3. Empieza el juego

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Querida Mandy y amigos: esta va a ser una fiesta que no olvidaréis mientrais viváis. Y de vosotros depende que el resto de vuestra vida se acorte o se alargue. Sólo tenéis que seguir mis instrucciones. Habéis recibido un juego de tablero único en el mundo, ya que está exclusivamente diseñado por mi para vosotros. Vuestra misión consiste en jugar una única partida de este juego, y el ganador será perdonado. Podrá continuar viviendo, así que luchad con todas vuestras fuerzas por ganar. Y preparaos entonces para sufrir las consecuencias. El juego es sencillo. Deberá empezar la persona que la anfitriona elija. Y continuar por el orden de las manecillas del reloj. Las casillas y las cartas que cojáis os irán indicando qué hacer a continuación. Os estaré vigilando en todo momento, así que será mejor que me obedezcáis en todo. Si no, lo sabré. ¿Seréis capaces de superar la prueba?
Firmado: "EL ASESINO MÚLTIPLE"

Se miraron todos estupefactos. No sabían cómo reaccionar. Mandy sintió un escalofrío por la espalda cuando terminó de leer la carta. Pero enseguida se sacudió la preocupación de encima y empezó a reírse.
-Está claro que esto es una broma de cualquiera de vosotros. Está bien, no os la echaré a perder por el momento. Pero quiero que sepáis que descubriré al graciosillo y le haré pagar bien cara su jugarreta. Os diré lo que vamos a hacer. Primero llamaré a la pizzería a ver qué mierda ocurre con el pedido, y cuando terminemos de comer nos sentaremos a jugar una partida. ¿Quién sabe? Incluso puede que sea divertido.
Los demás exhalaron un suspiro de alivio. Si Mandy se lo tomaba a broma, una broma sería. Seguramente era un regalo de alguno de ellos y el autor o autora aún no quería desvelarlo para mantener un poco el suspense.
Al cabo de media hora llegó el chico de la pizzería, y Mandy se asomó a echarle la bronca. Pero se detuvo al abrir la puerta y ver lo guapo que era.
-Perdone, señorita- dijo el repartidor humildemente. - Es sábado por la noche y se nos han acumulado un montón de pedidos. Y encima soy nuevo y he confundido la dirección. Mis más sinceras disculpas, no volverá a pasar.
-No te preocupes, bombón. Todos cometemos equivocaciones. - susurró Mandy en su oído. -ten una propina por las molestias.- deslizó un billete de veinte dólares por dentro de los pantalones de su uniforme, bien cerca de la entrepierna. El chaval se puso rojo como la grana, murmuró un agradecimiento entregándole las pizzas y salió disparado a arrancar su motocicleta.
Michael había visto todo asomado desde el recodo del pasillo. No dijo nada, se dio la vuelta y se sentó en el sofá con los otros.
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Las pizzas estaban buenísimas, y a todos les sentó de maravilla. Podrían seguir bebiendo sin emborracharse enseguida, ya que tenían el estómago lleno. La fiesta estaba siendo un éxito, y ahora tenían un nuevo juego de mesa para divertirse. William volvió de la cocina con unas botellas de cerveza que había puesto a enfriar, y repartió una a cada uno. Tania había terminado de inflar unos globos que tenían desperdigados por todo el suelo del salón. Lea y Cecily habían empezado a hacer buenas migas. Lea consideraba a Cecily una chica tranquila y amable, mucho más dulce y compasiva que Mandy, a pesar de su timidez o quizá gracias a ella pensó que podían empezar a compartir momentos. Mandy cada vez la trataba peor, y Lea empezaba a hartarse de tener que aguantarla día y noche. Esta noche aprovecharía la fiesta, decidió, y a partir de entonces empezaría a alejarse progresivamente de ella. Que se quedara con Tania si quería, pensó. Así le aportaría un aire fresco y podría moldear a la recién llegada a la ciudad a su imagen y semejanza.
Nicky estaba liando otro porro aunque ya había siete colillas apagadas en el cenicero. Pero, ¿qué era una fiesta sin alguna droga? Estaba harto de estudiar toda la semana. Sus padres querían que fuera a Yale a cursar la carrera de economía, aunque él siempre se había decantado por la biología. Quería salir en un barco a investigar la vida de los cetáceos, ir a la búsqueda de delfines y ballenas y dedicar su vida a la fauna marina. Pero sus padres pagaban sus estudios, y no querían oir hablar del tema. En fin, esa noche estaba de fiesta y había besado a la linda Cecily nada más llegar. Pensó que incluso podría invitarla a ser su novia. Parecía buena chica, y lo más importante, él, Nick, le gustaba. No solía pasarle eso con las chicas.
William empezaba a sentirse un poco mareado. No fumaba droga, pero había bebido unas cuantas cervezas y ahora se había abierto un botellín de vodka. Estaba alegre y ligeramente colocado por el humo del porro que se estaba fumando Nicky. Bromeaba con Michael, pero notaba que desde que llegaron las pizzas su amigo estaba huraño y taciturno, por lo menos más que de costumbre. Esperaba que no hubiese descubierto el tema que había habido entre él y su novia hacía unos meses. Apreciaba a Michael, pero no se había podido resistir a los encantos de Mandy. Ella había insistido en quedarse a solas con él cuando sus demás amigas se habían marchado de la discoteca, y le había invitado a una copa tras otra hasta tenerlo como ella quería. Le había agarrado por la camisa arrastrándole hasta los lavabos, según decía para mojarle la cabeza con agua fría para despejarle y que se sintiera mejor. Luego lo había empujado hasta los inodoros y se le había subido encima para meterse dentro su miembro, ya por entonces erecto bajo las caricias de la chica. Maldita zorra, pensó sin poder evitar esbozar una sonrisa. Hay que ver cómo cabalgaba. Michael era un tipo con suerte. Cuando él no miraba, William le sonreía y le parecía que ella también estaba recordando el sensual episodio.
Patrick se había vuelto a cambiar después y puesto su ropa. Había tirado el tanga en el cubo de la basura, sin pensar que quizás a su dueña le gustaría recuperarlo. Lea le había sacado una foto con el teléfono móvil antes de que se cambiase, para tener un recuerdo divertido de la fiesta. Él había posado a la subida de las escalera, sacando culo y frunciendo los labios como si fuera una vedette. Así era Patrick, sin complejos y siempre dispuesto a llamar la atención a cualquier precio. No soportaba pasar desapercibido. Quizás esto se debía a que era el cuarto de seis hermanos y nunca destacaba en nada. Sólo haciendo el payaso conseguía que se fijasen en él.
Michael jugueteaba con un mechero y estaba pensativo. Veía a su novia pasarlo bien, y eso le divertía, pero no se sentía del todo bien. Empezó a mirar a las otras chicas. Tania era una rubia muy sexy, pero apenas la conocía y no sabía si podía confiar en su discreción. Cecily definitivamente no era su estilo, demasiado tímida e impopular.Además ya había descubierto que estaba colada por el bueno de Nick. Lea era distinta. Por primera vez en toda su vida, empezó a mirarla con otros ojos. Bien mirada, era atractiva. Comenzó a forjar ideas en su mente mientras ayudaba a Mandy a extender el tablero de juego y las fichas delante de ellos.
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Era un juego bonito, normal y corriente. Cada jugador tenía unos pivotes amarillos marcados con números del uno al ocho. Diferentes casillas marcadas con las letras del abecedario en negro sobre fondo también amarillo surcaban el tablero haciendo eses. Los dados eran también amarillos con puntos negros. A Nick le recordó el estampado del cuerpecito de las avispas. Creyó recordar que era para advertir a sus posibles enemigos de que era un animal peligroso. Sacudió la cabeza y despejó esos pensamientos de su mente.
-Bueno, soy la anfitriona, como dice la carta tengo que elegir quién empieza. Veamos.....- Mandy hizo un barrido con la mirada alrededor del sofá, y después de pensar un minuto señaló a Tania.
-De acuerdo, allá vamos. Aunque tengo que decir que me parece una chorrada, me pregunto cómo nos sorprenderá el supuesto "asesino"- dijo formando unas comillas con los dedos.
Tiró los dados, y sacó un dos. Avanzó con el pivote número uno hasta la segunda casilla, que se correspondía con la letra B. A continuación cogió la carta de las que estaban boca abajo que también tenía una letra B en el dorso.
"En esta casa hay tres estancias que empiezan por B. Jugador, escoge uno de ellos, y allí a esperarme ve."
-Esto es ridículo, ¿se supone que ahora tengo que ir al cuarto de baño?- Tania resopló y se levantó acomodándose la minifalda. Mandy le dijo dónde estaban, indicándole que había uno en la planta baja y dos en la de arriba.
-Supongo que dentro del baño habrá alguna pista para indicarte tu próximo paso. Busca bien, Tania.- argumentó Michael. Tania empezó a subir las escaleras entre bufidos de disgusto. Le gustaba más el beso, verdad o atrevimiento. Todavía no había tenido la oportunidad de besar a William, que era después de Michael el muchacho más atractivo.
En el piso de arriba todo estaba a oscuras, sólo iluminado tenuemente por las luces que había encendidas en el salón y el pasillo, y Tania decidió no encender ninguna para que ninguno de sus compañeros subiera y la localizara inmediatamente impidiéndole así encontrar su pista.
Se quitó los zapatos de tacón para pasar aún más inadvertida, y se metió en el baño que había más al fondo del pasillo. Era bonito, con dos lavabos individuales, una inmensa bañera y un espejo con marco dorado con ángeles labrados. Empezó a buscar la pista cuando sintió una punzada en el dedo. Sobresaltada levantó la mano de golpe, y vio que se había cortado el índice con una hojilla de afeitar.
-Maldita sea- murmuró chupándose el dedo y mirando a su alrededor. No tenía ni idea de qué tipo de pista tenía que buscar. Se dio cuenta de que la cortina de la bañera estaba completamente cerrada, y alargó la mano para buscar detrás lo que pudiera haber.

De repente sintió miedo de hacerlo. No seas tonta, Tania. Estás jugando con tus amigos.¿ Vas a permitir que te ganen? Demuéstrales que no temes jugar, vamos. A la de una, a la de dos, y a la de tres......

Descorrió la cortina de golpe. Al principio no vio ni oyó nada, pero después un susurro como de alguien hablando muy bajito llenó su cabeza y sintió el golpe en medio de la frente. Cayó inerte al suelo y se sumió en una aterradora oscuridad.

EL JUEGO DEL ASESINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora