Hazme un sitio entre tu piel

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- Qué tiene de malo que tomemos una ducha juntos?- Preguntaba la joven desde la cama con una gran sonrisa - Estas conmigo Alan, tampoco creo que sea tan malo.
- No digo que sea malo, pero ya sabes..- Comento Alan desde el baño.
- Por favor mi amor, muero de calor - Río.
- Listo!- Dijo el hombre saliendo del baño envuelto en una toalla - Puedes entrar!.

- Eres un cobarde Rickman - Comento Claudia pasando a su lado pellizcandole el trasero - Algún día.. Algún día seras mío y..
- Soy tuyo - La interrumpió.
- Y te arrepentirás de todo el tiempo perdido.

Alan suspiro, sabia que Claudia tenia razón, perdían solo el tiempo en lugar de jugar con ella, de conocerla, sentirla pero tenia miedo, ella era demasiado perfecta, su piel, su cuerpo, sus labios.. Dios! Todo eso era solo para él y tenía miedo, no estaba seguro pero ella se veía muy convencida de querer estar con él, de sentirlo cerca, siendo uno.

Tal vez, ya era el momento de dar ese paso, no es que él se sienta insuficiente, o que a la hora de la verdad no responda, sabia que eso no iba a pasar ya que con tremenda mujer eso era imposible!!
Pero sería suficiente para ella? La manera en que la hará suya será realmente suficiente para ella?.

Alan estaba sentado en la cama debatiéndose en si ir junto a ella o simplemente esperar un poco más, pero la necesitaba carajo, cuantas noches se durmió pensando, imaginando ese esbelto cuerpo sobre el suyo, mordiendose los labios con los ojos cerrados, si, se la imaginaba así, mientras él entre jadeos susurraba su nombre.

Se levantó decidido y fue directo al baño, abrió la puerta y supo que ya no había marcha atrás, ingreso y la vio de espaldas, las curvas de su cintura, sus caderas anchas, sus hombros finos, no podía creer que todo eso era solamente de él, que le pertenecía, que solo a él le juraba amor eterno.

Camino hacia ella, todavía no se dio cuenta de su presencia, estaba sumida en el baño relajante que se estaba dando, en el placer que le causaba el agua fría cayendo sobre su piel.

Alan llego hasta ella y sostuvo la respiración, él con sólo una toalla envuelta en la cintura, ella desnuda, perfecta.

Sus manos grandes, de hombre experimentado, se posaron en su cintura, haciendo que ella se sobresalte un poco, pues no lo esperaba.
Quiso voltear pero él la sostuvo tan fuerte que no podía moverse.

- Te necesito...- Fue lo que él le susurro al oído, ella sonrió y se entregó a sus caricias, a su cuerpo, a él.

Ella descanso su cabeza sobre el hombro de su amante, mientras él con delicadeza movía sus manos, una de ellas iba bajando hacia su intimidad, la otra subió a sus pechos jugando con sus pezones que se podían duros gracias a las caricias que le brindaba.

Ella estaba totalmente entregada, su respiración comenzó a acelerarse, Alan le dejaba besos mojados en el cuello, en los hombros mientras su mano derecha llego tímida a su destino, primero con su dedo índice se deslizó entre los pliegues de su intimidad, para descubrir que estaba húmeda por él, esperándolo.

Todo el aire que estaba reteniendo, salió de su boca en un suspiro feroz cuando sintió toda la humedad de su mujer.

- Estas.. seguro?- Le pregunto Claudia sonrojada hasta el máximo.
- Ya es tiempo...

Cambio el dedo índice por el dedo del medio, frotaba su clitoris perezosamente cosa que volvía loca a la joven, se centró en el movimiento, ahora lo movía en círculos hasta que bajo hasta su entrada y la masturbaba se unieron dos dedos, tres ya en su interior, mientras ella ya no se reprimia, gemia en el pecho de su hombre, ella colaboraba abriendo sus piernas para tener mayor acceso.

- Alan.. porfavor..
- Porfavor que mi amor? Hmm dímelo..
- Más.. más rápido.. mmmm.. Dios! - Ella lo tomo de la muñeca apretandolo más como si pudiera introducirlo más.

No fue mi culpa, me enamoréDonde viven las historias. Descúbrelo ahora