Capitulo 15

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POV Emy:

Intenté, juro por Dios, que intente no rebajarme al nivel de Cynthia. No responderle como una verdulera y lanzarle una sarta de palabrotas de las que Astrid estaría orgullosa. Pero mi paciencia tenía un límite, un límite que ni mi 'novia' con sus constantes estupideces cruzó jamás.

Astrid se puso delante de mí en menos de un segundo para evitar que mi prima me tomase de los pelos, cosa que agradecí enormemente, no por mi seguridad sino por la de la arpía parlante.

- ¡La novia perfecta la va a defender! Ja, ja. - Cynthia se burló- Discúlpenme si no tiemblo.

- Pues deberías-. Le dije- Pensé en matarla lo que me generaría un problemon con mis padres y no quería problemas en navidad, supongo que una buena cachetada no estaría mal.
La palma de mi mano, cruzó el aire en dirección a su mejilla y el timbre sonó. Nadie se movió. Igual y era mi imaginación. Mi prima volvió a sonreír.

Vamos de nuevo: Mano, aire, distancia cada vez más corta hasta su asqueroso rostro...
El timbre sonó otra vez.

- ¡**** sea!, ¡que alguien vaya a abrir!- Vi, por el rabillo del ojo como Jessica se paraba y se iba al vestíbulo. Pasaron como tres minutos y regresó.

- Astrid te buscan- Reportó.- Dice que es tu novia y que viene con tus padres.
Esperen, esperen. ¿Qué?
Las personas entraron a la sala envueltos en un murmullo de voces. Astrid gimió, la miré, miré a los recién llegados, un jadeo se escapó de mi garganta y por primera vez en mi vida, quise que me pegaran un tiro.

Noté cómo los recién llegados miraba todo a su alrededor, supongo que con la intención de buscar a su hija que había desaparecido.

¡Genial! Ahora hasta pierdo a mi novia delante de mis narices.
- ¿Pero qué te pasa?- Le preguntó Marius a su hija.

- ¿Qué es lo que pasa?- Preguntó ella de manera reiterada. - ¡¿Qué es lo que pasa?!, ¿Qué hace ella aquí, papá? ¿Qué haces aquí, Helena? Terminamos ¿Por qué entonces apareces para arruinar la Navidad en casa de mi novia?

- ¿Ustedes se conocen?- Preguntó mi tía Laura.

- Pero claro. - Contestó Helena - Astrid es mi novia.

Quizás fue la manera arrogante y altanera en que lo dijo. O el hecho de que parecía una copia vulgar de mi prima (y con ella bastantes mentiras habíamos tenido esta noche) que nadie le creyó.

Todos, yo incluyéndome miramos a Astrid. Me enojé, obviamente. Nadie, absolutamente nadie, tenía el derecho de tratar así a mi novia y mejor amiga, y mucho menos en mi presencia.
La ira fluía por todo mi cuerpo y Astrid sujetó mi muñeca.
- Déjala- Me susurró y negó con la cabeza.- Siempre es lo mismo. Ya estoy acostumbrada.
«¿Qué demonios estaba pasando allí?»

POV Astrid

Jamás pensé que la volvería a ver. En el momento, o mejor dicho, la mañana en que la dejé en la Universidad, supe que era lo correcto.
Pero aquí estaban, mis queridos padres, parados en la sala de la casa de los padres de la persona más importante en mi vida. Vi como palidecieron en cuanto sus ojos se enfocaron en mi persona y en la de mi acompañante.
Por algunos minutos, segundos, quizás, nadie hizo movimiento alguno. Emy al igual que yo estaba en una especie de trance o estado de shock. Pero entonces pasó.
Sentí, más que ver, como todas las miradas se posaban en mí, supongo que por algo que había dicho Helena. Por mi parte me encontraba perdida en mis pensamientos. Joder! ¿Acaso nada podía salirme bien? Siempre un drama tras otro.

Iba a expresar mis dudas en voz alta cuando miré a Emy. Tenía los hombros tensos, el ceño fruncido y respiraba agitada y profundamente por la nariz. Vi como temblaba. ¿De qué carajos me perdí?

Le tomé la mano antes de que pudiera hacer una locura y le susurré que lo dejara pasar, que ya estaba acostumbrada. Me miró molesta y por tres milisegundos creí que yo sería el blanco de su furia, abrí la boca para defenderme, pero alguien más lo hizo primero:

- ¿Quién es usted?- Preguntó Abue de manera dura y cortante. La voz dulce y cálida, al parecer, se había ido a celebrar navidad a otro lado. - Astrid-ordenó,- Presenta a los señores.

- Señores- Comencé- Este es mi padre Marius y mi madre Eileen. Ella - Señalé a mi ex - Helena, ex pareja mía.

Mis padres saludaron a todos de manera calurosa y afectiva. Helena no despegaba sus ojos de Emy. Así que para que no se fueran a ir de la lengua y, también, para terminar con las sorpresas y presentaciones, di dos pasos al frente y saludé.

- Papá, mamá.- Hice una inclinación con la cabeza y me volví en dirección de mi ex quien al ver que clavaba mi mirada en ella retrocedía dos pasos. Increíble el efecto de terror que aún tenía en ella. Moví un poco mi cabeza para enfrentar a la última persona que esperaba ver.- Helena. ¿Hace cuanto que no nos vemos?- Saludé lo más seria y formal que pude. Bien sabía la fecha exacta de ese encuentro. Yo recordaba ese día porque lo consideraba importante en mi relación con Emy.

- Bueno. - Intervino luego de unos segundos de incomodo silencio la madre de mi pelirroja-, Ya que todos nos conocemos... ¿Pasamos al comedor? Estoy segura de que todos tenemos algo de hambre.

- Seguro-intervino Patty-. Yo me muero por probar los canelones.

Así poco a poco, no sin una pizca de tensión en el ambiente, todos se fueron hacia el comedor menos, mis padres, Cynthia, Helena, Emy y yo..

- ¿Qué haces aquí?- Siseo Marius.

- Estoy conociendo a la familia de mi novia.

- ¡Astrid! - Dijo mamá emocionada - ¡Yo sabía que son una pareja increíble! Perdóname hija, yo invité a Helena con la esperanza de que se reconciliaran, no tenía idea de que salías con Emy.

Las madres... Siempre dando más problemas.

POV Cynthia:

No sé si fue intervención divina, fuerza de voluntad o la voz de la tía Alicia que nos llamaba desde el comedor, pero todos nos movimos hasta alcanzar nuestros lugares asignados alrededor de la mesa rectangular, que por cierto estaba perfectamente decorada y predispuesta para la ocasión. ¿Es que acaso mi prima no podía hacer, por muy pequeña que fuera, una cosa mal?

Tenía una novia perfecta que había soltado un estúpido y perfecto discurso acerca de lo enamorada que estaba de ella, que para mí que se lo había memorizado y ensayado para la ocasión; luego, resulta que mi súper as y última carta resulto ser un rotundo fracaso.

Bien dicen que las santurronas son santurronas toda la vida, pero eso si que no se lo perdonaría jamás, pensé que ya la tenía por fin metida en algo escandaloso. Pero no. ¡Mira que ponerme en ridículo delante toda la familia! ¿Qué culpa tenía yo por haber transmitido mal una información de vital importancia? No era mi culpa que la **** hubiera estado bromeando con estar embarazada, menos que su patético hijo fuera un patético oso de felpa gigante.

Por un pequeñísimo periodo de tiempo sentí que la tenía en mis manos, por fin Emily Green iba a perder su fama de: Perfecta muñequita. Pero la desgraciada se defendió y rebatió todos mis argumentos, consiguiendo incluso que me fuera de la lengua, que la abuela me retara y que mi padre me tachara de idiota. Y era precisamente esto último lo que más me calentaba la sangre.

Pero si todo eso no era suficiente, ahora resulta que su novia tiene una ex que parece una hija de... su madre. ¿Será una posible aliada mía?

La cena, o la primera parte de la cena transcurrió en paz. Se dijeron las respectivas oraciones, mi tío Gabriel partió y repartió el pavo y entre risas, pláticas y ruido de cubiertos comenzamos a celebrar la navidad.

Mi prima, quien por desgracia o porque Dios no me quería, estaba sentada justo enfrente de mí con su perfecta mujercita, con quien compartía miraditas y risitas tontas cada dos por tres, a su lado, lo que también me facilitaba las cosas.

Intenté, con muchas ganas, pero intenté mantener la paz hasta que la cena se hubiese terminado y pasemos a abrir los regalos, no porque no estuviese lista para seguir con la batalla. No sé si fue ese esfuerzo por disimular las miradas, las risas de Emy con su novia pero mis neuronas se activaron. El segundo raund iba a comenzar.

POV Emy:

Cómo fue que nos las arreglamos para cenar tranquilos es algo en lo que realmente no quería pensar. Además Cynthia, al parecer, por fin había entendido que conmigo más valía mejor ya no meterse o las consecuencias serían desastrosas.

Pero también, y aunque me cueste admitirlo, mis padres tenían un poco que ver en el hecho de que desistiera de mi empeño de venganza en contra de mi prima. Creo que nunca los había visto tan espantados como cuando estuve por darle su merecido, bueno, el hecho de nunca me hubieran visto en posición de ataque también influía un poquitín.

El caso es que el pavo, la ensalada y demás platillos estaban deliciosos y si bien Larissa era un excelente ama de casa pero pésima cocinera, de igual forma era una mujer justa, honrada y madre ejemplar, pues siempre que alguien hacía un elogio a la comida ella se reía y con la sonrisa encantadora - Esa que siempre me dedicaba cuando le pedía una libro nuevo. - Les decía que ella no había cocinado y que yo era la responsable de semejantes delicias y exquisita decoración.

En resumidas cuentas todo parecía que iba a las mil maravillas: Helena no había dicho nada, conversaba animadamente con Rob; Marius y Eileen hablaban emocionados con mis padres; Cynthia aún no recuperaba el habla o eso creí pero como en esta vida uno no puede tener todo lo que desea, fue inevitable el que abriera su boca.

- Y dime, primita - Su tono empalagoso de voz distaba mucho de ser el mismo con el que anteriormente me había tachado de zorra.- ¿Tú noviecita practica algún deporte? porque Rob ha sido campeón de boxeo dos veces y practica Rugby- En defensa de mi prima, y aunque es una especie de enfermedad o virus que no le deseo a nadie, tengo que admitir que sus ojos brillaron cuando miró a Rob y que en su voz se notó un dejo de orgullo al mencionar sus logros.

Abrí mi boca para defender a mi novia pero la cerré: a) Porque no estaba segura de que Astrid siguiera practicando natación. b) porque Helena abrió la boca y c) ¿cómo carajos iba a controlar mis ansias de matar a Rob y esas perras?

- Já. ¿Esa?-señaló a Astrid- Está tan flacucha que no creo que sea capaz ni si quiera de correr tres metros.

- ¿Usted creé? - Contestó sarcástica mi abuela. Creo que tendré que decirle lo mucho que la quiero o definitivamente comprarle los pendientes de perlas que vio en el almacén.

- Desde luego. - Siguió con la conversación. - Esa muchacha tiene malos genes. Es una vaga. Atorrante. Mantenida por sus padres. Mujerzuela. Una inútil.

Intenté de nueva cuanta contar hasta mil, si era necesario, para no perder los estribos pero cuando vi la cara satisfecha de mi prima, mandé a mi cordura a volar.

Le había pasado años y años de burlas y de malos tratos, le había pasado su intento de hacerme parecer solterona, ¡incluso había sido suave con eso del embarazo! Le pasaba y aguataba que se metiera conmigo todo lo que quisiese, pero de ahí a que utilizara a Helena para hacerme daño lastimando a Astrid... Eso sí que no.

- Muchachita- Se dirigió a mi- Debes de saber en qué te éstas metiendo. Esa. - Señaló a mi novia, quien ahora estaba roja de furia. - Se cansará de jugar contigo:

No me importó perder el control, no me importaron los modales inculcados por mis padres y profesores y no me importaron las consecuencias. ¡A la **** las reglas!

Las palabras: Serena, tranquila y sin perder los estribos, se fueron a otra galaxia. Fulminé a Cynthia con la mirada. - Mi sexto sentido me decía que ella tenía algo que ver. - Y luego la enfoque en Helena.

- Emy -Me llamó Astrid entres susurros sólo para que yo la oyera. - Déjala. No hace falta. Ya te dije que estoy acostumbrada a las habladurías.

La mire con los ojos entrecerrados. Tal vez pudiese engañar a toda mi familia y a sus padres, tal vez cualquier otra persona que lo viera se tragaría ese cuento. Cualquiera, menos yo. Yo pude ver que tras su resolución de dejarlo todo tal cual, estaba escrita en su semblante la impotencia y la desesperación de no poder hacer nada para callar a esa idiota. Había dolor en sus ojos. Y fue precisamente eso último lo que me obligo a actuar.

Estaba sentada en la mesa padeciendo insultos todo porque yo le pedí que fingiera ser mi novia. Era mi turno de hacer algo por ella. Comencé a ponerme de pie.

- ¡Basta!

POV Astrid

- ¿Hija?- Me llamó sorprendida mi madre.

- ¡He dicho que basta!- Miré con la misma expresión a mis padres.- No soy como tú dices. Cambié. Emy me mostró lo que es el amor, ya no necesito perderme en absurdas compañías.

- Así que te ha engatusado ¿no?- Se recargó en su asiento y frunció el seño.- ¿O es que intentas quedar bien?- Dijo haciendo un gesto con las manos indicando toda la habitación.

- No, es solo que la amo.

- Astrid, vamos... tú no sabes lo que es amor...

Y nuevamente mi coraje contra esa... Se disparó. Pero antes de que pudiera hacer algo, Emy se me adelantó apuntándole con su dedo.

- Pida disculpas. - Exigió.

- Linda, hija. Yo creo...

- No, mamá. Esta por fin va a recibir su merecido.

- Emy...- La tomé de la mano. Lo que menos quería era más problemas. - Ya te dije que...

- Me importa un reverendo rábano lo que me hayas dicho.- Me miró enfadada y con un movimiento brusco se zafó de mi agarre. - Esto ya no tiene que ver contigo. Insultó a tus padres, que son dos de las personas a quienes más respeto, y te faltó el respeto a ti. Y bien que sabes que yo no dejo que insulten a las personas que amo.

No quise analizar ni pensar en el significado de su última afirmación, pero fue inevitable que mi corazón sufriera un vuelco al oírla.

- Usted- señaló con la barbilla a Helena,- larguese.- La abuela golpeó el piso con el bastón y oh, oh... cuando Jane golpeaba el piso con un pie «en este caso con el cayado» era señal de que estaba enojada y, nada daba tanto miedo como la abuela Jane enojada.

Por instinto di un paso hacia atrás y jale a Emy conmigo. Los demás familiares también se habían repaginado en su lugar.

- Yo no... - Tsk, tsk... mala respuesta. Si la abuela daba una orden, la respuesta tenía que llevar cualquier palabra menos "no".

- No le permito que le falte el respeto a un miembro de mi familia y eso incluye a la muchacha que esta con mi nieta. Pídale disculpas y luego vallase de esta casa. Aquí no es bienvenida.- La abuela se estiró todo lo que su metro cincuenta y seis le permitió y la miro fijamente. Cuando escuché a la anciana decir eso, mi corazón dio un vuelco ¡Ya era parte de la familia! Helen quien roja de ira se puso de pie.

Cómo siempre Cynthia abrió la boca y solo salieron insultos y burlas, Helena se le unió (Tal vez sean parientes). Afortunadamente, para mi ex, claro está, Abue intervino y le dijo justamente lo que yo llevaba gritándole en mi cabeza desde que llegó: ¡Lárguese!

- Mire señora - Comenzó mi ex-, usted no es nadie para decirme...

Todos los Green, incluida mi novia hicieron una sonora inspiración y abrieron los ojos como platos. Al parecer era casi un pecado hablarle así a la abuela. Moví mi cabeza para verla y estaba que echaba chispas por los ojos.

- Mire... niña...- Dijo la abuela sin perder el control. - Vallase de mi casa antes de que le pase algo de lo que se pueda arrepentir.

-,Usted **** vieja no me da ninguna orden...

Esto se pasaba de la raya.

- ¡Oh, por dios!-, Susurró mi amiga y eso me distrajo-. Esto se va a poner feo.

Mire la estancia y me di cuenta de que ahora todos los hombres Green estaban de pie y cerrando filas, tal como lo habían hecho mientras me interrogaban.

- ¡Discúlpese!- Ordenó uno de ellos.

- Yo...yo...-. Al parecer mi ex también había sido intimidada.

- ¡Discúlpese!- Volvió a ordenar otro.

- Perdón.- Dijo agachando la cabeza.

- ¿Tan difícil era?-. Preguntó la abuela- Y más le vale pensarlo dos veces ates de volver a maldecirme, idiota. Pídale disculpas a Astrid.

- ¡Eso jamás!

- No es necesario- Dije rápidamente, ver humillada a mi ex era más que suficiente.

- ¡Yo digo lo que es necesario o no!- Exclamó la abuela y yo cerré la boca -. ¡He dicho, con un carajo, que le pida disculpas de una **** vez a la muchacha! ¡Y rápido que no quiero ver su estúpida y fea cara ni un segundo más en la casa de mi hijo!

- Yo no...

- ¡Discúlpate!- Esta vez fue mi madre quien habló. - Discúlpate y vete. ¡**** sea! No sabía que esto era tan importante para ti hija. No debimos venir, arruinamos tu noche, debimos dejar que hicieras esto sola.

¿Cuándo iba a salir de la dimensión desconocida?

Mis padres tomaron a Helena por los hombros y la arrastraron hacia afuera.

- Lo siento.- Dijo mi madre otra vez.

Los demás se aclararon la garganta y siguieron con sus cosas.

¿Qué demonios había pasado aquí?

POV Cynthia:

Salí afuera a fumar un cigarrillo mientras observaba a Helena ser arrastrada por los Monroe, alguien me empujo de una manera nada suave y observe de quien se trataba.

- Me largo. - Dijo Rob a nadie en particular.

- ¿Qué pasa?- Pregunté. El pobre tenía el ceño fruncido y temblaba de rabia. - ¿Te sientes mal?, ¿Te hizo daño algo que comiste?
- Ojala fuera eso así me burlaba de las dotes culinarias de Emily.

-¿Qué te pasa?

- La imbécil que anda con tu prima, eso es lo que pasa.

- ¿Te hizo algo?- ¡Pero bueno! ¿Qué ese par pensaban correr a todos?

- Mejor pregunta qué fue lo que no hizo-. Negó con la cabeza. Me hice a un lado para dejarlo salir.- Sabes-, se volvió luego de unos pasos sonriendo como un idiota desquiciado,- Estoy enamorado desde hace años de ella.- ¿Apoco? Como si no se le notara la cara de baboso que ponía cuando la miraba.- Fue un suplicio el saber que ella es... en fin, que yo no soy su tipo. - Soltó una risita y agacho la cabeza y la sacudió.- Pero entonces... la vi correr hacía mi con los brazos abiertos en pleno centro comercial. Lo primero que pensé es que era una señal, el destino, quizá. "Pero no, la imbécil esa hizo acto de presencia y se presento como su novia. Aun así yo no perdí la esperanza, pues esa vez que estuvimos los tres, ellas parecían más unos buenas amigas que una pareja de novias. Así que cuando su madre telefoneó a la mía y nos invitaron a cenar, solo podía pensar que debíamos estar juntos... Nos habíamos reencontrado. Pero otra vez la idiota apareció, soltó un discursito de los más conmovedor y después tu dijiste que ella estaba embarazada y yo pensé que por eso era que estaba aquí, que esa era una especie señal que decía que debíamos estar juntos pero...
No hizo falta que siguiera, me acordaba perfectamente como Astrid muy amablemente le decía que no metiera sus asuntos donde no debía. Chispas, creo que ahora hasta me daba lástima.

- Pero eso no fue lo peor, ¿sabes?

- ¿Ah no?- ¿Qué el chico era masoquista, o es que mi prima es una **** bruja?

- No. Le di un collar de diamantes-. Se frotó la cara con las manos, supongo que para no soltarse a llorar como bien supuse que haría en cuanto estuviera solo.- Me gaste todos, todos mis ahorros.- Soltó una carcajada. Sip, el chico iba a llorar.- Y ella ni siquiera lo vio. Solo dijo gracias e iba a abrir la caja cuando la idiota dijo que era su turno, saco un sobre de no sé dónde y se lo dio, ella lo abrió curiosa y cuando vio su contenido soltó la caja que tenía mi collar y se lanzó a los brazos de su novia.

Me quedé en silencio unos segundos.

- Que patético. Ya no tengo nada que hacer aquí. Me despides de todos, por favor.- Me pidió y se fue.

Solo quiero saber qué hizo mi prima esta vez, pensé para mis adentros.

POV Emy:

En cuanto Helena salió del comedor todos intentamos continuar la velada con normalidad pero como diría Clara, las energías malas habían invadido el ambiente y ya nadie se sentía a gusto.

Pasamos unos minutos en silencio y jugando con la comida, lo único que se oía eran las maldiciones que de vez en vez se le salían a la abuela y que siempre terminaban con un "¿Vieja yo?" o "¡Vieja su abuela!" o una mezcla de las dos.

Astrid estaba pedida en su mundo y no la culpo, ¡pobre!. Pero la abuela, sin perder su dignidad, claro está, la había puesto en su lugar y de patitas en la calle a esa odiosa tonta de su ex.

Era sin duda: ¡Una navidad de locos!

Despedace mi pieza de pavo con el tenedor solo para hacer algo, supongo que los demás estaba igual y que por eso se levantaron cual resortes cuando la tía Alicia propuso ir a la sala a abrir los regalos.

- Emy, hija- Me llamó mi mamá-. ¿Te molestaría levantar la mesa?

- Eh... no. Supongo que no.

- Gracias. - Me sonrío y salió del comedor seguida de mi madrina.

- ¿Necesitas ayuda?- Brinqué y solté un grito.

- Muy graciosa, Monroe.- Le reclamé intentando sonar enojada pero fracasé cuando su sonrisa me contagió.

- ¿Necesitas ayuda? Por que se me da muy bien eso de recoger la mesa. - Me dijo levantando las cejas. - Tengo mucha practica.

- Pues yo también. - Afirme y le enseñé la lengua.

Movimientos más tarde, la mesa estaba limpia y toda la comida perfectamente bien almacenada en el refrigerador. Me recogí el cabello y me dispuse a apagar las velas dispuestas en toda la estancia.

Caminé al otro lado de la habitación para comenzar a apagar con soplidos las velas que ahí había, una excusa, si hay que ser sinceros, lo único que quería era alejarme de ella y que no me viera derrumbarme.

Sople suavemente y la llama que bailaba enfrente de mí se apagó y los sollozos amenazaban con escapar de mi garganta, hice un esfuerzo por no dejarlos salir pero lo único que conseguí fue que mis hombros se agitaran con violencia. De repente sentí como sus brazos envolvían mi cintura y sus labios besaban mi hombro.

- ¡Ey!, ¿Qué pasa?- Me dijo suavemente en el odio.

No sé si fueron sus palabras, el tono suave y preocupado de su voz, su esencia envolviéndome o el hecho de que en sus brazos me sentía como si nada fuera a pasarme, pero de repente me sentí mal conmigo misma, giré dentro de su abrazo y rodeé su cintura con mis brazos mientras enterraba mi cara en su pecho y dejaba que el llanto me dominase. ¿Cómo podía haberle hecho eso?, ¿Cómo podía haber sido tan egoísta y someterla a todo este circo solo por no quedar mal enfrente de una tipa que no valía la pena?, ¿Cuándo fue que me transformé en esta persona que se alegra de que su mejor amiga haya terminado con su novia, que es feliz gritando y humillando a otros, que está dispuesta a romper las leyes de la familia? Amo a Astrid. Eso es algo que no estaba en duda. Y la amaba por ser la persona, el ser humano que era y que llegaría a ser, porque es una persona noble, valiente y... Perfecta. ¿Cómo alguien como ella podría alguna vez fijarse en alguien como yo?

Sollocé más fuerte cuando ese pensamiento me golpeo como una fuerte bofetada. Yo no era digna de estar con ella, por eso ella se fijaba en personas como Helen, chicas que estaban a su altura y a su nivel. ¿Cómo pude siquiera imaginar que yo, más con todo lo que le había hecho pasar, podía aspirar a algo más que ser la mejor amiga?

Sentía sus manos frotando mi espalda, sus labios de vez en vez besando suavemente mis sienes o mi frente y susurrando palabras tranquilizadoras. Yo me aferré con fuerza ¿Cuándo podría estar así otra vez?

No pasó mucho tiempo - Segundos tal vez - para que me permitiera calmarme, despejar mi cara de su pecho y abrir los ojos, pero para entonces ya habían cambiado muchas cosas. No en el plano físico pues seguía de pie abrazándome, grande, cálida y fuerte mientras que sus manos aún seguían trazando lentas caricias sobre mi. Subí mi cara para poder verle y dejé que mis ojos se recrearan con el rostro femenino, con esos rasgos delicados pero decididos, con esos ojos azules que tan pocas emociones reflejaban, que ocultaban sus secretos con tanta eficacia y que en determinadas ocasiones, y si mirabas bien, podías ver más allá de su alma.

Ella no había cambiado.

Era yo quien había cambiado. Había cambiado físicamente tras saborear semejante despliegue de sentimientos, jamás podría vivir sin ella. Lo mismo habría dado que me hubiera marcado a fuego. No obstante, ésos eran cambios sin importancia, ajustes mínimos. Lo que había aprendido durante estas horas era mucho más importante.

Era algo que se extendía entre nosotras, que nos envolvía... que nos vinculaba.

POV Astrid:

Algunos minutos atrás le había dicho que no me gustaba el saber que tenía el poder de hacerla llorar y ahora tenía que decirle que tampoco me gustaba el no tener el poder de quitarle el dolor que la hacía llorar. Era la sensación de impotencia más desesperante que pudiese sentir jamás el no poder meterme dentro de ella y sacar con mis manos lo que sea que la estuviese haciendo sollozar de esa forma. Lo único que podía hacer era abrazarla y frotarle la espalda mientras decía cosas que la hicieran dejar de convulsionarse en mis brazos.

¡**** sea! ¿Por qué no podía ser yo quien que estuviera así? ¡Mataría y/o destruiría a lo que sea que la haya llevado a esto!

La abracé lo más fuerte que pude y al cabo de unos pocos segundos levanto la cara y me miró.

Me miró de tal manera, con tal fuerza, con tal sentimiento de ¿Amor?, ¿Adoración?, ¿Cariño, devoción?, que mis rodillas se debilitaron y por unos segundos quise tirarme de rodillas y aferrarme a su cintura para siempre. Se veía tan hermosa, tan sublime, tan... mágica, que deseé patearme el trasero a mi misma por no haberme dado cuenta de lo que me estaba perdiendo.

- Astrid, lo siento tantísimo. De haber sabido que iba a pasar todo este circo jamás te habría dejado ayudarme. Por favor, perdóname.- Su mano viajó hasta mi mejilla, mismo tiempo que decía las últimas tres palabras, y pude ver como dos lágrimas se desprendían de sus ojos. Eso basto para desarmarme.

Cogí su cara con mis manos y la besé. Dejé que el instinto se apoderara de mí y me sirviera de guía. Con ella no necesitaba pensamiento alguno, ni lógica ni estrategia. Lo único que precisaba era seguir los dictados de mi corazón.

¿Era posible amar tanto a alguien?, ¿Es posible que el corazón resista toda esa maraya de sentimientos cálidos que de repente lo invaden?, ¿Existe otra persona más linda que ella, más noble, más bella... más... más... perfecta?

¿Es ella la recompensa que me toca por todo el dolor, sufrimiento, angustia y malos ratos que he pasado a lo largo de mi vida? Porque si la respuesta es sí, entonces no me importaría pasar por todo una y otra, y otra vez. Si todo lo que he hecho en mi vida me conduce a este preciso instante; a este momento en donde tengo a la mujer más increíble y maravillosa entre mis brazos y saboreando su boca como si se me fuese la vida en ello... pasaría todo de nuevo, siempre y cuando pueda tenerla así para siempre.

Más rápido de lo que quería el aire se hizo necesario, así que deje su boca. Pero como mis labios no la querían dejar ir aún, me dedique a besar su barbilla, su cuello y su clavícula. Una vocecita se coló en mi mente diciéndome que aunque Emy me respondiese con igual intensidad, que aunque se derritiera en mis brazos y que aunque gimiera cada vez que besara el hueco que tenía justo debajo de la oreja y la barbilla, ella aún podía creer que yo fingía.

Esa conclusión por fin logró que dejará de recorrer su piel con mis labios, un gran esfuerzo, si hay que ser sincera pues ella estaba comenzando a besar también- Y cada que podía - mi cuello. Me tomo unos segundos tranquilizarme y poner en orden tanto mis ideas como mis prioridades: 1) Sacar a Emy de aquí. Daba igual si nos íbamos a mi casa, a Roma o a Alaska. Teníamos que estar solas. 2) Debíamos hablar largo y tendido sobre todo esta farsa y 3) Besarla con toda libertad y sin reprimir nada.

Con la decisión tomada y un curso de acciones a seguir, cogí su mano y en silencio nos encaminamos a la sala para despedirnos. Independientemente de que sería muy descortés irnos así sin decir nada, lo que menos quería era que la familia que, tan pronto me había aceptado y defendido, pensar que yo era una maleducada. Y claro, tampoco quería que el "Clan Green" me diera caza por "secuestrar" a su princesa.

En cuanto nos acercamos a la sala el ambiente ya se sentía más ligero, casi se podría decir que lo sucedido en el comedor nunca hubiese pasado o sucedido mil años atrás.

Muchos de los pequeños ya estaban rasgando el papel de sus obsequios con emocionante desesperación, otros- Los más grandes. - Ya estaban jugando o leyendo las indicaciones de cómo usar sus juguetes. Lo mejor de todo, fue el rostro emocionado de la pequeña Jessica con su bicicleta rosa, en cuanto nos vio llegar, gritó:

- ¡Emy ya está aquí!- Exclamó con emoción.- ¡Ya pueden empezar con el intercambio los adultos!

- En ese caso. - Dijo el padrino de mi aún fingida novia, inclinándose debajo del árbol y sacando un paquete envuelto en papel metálico verde,- este es para... - Camino tres pasos en dirección a su esposa y luego, de repente, cambio de dirección y se detuvo frente a la abuela. Los ojos de la anciana brillaron como los de cualquier niña y rivalizando con el entusiasmo de los niños, rasgo el papel y abrió la caja.

- ¡Oh!- Exclamó mientras sacaba de la caja una estola bordada de color rojo.- ¡Es preciosa!- Se paró de su asiento con una velocidad vertiginosa y se lanzó a los abrazos de Alfredo.

Los siguientes en recibir presentes fueron la tía Clara y el tío Felipe, así como mi querida suegra quien recibió un libro: "Cocina para principiantes: cómo cocinar de tal manera que no se te queme ni el agua", desde luego de manos de Emy, la cual ya había recibido un vale por libro que quisiese, un sweater y un CD de Soda Stereo

- Es mi turno - Dijo una voz desde el otro lado de la estancia. Rob, el necio que era incapaz de entender una indirecta muy clara que gritaba: ¡Lárgate! Y que obviamente aún seguía aquí, se acercó con paso altanero a Emy. Sacó de entre su saco una caja cuadrada de terciopelo negro.

Francamente, lo que me movió a actuar fueron los celos y el coraje que sentía al ver que ese tipo no entendía que ella era mía. No había que ser un genio para darse cuenta de que lo que contenía la caja era una joya. Yo sabía perfectamente que a ella los diamantes y las esmeraldas no le iban. Ojo, no quiere decir que no pensara consentirla con toda esa clase de brillantes piedras, si por mi fuera le daba toda una mina de ella, lo que quería decir es que no es una chica que le dé importancia a objetos como esos. Así que antes de que pudiese abrir la caja saqué de la bolsa de mi camisa el sobre que contenía su regalo.

- Ten,- Le dije en cuanto estuve a su lado.- Abre el mío. - Le tendí el sobre con una sonrisa y susurré un "Feliz Navidad" y le di un beso en la mejilla, ella se limitó a alzar las cejas de modo interrogativo y a tomar el sobre.

POV Emy

Estaba demasiado atontada luego del mega beso como para darme cuenta de que estábamos en la sala de mi casa. ¿Por qué aún seguíamos a ahí? ¿Es que a caso no sintió ese subidón de temperatura? ¿Era parte del plan dejar a mis pobres y patéticas hormonas vestidas y alborotadas? Lo que menos quería era pasar otra hora junto con mi loca familia, ¿Por qué no nos íbamos a... China o a Turquía y nos seguíamos besando? La verdad es que no se me ocurría una mejor forma de pasar la Navidad que disfrutar de ella.

Muy a mi pesar, y con un control que no sabía que era capaz de poseer para no comerme a besos a mi 'novia', soporte el intercambio de regalos. Pues si bien mi familia era medio lenta para muchas cosas, para los obsequios era capaz de dejar en ridículo a Flash por la velocidad en la cual rasgaban las envolturas.

Yo recibí diversos paquetes de parte de mis padrinos, de mi abuelita, obviamente de mis padres... pero no de la persona de la que más quería recibir.

Digo no es que me queje, pero Astrid siempre se había caracterizado por darme regalos fuera de lo común que me dejaban siempre con una sonrisa por lo aceptado de elección. Tal vez pretendía darme mi regalo después, finalmente yo iba a hacer eso ¿Por qué no se le había olvidado, verdad?

Estaba tan metida en mis pensamientos que no reaccioné hasta que Rob (¿Qué no se había ido?) puso una caja en mis manos. Iba a ver su contenido cuando mi chica se acerco a mí y me tendió su obsequio: Un sobre.

Un vil, simple y nada divertido sobre. Además de color blanco ¿Donde estaban los pinitos, las estrellitas y demás motivos navideños?

La miré inquisitivamente. Continuamente me daba libros, unos muy buenos, francamente. Así que ¿Por qué un sobre? Estiré mi mano para cogerlo tratando de mantener en control mi desesperación para no romperlo gracias a la curiosidad.

No presté atención a lo que me susurró y como muestra de lo impaciente y curiosa que estaba ni siquiera sentí el beso que me dio, y eso dice mucho si tenemos en cuenta que cada ves que se me acerca a no más de diez centímetros mi estómago sufre una revolución de mariposas, mis piernas se vuelven de gelatina y mi corazón baila heavy metal.

Desesperada por saber que carajos contenía el sobre apenas si me percaté que el regalo de Rob se me caía de las manos. Con cuidado de no romper el sobre, algo difícil de logar gracias a los temblores de mis manos, lo abrí y apenas si saqué los dos papelitos que tenía a dentro. Un rápido vistazo basto para que entendiera lo que eran y si importarme nada ni nadie me lance a los abrazos de Astrid. Que ya los tenía abiertos y me esperaba con una sonrisa.

- Gracias, gracias, gracias. - Le dije una y otra vez mientras repartía besos por toda su cara.

- Qué bueno que te gusto. - Comentó luego de que pudo ponerme sobre mis pies.- ¿Por qué te gustó, verdad?

- Bromeas. ¡Es el mejor regalo! Gracias. - Y me lance a abrazarla otra vez.

- ¿Qué es el mejor regalo?- La voz de mi prima rompió mi burbuja de felicidad.

- Lo que le dio su novia- Informó Oliver y continuó jugando con su carro de control remoto.

- ¿A sí? - Dijo Cynthia caminado hacia nosotras. - ¿Qué fue lo que te dio? ¿La escritura de una casa? ¿Una fortuna o un genio en una lámpara?

- Para tu información me dio... - Me interrumpí en cuanto una interrogativa cruzó por mi cabeza. Me volví entre los brazos de Astrid para verla a la cara.- ¿Cómo es que los conseguiste? Faltan meses para que salgan y...

- ¡Ey!- Me cubrió la boca con sus dedos y sonrió.- ¿De que sirve llamarme Monroe?

- Tú- Fruncí el ceño.- hablaste con los ...

- Uno tiene que aprovechar sus influencias y contactos- Dijo encogiéndose de hombros.

Le sonreí de vuelta y me iba a inclinar para besarla cuando el bastón de la abuela fue azotado contra el piso.

- Ya niña, ¡Por amor a Dios!- Exclamó la abuela- ¡Dinos de una vez! ¿Qué hay en el sobre?

Me separe de ella con un giro y apreté el sobre contra mi pecho.

- ¡BOLETOS PARA EL CONCIERTO DE MUSE ....! - Grité.

NOTA: La historia NO es mía.

Mamá, Papá... Soy GayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora