que cuando una cosa entraba en su cabeza, no se iba tan fácilmente.

— De acuerdo.— Accedí finalmente.

— ¡Genial! Mira, necesito ayuda Y tú, mi nueva novia vas a ayudarme.

— ¿Perdón?

— ¡Emy!— Me estaba cansando que me contradijiera.— ¿No creíste que iba a ser tú pareja gratis, o, sí?

— ¿Piensas cobrarme?— Y yo pensé que era por su buena voluntad y alma noble, propia de una Monroe.

— Hasta hace unos... —Miró su reloj— cuarenta y cinco minutos pensabas pagar y...

¿Alma noble?... ¡Y una mie.rda!

— Vete a la mie.rda Monroe— Le contesté enojada y la aventé para que me dejara pasar y así poder regresar al living y seguir con la búsqueda de mí gigoló.

"Necesitas una novia... porque estás viendo a la tuya"

Tarada. Hipócrita. Idiota. Fácil. Mujeriega.

Solté un bufido. Iba a empezar a idear un asesinato contra mi madre cuando su mano me detuvo.

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POV Astrid

¿Es que nunca iba a poder mantenerme callada?

Bueno, tal vez es que no me expresé bien. Yo sólo pretendía pasar más tiempo con ella y así poder conocer ese lado sexy de Emy que no había tenido la oportunidad de ver.

— Espera.— La detuve de la manga. Forcejeó un poco pero finalmente logre que se detuviera aunque no que volteara.— No te enojes.

— ¡No estoy enojada!

— Sí lo estás.

— ¡Ya te dije que no! ¡Suéltame Astrid, Que si no quieres tener que renunciar a tocar el piano por un mes!— Intentó zafarse de nuevo, así que la única manera que se me ocurrió para que no se fuera, fue el abrazarla por la cintura y hacer que su espalda se apoyase en mi pecho.

Y vaya que funcionó, porque se puso rígida y se quedó quieta inmediatamente.

— Sí lo estas.— Le dije cerca de su oído y sentí como tembló, cosa, que para que les miento, me gustó y me causo gracia.— ¿Qué dije para que te molestaras?— Otro escalofrío por parte de ella y una sonrisa más grande para mí. Respiré, y lo que parecía ser el perfume de manzanilla penetró en mis narices. Era tan rico que inhale de nuevo.— Umm, dime por que estas enojada.— Volvía a hablar, con un tono de voz que no sabía que tenía, sólo por el placer de sentirla estremecerse en mis brazos. Cerré los ojos y comencé a frotar mi nariz contra su cuello.

¡Dios, que bien olía!

Y sin siquiera ponerme a pensar, le di un beso, luego otro, y otro y otro, en su cuello.

— Ummm.— La oí gemir. Mi ego ya no tenía límites.

Lentamente se dio la vuelta. Dejé mi nuevo Hobby y la mire.

— Lo siento.— Para que hacerme la tonta, bien sabía que mi comentario acerca de su problema la había lastimado.— No era eso lo que quería decir. Sólo pretendía pasar más tiempo contigo y que me ayudaras con algunas materias de la Universidad— Dije y me acerque para darle un beso en su cuello cerca de su oreja.— ¿Me ayudas?.— Susurré.

— Está bien.— Me dijo separándose de mí y señalándome con su dedo.— Pero trata de no ser una imbécil todo el tiempo.

— Lo prometo.— Le dije levantando mi mano en señal de promesa. Ella sonrío puso su manos contra la mía y me dio un beso.

—Gracias.— Me dijo con las mejillas rojas, se veía tan linda sonrojada.

— No hay de qué. Para eso estamos las amigas.— Respondí con la mejor de las sonrisas, esa, la que utilizaba por las noches en las confiterías.

— Me alegra que seamos amigas de nuevo pero hazte a un lado que tengo que hacer unas llamadas.

— ¿A quién?

— A la número 48, creo que el folleto decía Vanessa.

— ¡No empieces de nuevo! Eso ya lo hablamos hasta el cansancio. No empieces con que quieres contratar a la imbécil de la 48.

— Mira quién habla de imbéciles. ¿Estás celosa Astrid o solo te crees muy lista?

— Y muy guapa.

— Y humilde.

— Te olvidas de que soy guapa— La tomé de la cintura y la acerqué a mi.

— Y egocentrista— Sus manos estaban en mi cuello y jugaban con mi pelo.

— ¡Y sexy, Emy!— Agregue en un susurro. — Pero guapa.

— Lista, humilde, egocentrista, sexy y... — Alzo una ceja y sonrió— guapa.

— Sí, esa soy yo, Astrid Monroe y así me quieren.

— ¿Quién?

— Todas, pero solo espero que me quieras tú.

Y nos besamos. Por fin. Ella me sonrío de vuelta y sin soltarnos de las manos regresamos al living donde Lucia nos esperaba.

Esto de fingir ser novias iba a resultar de lo más fácil. Conocía a mi amiga, bueno una parte de ella, lo que la hacía interesante. Además sabía deliciosa y el besarla y abrazarla era de lo más cómodo, instintivo y natural.

¿Qué problemas podríamos tener?

¿Enamorarnos?

¡Bah! ¡Por favor!

NOTA: La historia NO es mía.  


Mamá, Papá... Soy GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora