POV Astrid
- Siento como si estuviese nuevamente en el colegio.Me regresó la sonrisa y me miró- Si, como si estuviésemos haciendo una travesura... sobre todo tú, la mayor rompe reglas de la historia.
- Me parece recordar que había una linda niña de cabello rojo que también era adicta a romper las reglas.- Emy sonrió más ampliamente.
- Que yo recuerde, jamás falte a las reglas del colegio...Astrid arqueó una ceja - Yo tampoco recuerdo haberlas roto.
- ¿Ah no?- Sonrió irónicamente -¿Y las veces que mentí para encubrirte?
- ...Solo las modifique un poco, para que se dieran cuenta que estaban mal formuladas... y nadie salió perjudicado.- Añadí inocentemente.
No pude evitar sonreír, pero la sonrisa se desvaneció rápidamente. Volví a pasarme una mano por el pelo.
- Solo espero que las cosas no se compliquen entre nosotras.- Dije finalmente.
Ella se rió - ¿De qué tienes miedo, Astrid? ¿De que me enamore perdidamente de ti y te pida que seamos novias en verdad?- Se sentó al lado de Lucia, que emocionada y feliz nos escuchaba.- Vamos, te conozco lo suficiente como para saber que nunca podrías ser el tipo de pareja que quiero en verdad. Solo será por unos días, no entiendo que te preocupa.
- Y todo el mundo pensará que somos un fracaso.
Me miró sorprendida- No es verdad. Pensarán que es estupendo que sigamos siendo amigas, aún después de todo. Además, algún día muy muy lejano me casaré con el hombre de mis sueños, me amará incondicionalmente y seremos felices para siempre.
Resoplé - Creí que durante todos estos años de amistad había podido hacerte ver la verdad: no hay felicidad eterna en lo que se refiere a los matrimonios, pero tú sigues viviendo una fantasía.
Ella se rió.- Espera y veras, Astrid. Algún día encontraré a un hombre que me ame, al que yo ame y tendremos un montón de hijos y un columpio en el porche.
Me reí - Cuando veas un columpio en mi porche, llama al manicomio para que me encierren.
- Por eso cariño, es por lo que eres mi mejor amiga, no el amor de mis sueños.
Asentí con la cabeza, aliviada al ver que, aunque nos habíamos besado un par de veces, ella no había cambiado. Su plan seguía intacto y cuando todo el mundo creyera que Emy era lesbiana nos separaríamos tranquilamente y seguiríamos siendo las mejores amigas.
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POV Emy
Lucia, había sugerido que comenzáramos a actuar como una pareja, según ella como vivíamos juntas eso simplificaría las cosas: Comer, dormir, ayudarnos en las tareas domesticas, conquistarnos sutilmente... Creo que ella estaba más entusiasmada que yo, detalles rutinarios como cenar, almorzar o ayudarnos con las tareas que demandaba el desorden de ese departamento no era un problema, pero ¿Conquistarnos sutilmente?, ¡Por favor! No tenía tiempo para esas cosas, además, ese trato absurdo solo duraría unos pocos días.
Nuestra amiga se marchó y con Astrid decidimos que sería mejor pedir un par de pizzas que llegaron rápidamente a la puerta de casa. Luego de cenar temas tribales como el trabajo, la Universidad y sus clases de piano, me sacó de mis cavilaciones preguntándome:
- ¿Quieres ver una película antes de dormir?
Asentí con la cabeza, mientras nos acomodábamos frente al televisor. La película era una comedia romántica llamada "Locura de amor en las Vegas", a la cual no presté atención porque descubrí lo interesante que era observar las facciones de Astrid, la curva rápida de su boca cuando sonreía, el sonido fresco de su risa, las arrugas de sus ojos celestes cuando hacía alguna mueca exagerada.
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Mamá, Papá... Soy Gay
Romance- ¡Mamá! No puedo presentarles a mi pareja. - ¿Por qué? - Mamá, papá... Soy gay. NOTA: La historia no es mía Todos los derechos al autor