Parte 9. Drama en las Pirámides

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Mientras tanto, el alcalde estaba tan tranquilo mirando las moscas pasar. Él no sabía nada acerca de lo que había pasado... ¿ó sí? De momento, sin embargo, no había nada de extraño en su guarida secretísima (porque él también tenía una guarida secreta, ¿sabéis?), excepto... ¡una bolsa muy grande! ¿Qué podría haber dentro? Era más o menos del tamaño de un niño de unos 11 o 12 años...

Hemos pensado lo mismo, ¿no? ¡Ostras, dentro del saco había José! ¿Pero cómo lo había hecho?

Entonces el alcalde dejó en una mesita su cóctel de piña y fue directo hacia la bolsa. Seguramente, para abrirla.

Cuando la abrió, dentro estaba José... ¡en carne y hueso! ¿Pero cómo podía ser? ¡Si antes era un monstruo!

-¿Qué, cómo ha ido, José? -este era el alcalde.

-Pues... EMH... Ha ido... ¿bien? -contestó/preguntó él.

-Sí... Seguro que sí... ¿Y por qué tienes ésta pulsera, eh?

Aquella pulsera que decía el alcalde era la que los chicos le habían dado a José para hacer la aventura, y que al final había acabado siendo un drama total.

José se lo explicó todo perfectamente como había pasado. ¡En realidad, él era hijo del alcalde! A él no le gustaba nada el padre que tenía, pero ya era demasiado tarde para escoger, y no podía hacer nada de nada.

Cuando José se lo explicó, Jack (porque su padre se llamaba así) no hizo ninguna cara extraña, solo le dio unos bolígrafos: 4. ¿Para que deberían ser?

-Y... Y ésto... ¿qu-qué es?

-Mira las instrucciones -y se quedó tan "pancho". Como dice su mujer cuando no hace nada más que ver la televisión y tumbarse en el sofá comiendo palomitas y viendo una peli. José salió, y leyó las instrucciones. Lo que le había pedido su padre... ¡No lo podía hacer!

***

Victoria, sin el colgante, estaba muy deprimida. Ese colgante... le daba recuerdos de las historias que su abuela le explicaba, no sabía por qué. ¿Quizás aquel colgante tenía algo que ver con ella? No, no podía ser. Pero, ahora que se acordaba... Su abuela viajaba mucho. Viajó a muchos países cuando era joven, y después también. Violeta estaba extraña por la cara tan rara que hacía su amiga. No le gustaba nada, porque, cuando su amiga hacía esa cara, SIEMPRE tenía ideas de bombera, y no es broma.

-Violeta, creo que... ¡que ya sé cómo encontrar el halcón de oro!

-¡¿¿¿Quéeee???!¿ Que estás loca, tú? -se alarmó ella, mientras imaginaba las ideas que se le habían podido ocurrir a su mejor amiga.

-No, ¡no estoy loca! ¡Tenemos que volver atrás, y enseguida!

-¿¿Cómoorll*?? -dijeron todos juntos al unísono.

-¡Sí, seguidme!

Victoria se fue corriendo hacia atrás, pero nadie de su grupo se movía.

Ella se paró. Miró al cielo, luego al suelo, y, finalmente, a sus amigos. Lo repitió unas 5 veces. Hasta que miró hacia adelante (donde estaban sus mejores amigos) y hacia atrás (donde NO estaban sus amigos).

 Escuchó su corazón, y pensó qué es lo que la haría más feliz.

 Entonces, decidida, dejó de mirar a sus mejores amigos, y se fue corriendo hasta atrás, hasta que sus amigos la perdieron de vista.

 Sus amigos cada vez se sentían más culpables por no haberla seguido. Cuando todos se giraron y decidieron lo mismo que Victoria, de la nada apareció... ¡José! Qué fuerte, ¿verdad?

Victoria & Friends: El Misterio del Halcón de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora