Su sonrisa me hechizo

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05 de diciembre de 2015

Eran las ocho de la mañana y la familia de Claudia llegaba a Hammersmith, Londres, con una esperanza enorme de poder salir adelante, pensando en el bienestar de sus hijas, sobre todo de la menor, que si bien ya era mayor de edad, aun se preocupaban por ella como todo padre o madre, y si hablemos de ella, de Claudia, ella no estaba muy conforme con la decisión de sus padres, siempre se quejaba de que ellos tomaban las decisiones sin consultarselo y esta no fue la excepción.

- En serio? En serio mamá?- Hablo Claudia después de estar como tres horas sin decir nada- No te parece que llegamos en un momento equivocado? Digo se acercan las fiestas navideñas y nosotros aquí al otro lado del mundo...
- Pero estamos en familia- La interrumpió su madre- Estamos la familia completa, entiendo que estés molesta porque no estarás con tus amigos pero este cambio era necesario.
- Para quien? Para ustedes mamá?- Contesto Claudia furiosa, aceleró el paso alejándose de ellos.

Claudia iba a toda prisa, tan enojada, sumida en su enojo, en la desconsideración de sus padres, que no se percató que iba directo a una pareja que estaba parada en frente.
Cuando se dio cuenta no tuvo tiempo de frenar sus pasos y fue a dar con todo contra la espalda del hombre, un hombre muy alto, de unos 1,85 con la espalda ancha y el pelo grisáceo.
La mujer que estaba con él fue la primera en reaccionar y dar la vuelta, la mujer era de estatura baja, casi como ella, regordeta y con el pelo en taza.
Claudia se topo con su mirada, no sabia que decir, pero la mujer no la miraba enojada así que se tranquilizó.

- Perdón- Fue lo primero que pudo articular pero ella seguía mirando a la mujer.
- Tenias prisa?- Pregunto el hombre, ella se quedo helada al escuchar esa voz, tan perfecta se dijo, esa voz tan grave y sedosa digna de un hombre como él, Claudia levanto la vista y no pudo evitar sonrojarse al toparse con dos ojos miel que la miraban fijamente.
- Sí, algo- Contesto casi en un susurro- Pero en verdad lo lamento, venía- Volteo a buscar a su familia- enojada con mi familia- Respondió apenada.
- No te preocupes niña- Hablo la mujer- Son cosas que pasan- Le sonrió tratando de calmarla.
- Y bien, donde esta tu familia?- Pregunto el hombre- Por cierto soy Alan.. Alan Rickman y ella es mi esposa Rima.
- Un gusto- Sonrió- Me llamo Claudia y acabo de llegar a Londres.
- Oh!! Pues en ese caso bienvenida!- Dijo Rima.
- Gracias- Contesto la joven sintiéndose nerviosa por la presencia del hombre en cuestión.

Se quedaron los tres en un silencio incomodo para ella, hasta que escucho la voz de su madre llamándola y dio Gracias al cielo.
Claudia volteo y vio a su mamá entre la multitud, volvió a voltear a la pareja que tenia en frente y sonrió.

- Ya me encontraron, me tengo que ir- Empezó por decir- Fue un placer conocerlos y una vez más perdón- Dijo dirigiéndose al hombre, por su parte Alan le regaló una sonrisa, y no cualquier sonrisa, la más bella que en su vida había visto pensó la joven.

La pareja se despidió, y ella tomo el camino de regreso hasta toparse con su familia.

- Sigues enojada?- Le pregunto su madre.
- No- Sonrió- Ya no tanto- Se reprimió las ganas de voltear a ver al hombre por última vez.

La familia de Claudia llego a la casa en la cual vivirían, una enorme y hermosa casa, nada comparado con su antigua vivienda.
Un hermoso jardín te daba la bienvenida, un jardín que sabía muy bien seria la parte consentida de su madre.
Entraron a la casa y una sala acogedora fue la primera impresión, su hermana mayor bajo de sus brazos a su hijo pequeño Frankie de dos años y el pequeño comenzó a corretear por todo el espacio disponible.

Por otra parte Claudia y su sobrina Paula de 9 años subieron las escaleras, para conocer el segundo piso, la joven se dirigió a la última puerta del pasillo, la abrió y sonrió, sin duda esa seria su habitación, era enorme, muy espaciosa y contaba con dos grandes ventanales.

Luego de un momento, subió con sus maletas y las colocó sobre la gran cama, se dirigió directamente a una maleta negra en cuestión, la abrió y sonrió mostrando sus blancos dientes.
Tomo un papel enrollado y fue desenrollandolo , y mientras más se mostraba el contenido ella sonreía y negaba con la cabeza, la tuvo lista y rió.

- Así que lo tuve en frente Profesor Snape- Le dijo al póster que tenia en mano y rió.

Busco cinta adhesiva y comenzó a ambientar su habitación, sin saber que ese hombre al que conoció una hora atrás, cambiaría su mundo, le enseñaría muchas cosas sobre todo como luchar por lo que ambos comenzarían a sentir, porque la joven tampoco le fue indiferente al hombre en ese encuentro, él también se sintió perdido en esos ojos negros, en esos labios rojos y carnosos, tan puros y apetecibles.

No fue mi culpa, me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora