Parte 11. ¿Acaba ó No Acaba la Historia?

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Pues no, aquí no termina, la historia, todavía. Aún falta un trocito... Pero no os preocupéis, chicos. A Victoria aún le faltan MUCHAS aventuras por hacer...

Bueno, sigamos con la historia:

Los chicos ya habían llegado a Miami. Estaban todos con la adrenalina SÚPER alta. El viaje había durado BASTANTE más de lo que esperaban... Pero bueno, al llegar, extrañamente, había un montón de gente con cámaras grabando. ¿Por qué? Ni idea. Lo único que querían ahora era: llegar a casa. Cenar (porque era de noche) y dormir. ¡LO ÚNICO!

Intentaron salir del aeropuerto a diestro y siniestro entre aquella multitud. No saben cuántos pies habían aplastado, ¡pero más de 5, seguro!

Ya habían llegado a la mansión donde vivía Victoria. El abuelo abrió la puerta y llevó unas galletas y un zumo de naranja a todos los amigos.

Cuando se lo comieron, estuvieron charlando un poco:

-Victoria, qué pena que no hayamos podido coger el halcón de oro, ¿verdad?

-Ajá. Pero también hemos aprendido otra cosa muy importante. La amistad.

-¿Cómo? ¿Cómo? ¿Qué? -todos estaban un poco impresionados.

-Pues sí. La amistad es lo más importante que existe en la vida, ¿sabéis, chicos? -Bebe un sorbo de su zumo- Estoy muy contenta. Nos hemos ayudado unos a otros, hemos mejorado, y nos hemos conocido un poco mejor. Y solamente por un objetivo: encontrar un faraón perdido entre las entrañas de las pirámides.

¡CLAP! ¡CLAP! ¡CLAP! Estos eran los aplausos de los amigos. Todos se habían emocionado.

-Bueno, Victoria, gracias por dejarnos estar un ratito en tu casa. Ha sido todo un detalle. Después, si quieres, hablamos por el móvil. Pero ahora me tengo que ir, que seguro que mis padres ya deben haber llegado del restaurante Mexicano y estarán preocupados por mí. ¡Adiós, hasta otra! -Violeta da un abrazo a todos los presentes y se va corriendo.

Entonces, se vuelve a abrir la puerta...:

-¡Ay, que me había olvidado mi bolsita de mano!

-¡JA, JA, JA, JA! -todos s ríen. Ay, ay, ay, esta Violeta, que nunca cambiará...

-Bueno, pues nosotros también nos nos vamos, ¿verdad, Marc?

-Y tanto, Martí. ¡Adiós, Victoria! -la Victoria se despide con la mano y también les da un abrazo.

El abuelo coge las galletas (que, por cierto, no había quedado ni una) y los vasos de zumo y se los lleva a la cocina a lavarlos. Victoria también la ayuda.

Cuando ya están todos bien limpios, Victoria se acuerda de algo... ¡El colgante! ¡No se había dado cuenta que lo llevaba colgado, el colgante!

Entonces la coge, sube las escaleras y se va corriendo a la habitación. Abre la puerta. Intenta abrirla otra vez y, cuando por fin ve que está cerrada, coge la llave de atrás del cuadro y la abre. Se quita el collar del cuello y lo deja encima de su mesita de noche. Cree que ya ha sido suficiente, para hoy. Entonces coge su libro, lo empieza a leer en su cama y, al cabo de unos minutos, se duerme como un tronco.

(...)

¡ ZZZZ, ZZZZZZ, ZZZZZZZ!

Los ronquidos se escuchan incluso en la parte baja de la mansión. El abuelo, un poco asustado por el ruido, sube las escaleras como Victoria, va a su habitación y la abre un poco. Entonces, allí ve una Victoria dormida, con su libro preferido en la cara (babeado): el de las "W.I.TC.H".

El abuelo, con una sonrisa en la cara, cierra la puerta sigilosamente y se va a la cocina a hacer su deber.

***

Eran las 6:00 de la mañana. Victoria, como siempre, estaba despierta. A esa hora siempre se levantaba porque su madre siempre le decía: << cuando veas una estrella de la forma de tu inicial (en este caso, la "v"), significa que al día siguiente tendrás mucha suerte. Si no la ves, claro, no tendrás tanta suerte >>. Esto es lo que le decía siempre, de pequeña.

Victoria, desde que su madre le había dicho esto, siempre se pone la alarma del reloj a esa hora y se despierta (a veces, sin embargo, está tan dormida, que no lo siente, el reloj).

Ahora mismo estaba mirando por la ventana de su habitación. Ya llevaba unos cuantos minutos.

Cuando se rinde de mirar por la ventana, ve que la perla Egipcia está brillando. ¡¿Cómo podía ser eso?!

La coge con las manos un poco temblorosas y, de repente, aparece una foto de su abuela...

Victoria se pone muy triste. Lo más extraño, sin embargo, era que, cuando Victoria deja el collar en la mesita de noche una vez más, en la ventana se ve una sombra...

Sin saber por qué, el instinto de Victoria se levanta de la cama, coge una cuerda y... ¡baja por la ventana!

Victoria, cuando de verdad nota que está en la calle, siente mucho miedo. ¿Qué le pasaba? De repente, ve aquella sombra otra vez...

...Y SIGUE.

Corre tanto como puede.

Pasa por delante de casa de Violeta y Martí (que están al lado). Pero da la casualidad que Violeta estaba asomada en el balcón. Cuando ve por PRIMERA VEZ la sombra y a Victoria, no hace caso, pero, luego, se da cuenta y... baja las escaleras tan rápido como un rayo y pica a Martí. Él, asustado (porque, claro, NADIE pica a las 6 DE LA MAÑANA en una casa, ¿no? ¿Ó sí? Hmmmm...), abre. Violeta le coge de la manga del pijama y, mientras corren, Violeta se lo explica todo.

¡Martí ya lo entiende!

Los 2 siguen, sigilosamente, a Victoria. Llegan a una calle muy oscura, donde la sombra y Victoria se giran hacia una esquina. ¡Oh, oh! ¡Martí les ha perdido de vista!

-¡¿Eh, Violeta, las ves?!

-¿Qué? Como? ¿Qué? Perdón, pero es que me estaba maquillando. Je, je. -Martí hace un suspiro. Intenta encontrar a la sombra y a Victoria, pero nada.

***

Victoria está hipnotizada (literalmente). Sigue a aquella sombra hasta que llegan a una casa abandonada. Fueron hasta allí. De repente, la puerta se abrió, y... VICTORIA... ENTRÓ.

Entonces entraron y... se cerró la puerta.

¡PUM!

-¡¡¡Aaaaahhh!!! ¿Qué...? ¿Qué pasa aquí? ¿Dónde estoy? Oh, oh... ¿No será que me ha llevado hasta aquí... AQUELLA SOMBRA? ¡Tengo que pedir ayuda, y enseguida!


¿Qué, chicos? ¿Vosotros creéis que Victoria saldrá de allí? ¿Ó... se quedará para siempre? Mmmm...

¡Lo descubriréis en el próximo libro de Victoria y sus amigos!

De momento, sin embargo, imaginaos qué es lo que podría pasar...

Ahora me tengo que despedir con un fuerte abrazo y también con un buen adiós...

¡HASTA EL PRÓXIMO LIBRO!

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Helena García G.



Victoria & Friends: El Misterio del Halcón de OroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora