Mandy Barrows estaba emocionada. Era su cumpleaños y por fin tenía dieciséis. Esperaba que sus padres le compraran por fin el coche que les había estado pidiendo. Lo quería rojo, y descapotable. Por un momento sintió una punzada de remordimiento. Pero luego pensó "Qué diablos, se lo pueden permitir." Además se lo habían prometido por sus buenas notas de ese semestre.
Los padres de Mandy eran médico y abogada respectivamente, y la chica disfrutaba haciéndoles chantaje emocional para conseguir lo que quería. Como por sus trabajos disponían de poco tiempo para estar con ella, intentaban compensarlo haciéndole regalos y satisfaciendo todos sus caprichos. Lea Daniels, su mejor amiga, se moría de envidia ya que en su casa siempre fue escaso el dinero y nunca habían podido regalarle más que una pocas cosas sencillas por Navidad, aunque siempre procuraba pegarse lo más posible a Mandy para poder disfrutar aunque fuese de unas migajas de su acomodada vida.
Sacó de su bolsillo su Iphone último modelo, abrió la funda de plástico en color rosa chillón y empezó a revisar los mensajes de whatsapp para ver si todos habían aceptado su invitación.
Lea Daniels hab ía sido la primera en responder. Por supuesto, iría a la fiesta esa noche. Mandy se la imaginó desesperada porque alguien la invitase a algún plan interesante, y su cara iluminada cuando leyó el mensaje de Mandy. La hora de respuesta era sólo dos minutos más tarde desde que recibiera el mensaje de su amiga. Pobrecilla, pensó Mandy con una mueca de condescendencia. Lea siempre sería una segundona. Para brillar ya estaba Mandy, y Lea tenía que contentarse con estar a su sombra.
El segundo mensaje de respuesta del whatsapp era de Michael Thompson, su novio. Era capitán del equipo de fútbol del instituto, y llevaban ya ocho meses saliendo. Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras imaginaban la tórrida noche de pasión que iban a pasar una vez la fiesta hubiera terminado. Planeaba llevárselo a su cama aprovechando que la fiesta iba a ser en una casa situada en una lujosa urbanización, préstamo de su amigo Richard para que pudieran celebrarla sin la molestia de algún padre presente.
El último regalo que le había hecho Michael era un colgante con dos emes entrelazadas, las inciales de sus nombres. Se lo había dado en el transcurso del baile de fin de curso del año anterior, cuando llevaban poco tiempo de noviazgo.
Continuó revisando las conversaciones sin leer. Nick Cassidy, un muchacho con gafas y pelo castaño liso que le caía sobre los ojos, confirmó que iría pero un poco más tarde porque queríaaprovechar un poco más sus horas de estudio para un examen que tenía el lunes. "El bueno de Nicky siempre ha sido un empollón. No sé de qué le sirve estudiar tanto si después no le hace caso ninguna chica" caviló Mandy.
Tania Ludlow era una recién trasladada desde el norte y la conocía más bien poco, pero empezaba a entrar en el grupo de las populares y Mandy la había invitado en parte para integrarla con su pandilla de amistades y en parte para que la gente viera que se llevaba bien con una candidata en potencia a la élite del instituto. Se alegró mucho con su respuesta, en la que le dijo que iba a ir y que ya tenía elegida su ropa para esa noche.
Patrick Henderson era el típico chico que, sin ser guapo, era agradable tener al lado ya que poseía un gran carisma aunque sus bromas eran a veces de mal gusto. Quería dedicarse de mayor a "alguna profesión que tuviera que ver con chicas". Era buena gente en el fondo, y el mejor amigo de Michael.
Cecily Turner era una chica apagada, callada y algo tímida. Era la que menos encajaba en el grupo, pero Mandy se había visto obligada a invitarle porque su padre era un potencial cliente de su madre, que iba a representarle próximamente en un juicio, y al ser gente de dinero pagaba bien. Mandy hizo de tripas corazón al responderle: "Me alegro mucho de que vengas"
William Barckley era una monada de chico. Moreno de ojos verdes, había tenido algo con ella al principio de su relación con Michael, y era primo hermano de Patrick, por lo que fue invitado a la fiesta más o menos de rebote, para que fueran el mismo número de chicas que de chicos. Mandy se sonrojó al recordar el episodio. Todo había sido confuso y sudoroso, en una noche de borrachera. Por supuesto su novio no sabía nada, y de momento William había sido discreto al respecto. Pensó que podía confiar en él, y de todas formas si insistía en que no fuera, Michael podía sospechar.
En fin, ya estaba confirmada la asistencia de todos. Como todavía era por la mañana, Mandy decidió matar el resto del día yendo a la pelquería y al centro comercial.
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EL JUEGO DEL ASESINO
RandomUn grupo de adolescentes celebran una fiesta de cumpleaños sin sospechar que un regalo inesperado será la paranoia de la mente enferma de un asesino.