7. Despedida sangrienta

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Había pasado casi media hora, y Mandy se levantó de golpe. Todos la miraron, sorprendidos por la determinación que había cobrado su mirada.
-Se acabó. No aguanto más, voy a ir a buscarle. Está tardando demasiado.
-No vayas sola.- Michael hizo el amago de levantarse, pero ella no se lo permitió.
-Si tiene que pasarme algo, que sea cuanto antes. - Mandy hizo acopio de valor y fue casi corriendo hasta la cocina. Sus tacones se alejaban a buen paso, y los demás no se atrevieron a detenerla. No estaban seguros de lo que había pasado, pero no era buena señal que William no apareciera. El asesino estaba demostrando ser más inteligente que ellos, y los tenía atrapados como ratones en una ratonera.
Lea abrazaba a Cecily, quien parecía haberse tranquilizado. Tenía cogido a Nick de la mano, y éste se mordía el labio mientras intentaba pensar una solución. Patrick estaba cabizbajo. Sabía que pronto le tocaría el turno, y aunque no hablaba, su mente era una maraña de pensamientos.
Michael se levantó y miró su móvil. La una menos cuarto de la madrugada. Le hizo una seña a Lea para que fuera donde él estaba.
-¿Qué ocurre?- preguntó ella. Él no le dijo nada, y la tomó de la mano hasta llevarla al pasillo, y meterla en un rincón oscuro. -Volvemos enseguida.- dijo a los demás.
-Tened mucho cuidado y no os alejéis mucho.- Patrick sabía que pasaba algo extraño, pero en ese momento estaba mucho más preocupado por la suerte que había podido correr William.
Michael se apoyó con un brazo en la pared delante de Lea. Miró a su alrededor con ojos inquietos.
-La casa está llena de trampas. Pero si somos más listos que el asesino, quizá podríamos descubrir algo al mismo tiempo que seguimos sus instrucciones. - dijo en voz baja.
-Yo estoy segura de que hay cámaras escondidas por todas partes. Por lo menos en el salón, que es donde estamos jugando. El asesino necesita tenernos controlados para activar sus trampas, y para asegurarse de que seguimos las reglas del juego a rajatabla y no avisamos a la policía ni a nadie que pueda venir a ayudarnos- Lea respondió en el mismo tono de voz.
-Lo sé....- Michael empezó a hablar pero se detuvo. Nunca había tenido a Lea tan cerca, y decidió seguir un impulso. Tomó su cara entre las manos y la besó. Lea respondió de inmediato al beso, y rodeó el cuello de Michael con los brazos. Era mil veces mejor de como había imaginado toda su vida, mientras tenía que soportar verle besar a Mandy a cada momento, delante de sus narices, sin poder hacer nada más que sentir envidia. Michael se estremeció mientras la besaba. Lea sabía llegar a él mucho mejor que Mandy, ya que ésta solo sabía provocar su cuerpo. Aquel beso con Lea le llegó al alma. Le daba igual ya todo. ¿No iban a morir esa noche? Pues aprovecharía a estar con aquella chica que tanto le estaba gustando todo el tiempo que pudiera. Mandy podía pudrirse en el infierno si quería. Estaba seguro de que su cadáver ya estaría acompañando al de William, y cuando se separó de Lea pudo ver con alegría que la muchacha lloraba de emoción.
Volvieron al salón a reunirse con los demás, y había un brillo especial en sus ojos. Nick fue el primero que lo notó. Sonrió para su adentros a pesar de toda la pesadilla que estaban viviendo. El amor seguía siendo bonito, aún bajo la amenaza de la muerte.
Patrick dio un salto en el asiento, sobresaltando a su vez a todos. Había escuchado unos pasos que se aproximaban desde el pasillo que daba a la cocina. ¿Sería el asesino, que por fin había decidio mostrar su rostro?
Cecily agarró a Nick por la manga de la camisa, y tiró de él con angustia. Lea y Michael no quitaban ojo a la puerta del salón.
Era Mandy, que volvía con lágrimas en los ojos y las manos empapadas de sangre hasta los codos. Se sentó en su sitio y sorbió por la nariz.
-William está muerto. Le he encontrado con un montón de cuchillos clavados en la espalda. He intentado reanimarle, pero ya no había nada que hacer.....- se frotó la cara con las manos, con lo que consiguió mancharse y al darse cuenta dijo- voy al lavabo, perdonadme un momento.- siguió caminando y se metió en uno de los baños de la planta baja.
-Lo que me temía. - Michael murmuró espantado. Patrick empezó a llorar a lágrima viva y las chicas corrieron a abrazarle.
-Yo soy el siguiente. - cogió el cubilete de dados y ya iba a empezar a agitarlo cuando NIck le detuvo.
-Espera. No tires todavía. Se me acaba de ocurrir una posibilidad.- Bajó la voz todo lo que pudo para que le escucharan los que estaban sentados a la mesa, y miró cautelosamente a su espalda, en dirección a la puerta que daba al pasillo- ¿Y si William estaba bien en la cocina y ha sido Mandy la que le ha matado?-
Todos se quedaron callados contemplando la posibilidad. Era una probabilidad. Todo era posible en ese momento. Horrorizados se miraban unos a otros decidiendo qué hacer.
-¿Y si está preparándonos otra trampa?- preguntó Cecily con voz casi inaudible.
-Voy a buscarla. No tengo miedo, si es la asesina querrá que sigamos jugando para matarnos exactamente como tiene planeado. Intentad disimular y hacer como si no pasara nada. Pronto lo descubriremos.- Patrick se levantó de un salto y se dirigó al baño de la planta baja
Lo primero que vio al entrar en el baño fue el lavabo salpicado de manchas de sangre. Era la sangre de su primo William, recordó, y tuvo que esforzarse por no echarse a llorar a gritos.
Habían encendido un par de velas sobre el lavabo, las cuales también tenían unas cuantas salpicaduras diminutas que parecían lunares.
-Son dos velas que he colocado yo. Una por Tania y otra por William. Todavía no hemos tenido tiempo de rezar por ellos.- cuando Mandy empezó a hablar, Patrick se asustó. No la había visto hasta ese momento. Estaba sentada en un rincón del baño, en el borde de la bañera. La luz de las velas alumbraba parcialmente su cara y le daba un aspecto siniestro. Se había limpiado la sangre bastante bien, pero tenía la mirada extraviada y su voz languidecía por momentos.
Patrick se apresuró a levantarla, aunque sin poder evitar un recelo de sospecha.
-Vamos con los demás, hemos de seguir jugando. Ahora me toca a mí. Tenemos que estar todos juntos en el salón, Mandy.-
Ella se dejaba arrastrar dócilmente, al tiempo que murmuraba: - Es culpa mía. Yo he organizado la fiesta de cumpleaños y os he traído aquí. Por mi culpa han muerto dos amigos a los que quería y morirán todos los demás. Debería matarme, no merezco seguir viviendo, no puedo seguir soportando esta culpa. Sólo sirvo para hacer sufrir a quienes me rodean.-
-No digas eso, Mandy. Sabes que tus padres te quieren. Sabes que nosotros te queremos, incluso Michael, aunque ahora haya pasado esto y esté enfadado. Tú no eres la culpable, no sabías que esto iba a pasar. El único culpable es la mente enferma de un psicópata. Y no vamos a dejar que mate a nadie más, te lo prometo- Patrick intentaba consolarla como podía. ¿Y si la mente enferma y psicópata era la de Mandy? No podía evitar que esos pensamientos se filtraran en su mente una y otra vez.
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-De acuerdo, ya estamos todos, podemos seguir.- Michael exhaló un suspiro y tendió el cubilete a Patrick de nuevo. Ahora sí, el muchacho tiró y contó. Le había salido un 7, así que tuvo que colocar su pivote justo delante del de William, en la letra G.
Levantó la carta que correspondía, y carraspeó para leerla.

"Jugador, eres valiente. Pero eso no servirá para cambiar tu suerte. Empieza un coche buscando, y una pista sobre mí acabarás hallando."

-Está claro que se refiere al garaje. Es la única habitación donde se puede guardar un coche.- precisó Lea enredando un mechón de su cabello negro entre los dedos. Patrick se levantó con valentía y empezó a abrazar a todos. Tenía la sensación de que era la última vez que les veía. Como el garaje estaba en la parte más alejada de la casa, se ofrecieron para acompañarle al menos hasta la puerta, pero él se negó.

-No sirve de nada tener miedo. Recordadme siempre como el chalado que os hacía reír.- les hizo una especie de reverencia, y se dirigó al garaje a todo correr. No servía de nada prolongar las despedidas.

El garaje tenía una puerta en la otra punta de la casa, y hacia allí se dirigió Patrick. Iba a abrir la puerta cuando oyó unos pasos que bajaban lentamente las escaleras. Su corazón empezó a latir a toda velocidad, y miró a su alrededor asustado. El único escondite posible era el garaje, ya que no había más puertas cerca de donde se encontraba. Patrick respiró hondo y se metió en el garaje cerrando la puerta tras de sí, justo a tiempo ya que las pisadas se oían ya muy cerca de él.



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