Capitulo 13

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El sol de un portazo y en la habitación un claro de luna nos iluminó.

Abrazado a mí y escucha brindar nuestros corazones.

Te tengo en mis brazos y te oigo respirar, despacio te tapo y te vuelvo a abrazar.

En la obscuridad escucho brindar nuestros corazones, si no hay confesiones tus parpados caerán

La vida es coleccionar pequeños momentos de felicidad, que son como el día que siempre se va... pero regresan.

Si cierro los ojos solo pienso en ti, te canto al oído antes de dormir.

Y en la obscuridad escucho brindar nuestros corazones, sino hay confesiones tus párpados caerán.

La vida es coleccionar pequeños momentos de felicidad, que son como el día que siempre se va... paro regresa.

Abrázame, abrázame tú también, que a veces temo perder, perderte otra vez.

La vida es coleccionar pequeños momentos de felicidad, que son como el día que siempre se va...

Canciones de amor, historias que nunca tendrán vencedor, te tengo en mis brazos junto al corazón...

Somos dos estrellas...

Pequeños Momentos, La Oreja De Van Gogh (N/E para ser sinceros no he escuchado la canción D: XD)

Mamá, Papá... Soy Gay (13)

POV Astrid:

Cuando llegamos a la habitación y vi la cantidad de personas que estaba allí una ola de pánico me atravesó, tragué con algo de fuerza, de reojo miré a Emy y de inmediato noté lo pálida que se había puesto. Sentí que me apretaba la mano y le devolví el apretón.

— Eh... Ummm... ¿Hola?— Dijo luego de aclararse la garganta y ya con todas las miradas puestas sobre nosotros. — Familia— Su vos sonó bastante segura y eso me dio fuerzas para no salir corriendo. — Les presento a mi novia...

— Astrid Monroe mucho gusto.— Me presenté nadie dijo ni hizo nada. Me puse nerviosa.

Pasaron unos muy largos minutos que casi se hicieron horas hasta que Larissa la llamó y fue cuando se zafo el zafarrancho. Todo el mundo hablaba a la vez, yo me sentía aterrada, pues lo único que podía ver eran las miradas de sus tíos sobre mi.

— ¡CASARSE!, ¡ESO SI QUE NO!— Gritó uno de ellos

— ¿QUIEN SE VA A CASAR? AQUÍ NADIE SE CASA — Grito otro. — JOVENCITA ¡SIENTATÉ INMEDIATAMENTE!— Miré asustada a Emy y ella solo se encogió de hombros y se sentó conmigo en un sillón y de repente me sentí como cuando tuve que ir (cada día de la preparatoria) a excusarme con el director por mis travesuras.

— Nombre completo.— Exigió otro de sus tíos.

— Tío Alfredo, por favor...— Comenzó a decir mi pelirroja.

— Tú te callas jovencita. — Le contestó el tal tío Alfredo y yo lo miré enfadada, nadie, absolutamente nadie le hablaba así a mi Emily.— Nombre completo.— Exigió de nuevo.

— Astrid Aleen Moroe.— Le contesté con tono serio y levantando la barbilla.

— Edad y fecha de nacimiento...

— Tío Luis ¿Tú también?

— Lo siento hija, el deber es el deber.

— 23 años. 20 de febrero.

— ¿Dónde estudias?

— En la Universidad de Londres.

— ¿Qué me dices de tus padres?— Preguntó el tío que gritó primero.— ¿A qué se dedican?

— Mi madre Eileen es estilista. Mi padre Marius es empresario. Cuando no estoy estudiando para mis exámenes lo ayudo con sus negocios.

— Así que no eres pobre. ¿Por qué te debieron de dejar algo de dinero, no?

— ¡Tía Alicia!

— No, señora.— Contesté con una sonrisa y miré de reojo a Cynthia "Va por ti Emy".— Me heredaron una considerable fortuna y la casa, pero mi padrino, que era él último y único heredero de su familia, falleció hace dos años, y también me dejó su fortuna y la de su familia, juntó con una mansión de Italia y al parecer acciones y demás propiedades en el extranjero.

— Bien.— Intervino el tío Alfredo.— ¿Ustedes que dicen?— Preguntó a los demás.

— Dinero, familia, inteligente, bien parecida... Por mi no hay problema. — El tío Luis me había dado el visto bueno, al parecer.

— Yo tengo una pregunta más.— El suelo se movió y mi estómago cayó a mis pies. El señor Gabriel me estaba mirando muy seriamente.— Hasta donde tengo entendido, mi hija es una, o mejor dicho tu única, mejor amiga. La conoces desde los once años y  hasta donde tengo memoria mi hija siempre quiere estar donde estés tú... Así que: ¿Por qué ahora?, por qué hasta ahora dices que la amas, ¿No será que están confundiendo la amistad con el amor?

Las palabras que una vez me digiera Emile en el departamento resonaron en ese instante en mi cabeza:

«Además están mis padres. Saben quien eres. Y ellos esperan conocer a la mujer que ama a su única hija y no a la amiga que la mete en problemas.»

POV Emy:

Bien, era hora de pegarme un tiro, ¿Nadie se ofrece?
Mi padre había puesto justo el dedo en la llaga.

Bien, Astrid se le las había arreglado para responder perfectamente al interrogatorio que de la nada había improvisado mi rara familia incluidas la pregunta estúpida e imprudente de mi Tía Alicia, aunque yo bien sabía que ella la había respondido más que nada para hacer que mi prima se retorciera de envidia.

Pero gracias a mi perspicaz padre todo se estaba yendo al caño.

— Desde hace años no comprendía el por qué de muchas cosas.— La voz de ella se oía lejana, pero clara cuando respondió sin dejar de mirar a mi padre y me acariciaba con su pulgar el dorso de mi mano—, siempre me sentí fuera de lugar, incompleta. Me pregunta ¿Por qué Emy? Porque produce que me sienta como idiota, atontada cuando sonríe o cuando habla. Y es que, puedo asegurarle esto no es amistad, ¿Se siente la amistad casi casi irreal? ¿Es la amistad la que hace que sientas como si jamás hubieses experimentado nada mejor, la que te hace creer que jamás podrás volver a sentir nada mejor? Porque aun con todo... Tienes todo lo que quieres y más ahora ¿Cómo vivir sin esto? Es imposible.
Me pregunta por qué hasta ahora, eso es fácil. He vivido tantos momentos, buenos y malos con su hija a lo largo de toda mi infancia que ella de una marea u otra se ha ido metiendo en mí. Ha sido la primera mujer en darme un abrazo, en exigirme hacer la tarea, en regañarme por defenderla de terceras personas. Tiene la irritante manera de hacer que te sientas importante, necesaria, útil. Es por ella que descubrí que soy buena que solo debo esforzarme. Ella es la primera en celebrar mis triunfos y llorar mis penas. Ella hace que me sienta bien solo con mirarme. Siempre sabe qué hacer o qué decir y en qué momento. Además de que es la persona más valiente, inteligente, noble, terca, testaruda que conozco. Siempre ha sido así — Comentó pasado un minuto—. Por muchos problemas que haya, siempre sonríe, siempre sabe qué hacer y siempre está allí. A mi lado.

¿Por qué ahora? Porque ya es tiempo, porque ya está tan dentro de mí que la necesito incluso más que el aire, porque ya no puedo ni soporto estar lejos de ella. ¿Por qué ahora? Porque es mi deber estar con alguien como ella, por el honor que me obliga a reclamarla a ella.— Miró a mí padre a la vez que subía mi mano hasta su boca y depositaba un beso en ella.— Pero, sobre todas las cosas, por una razón muy sencilla: Porque ya no puedo imaginarme la vida sin ella.

Contempló nuestras manos unidas y cambió de postura hasta que nuestros dedos quedaron entrelazados.

— ¿Me pregunta si no estaremos confundiendo amistad con amor? Sinceramente señor, no lo sé. Ella es y siempre será mi mejor amiga. Y si esto que siento cada vez que la miro, es lo que los poetas llaman amor, entonces, sí, la amo. No de un millar de formas, sino de un modo abrumador. De un modo que ha llegado a definir quién soy y lo que soy... y se ha convertido en el núcleo de mi ser.— Volvió a mirarme a los ojos.— Esa es la razón, señor, de porqué hasta ahora.

No me importaba nada ni nadie de los que estaban en esa habitación, en ese momento mi mundo solo estaba compuesto por Astrid y yo, así que como pude esbocé una sonrisa algo temblorosa y le solté la mano para poder acariciarle la mejilla. Después me acerqué y la besé en los labios con suavidad y ternura; en una caricia tan hermosa y fugaz como el momento que vivíamos. Poco a poco, profundicé el beso convirtiéndolo en algo mucho más atrevido hasta que pude separar mis labios cuando por fin Astrid reaccionó y se hundió en mi boca, reclamándola con voracidad.

Unos ligeros carraspeos sonaron en la habitación y con renuencia me separé ella y bajé a la Tierra y a la sala de mi casa donde toda mi familia nos miraba con sonrisas en sus bocas, algunos con los ojos como platos y la mayoría de mis tías con lágrimas en los ojos.

Los carraspeos se oyeron de nuevos y mis ojos se movieron en busca del responsable. Éstos se posaron en Cynthia quien me miraba con los ojos llenos de furia y una sonrisa desquiciada. En su mano traía una copa con lo que parecía tener jugo de naranja.

Cuando sus ojos hicieron contacto con los míos, hizo un gesto de brindis, y abrió la boca:

— Emy está embarazada.

NOTA: La historia no es mía.  

Mamá, Papá... Soy GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora