Maria -parte 2

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No tenía piernas, obviamente, pero se desplazaba a una velocidad increíble para su minusvalía. Sus brazos estaban muy desarrollados, y un extraño brillo salía de sus ojos. Había aprendido a ver en la oscuridad, en que se volvió su Vida. Estaba claro que después de dos años sin asistentes, ella había aprendido a valerse por si sola. No hablaba, solo emitía gruñidos. El asistente salió despavorido. Durante una semana, que tardaron en llegar los bomberos, se rumoreaba que Maria acechaba por el inmueble, ya que el asistente dejó la puerta abierta. Arrastrando su cuerpo por el suelo... Llamando a los timbres de madrugada... Riendo a carcajadas por el hueco del ascensor, que servía de improvisado y macabro megáfono. Cuando llegaron los equipos, Maria había muerto.

Con los años, la historia quedó convertida en una leyenda. De noche, podian escucharse sus aterradoras carcajadas, y si de madrugada colocabas la oreja en la puerta de tu casa, escuchabas su respiración, y sus uñas, que nunca se cortó, rascando el otro lado. También se decía Que Si pronunciabas su nombre en el ascensor, con los ojos cerrados, una vez por piso, hasta el quinto (lugar donde perdió las piernas), se te aparecía para vengarse de la gente, que se burló de ella y no la ayudaron.

Bien. Hace un año, se me ocurrió la brillante idea de realizar dicho ritual con mis amigos. Acabábamos de ver "El Exorcista" en el cine y nos dio por la moda de hacer cosas relacionadas con el ocultismo, así como por investigar Ciertos fenómenos paranormales. Yo había escuchado la historia cientos de veces (mi madre aún no supera lo ocurrido) y nos dio por ahí. Después de contar la historia, hicimos grupos de tres, en total tres grupos de tres personas que harían el ritual de decir cinco veces "Maria la paralítica" delante del espejo, y peor aún, salir por el séptimo piso y bajar andando las escaleras. Hoy en día sé que mis amigos mintieron y no dijeron los nombres. Ahora les explico por qué.

Yo estaba en el último grupo, y todos mis amigos bajaron blancos, pero mas debido al miedo de "por lo que pudiera pasar" que el hecho de haber visto a María. Cuándo me tocó a mi subir, mis amigas estaban blancas. Tenían miedo, pero pulsamos el botón. Nos quedamos mirando al espejo y cerramos los ojos. Las puertas se cerraron detras de nosotros. Primer piso. El ascensor hizo un sonido característico cada vez que cambiaba de piso, lo que nos servía de guía para saber cuando decir el nombre. "María la paralítica...". Segundo piso... "María la paralítica", decíamos al unisono. Tercer piso... "María la paralítica". El miedo cada vez era mayor. Solo faltaban dos veces pronunciar su nombre, y todo se habría acabado. Cuarto piso... "María la paralítica". Solo un piso más. Me temblaba el cuerpo, y podía oír los sollozos de mis amigas. Seguro que estaban pasando el mismo miedo o más que yo. Quinto piso..."María la paralítica".

El ascensor se paro de golpe. El ruido de los metales y cableado retumbaba. Silencio. Al fin abrimos los ojos, pero no vimos nada. Lanzamos un suspiro de alivio, al saber que todo estaba en su sitio. Una de mis amigas pulsó el botón del séptimo. Solo faltaba terminar el ritual. Llegar al piso de María y bajar las escaleras. Estábamos en el sexto comentando la situación cuando un sonido que venía del techo nos hizo mirar arriba ¡Alguien estaba rascando el techo! Lanzamos un grito de terror, y cuando Íbamos a llegar al séptimo, el ascensor se paró entre los dos pisos. Nerviosos, empezamos a pulsar todos los botones, pero el ascensor no relacionaba. Abrimos la puerta como pudimos, y ofrecí a las chicas que subieran primero ellas. Pero cuando la segunda de ellas no había terminado de subir, la trampilla del techo del ascensor se desplomó. ahí estaba ella. Con los oscuros cabellos tapando su cadavérico rostro, y sus musculosos brazos, llenos de sangre, y acabados y huesudas manos con unas prominentes unas. Lanzaba sonidos guturales, de animal.


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