Mesa para 3 -parte 1

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Ezequiel, un hombre casado desde hace más de cuatro años‚se despierta sobre su cama; las palmas de sus manos sudan y por su rostro escurren lágrimas que se mezclan para alojarse en la barbilla desde donde gotean hacia una vieja camiseta. Levanta la cabeza y analiza la habitación. Ahí está la cama matrimonial, donde su esposa Clementina dormía junto a él, una silla verde recostada en la pared junto a un cuadro, una lámpara sobre una mesa de noche y al lado una
pequeña nota. Es un recado de su mujer. Casi ilegible, el mensaje decía "Fui a trabajar. Esperame. Tengo algo muy importante que decirte", junto al escrito aparece un pequeño corazón pintado con pluma en la esquina del papel.

El pobre sujeto, exhausto y sin saber el motivo de su tristeza, se levanta de la cama y se dirige hacia el baño, abre la puerta y se encuentra con un baño perfecto, típico de una pareja. Las cremas de su mujer están sobre un pequeño mostrador al lado del lavabo, junto a su máquina de afeitar eléctrica y su cepillo dental. El pequeño cuarto de baño presenta un conjunto de toallas muy bien dispuestas, un pequeño tapete en el piso y una jabonera que había sido decorada por la propia Clementina. Una de sus más grandes distracciones en aquellos momentos en los que su esposo salía a beber con sus amigos era hacer decoraciones de todo tipo.

Ezequiel abrió la cortina y se dispuso a darse un baño, finalmente se relajó después de haber sudado tanto en la cama, sabía Dios por qué. Salió del baño y vio una media tirada en el suelo que no había notado cuando entró, no recordaba haber usado aquella media. Clementina siempre recogía la ropa que tiraba, no entendía cómo pudo habersele pasado eso a la mujer, a menos que algo haya hecho que l olvidara.
Se puso furioso, pues estaba seguro de que su mujer tenía una amante.

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