1° Año en el Liceo

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En mi irónica y casi insoportable búsqueda por un superman nunca supe ver lo que tenía en frente y eso me hizo caer horriblemente. Como la serie de relaciones fallidas que tuve ese mismo año.

En el verano, para ser exacta en febrero me llego una invitación al cumpleaños de una antigua amiga, el problema era que me tenía que quedar en su casa y estaba segura que no me dejarían salir ni aunque mi vida dependiera de ello,pero me equivoque. Esa noche –en el cumpleaños de mi amiga- conocí a un chico mayor que yo, de una piel morena y de ojos intensos, su nombre era Marcos. La verdad no duramos casi nada, nuestra relación se fue a pique una noche en la que él se quedó en mi casa, cuando la pasión pudo más que la razón, obviamente tuve que mentirle a mi madre, diciéndole que en la calle por la que se tenía que ir estaba llena de drogadictos y era peligroso que se fuera solo y tan tarde.

Ella accedió a que se quedara con la condición que durmiera en el sillón. y así fue, pero cuando ella se durmió yo me salí de mi habitación para estar un rato más con él, sin saber que sus intenciones eran que nuestra relación diera el siguiente paso. Nunca había tenido relaciones consensuadas con un hombre y me ponía terriblemente nerviosa, razón por la que cuando él estaba sobre mi le dije que me soltara y me escabullí a mi pieza a acostarme. Esa fue la última noche me visitó a mi casa y se podía decir la última vez que nos hablamos como pareja. Aun así lo veía todos los días en la plaza de la cuidad con sus amigos.

Terminamos en marzo de ese mismo año, cuando yo estaba en el colegio reuní la confianza suficiente para acercarme a él y decirle que no lo quería ver ni en pintura. Como toda niña de trece años a la que la ilusión de haber encontrado a su príncipe azul se le fue por los suelos, llore, y no porque lo nuestro terminara, sino porque estaba segura que terminaría siendo la "tía borracha".

Con el pasar de las semanas mis amigas se alejaban de mi de a poco por peleas de gatas que se causaban porque yo me llevaba mucho mejor con los hombres que con las mujeres y eso me hacía conversar con los pololos de mis amigas, las que obviamente se enojaban por causa de los celos. Quizás las cosas debían ser así, o que se yo. Pero las que yo creía mis amigas me dejaron de lado de un día para otro. Sola exactamente no, ya que me llevaba bien con varias chicas más del curso, fue así como conocí a la Camila, y ella se hizo muy cercana a mí.

Una de las cosas que más me molestaba de la Camila era que al verme tan triste intentaba una y otra vez volver a juntarme con el Marco, el que a pesar de que yo corria velocidad del rayo por alejarme de él, me seguía buscando sin descanso. Todos los días en los recreos iba al liceo a ver si hablaba con él. Mientras yo recurría a todos mis recursos (entre esos mi hermano mayor, que también estudiaba allí, en último año para ser exacta), sin contar a mis amigos que me hablaban cada tres pasos para pedirme algún favor como ir a comprar por ellos o pedirme encendedor. Con la Camila compartimos mucho pero todo se acabó cuando en el liceo le dio una crisis que al parecer era un fallo multisistemico, la retiraron del liceo y se la llevaron a Viña del Mar para que la cuidaran mejor.

Me aleje de las que habían sido las amigas de la Camila, pero de todas formas intente no perder contacto con ella, lo cual no resulto mucho. Después de un tiempo volví junto a Karla, cuando las cosas se calmaron y arreglaron todo lo que había pasado. No sin antes a mediados de agosto me pusiera de novia con un chico de nombre Iván.

No voy a mentir con Iván todo parecía un cuento de hadas para mí, era el chico más lindo y tierno con el que había estado, lo nuestro comenzó por culpa de mi primo, ya que eran compañeros de curso. Cerca de la casa de mis abuelos hay una cancha de fútbol a la que íbamos a jugar cuando éramos pequeños. Ahí fue la primera vez que ví a Iván. Había escuchado de él mucho, gracias a mi primo y sus amigas, pero yo no quería nada con él... hasta que lo ví.
Iván era un rubio de ojos color miel, era un poco más alto que yo y tenía una piel tan blanca como la leche, su pelo largo iba peinado como emo. Era un bombón agradable a la vista.

Cuando llegue a la casa de mis abuelos no tardaron mucho en mandarme a comprar pan, de todos los lugares por los que me podía ir ese día, decidí irme por la cancha sin saber que se encontraban allí. Casi me desmayé cuando los ví mirarme, baje corriendo la escalera agradeciéndole a Zeus que no me caí y no baje rebotando.
Luego de comprar no sabía si irme por la cancha solo por joder o me iba por el otro camino. Siguiendo mi impulso de estupidez decidí irme por la escalera junto a la cancha, solo para escuchar a mi primo pedirme a gritos que me pidiera pan. Sin esperar que Iván también quisiera pan. Sin saber que el odiaba tanto como yo a que lo desafiaran le grite que si quería pan que viniera a por él. Para mi sorpresa subió las escaleras y ahí lo ví de cerca, no escuche mucho lo que dijo pues estaba como homero Simpson "lo siento no escuche que decías, estaba perdida en tus ojos".

Así comenzó todo, lo nuestro duro poco menos de un mes, acabe con el corazón roto por un tipo que técnicamente me quería por lo que veía. Aun así esa fue la relación más bonita que tuve hasta ese momento. A las semanas luego de que eso se acabara me reencontré con un antiguo conocido con el que entable una relación que duro menos de una semana, literalmente, menos de una semana.

Lo único bueno de esas últimas dos relaciones fue recuperar la amistad de mi amada Karla, la que me hacía muchísima falta. Pero ella tenía peor suerte que yo para las relaciones, estuvo mucho tiempo encaprichada con un tipo que no hacía más que jugar con ella y romperle el corazón una y otra vez. La consolaba sin parar, una de aquellas veces fue cuando me dijo que si alguna vez quería tener relaciones con una mujer me llamaría. Ella sabía que yo era bisexual, pero no tenía idea que ella me gustaba.

Éramos inseparables, donde iba yo estaba ella y viceversa. En uno de nuestros tantos paseos fue cuando conocí a un chico que me dejo atónita. Era de piel clara y cabello oscuro, bastante feo. Pero lo que más llamaba la atención eran sus ojos de un profundo color café. Él fue lo bastante raro para llamarme la atención. Había escuchado su apodo en muchas partes pero lo que más me gustaba de él era su nombre, Miguel.



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