II

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5:40 am, 22 de Septiembre

Me levanté, me mire al espejo. Mis pequeños ojos celestes grisasios se veían acompañados por unas ojeras, mis secos labios y mis cabellos rubios albinos me caían por los hombros despeinados.
Me duche apurada, pensando que sería mi última ducha por meses o tal vez la última ducha de mi vida. Me puse mi uniforme que me habían entregado ayer. Un pantalón negro con varios bolsillos, una remera verde militar y una campera negra para vientos.
Me seque el pelo y lo até formando una perfecta cola de caballo.

Agarré mi mochila, metí una foto de mi familia y baje a donde se encontraba mi madre cocinando el desayuno y mi padre sentado en la mesa redonda donde el desayuno estaba esperando y mirando el piso.

Mi madre si dio vuelta y unas pequeñas gotas de agua salada recorrían su piel blanca.
Vino hacia mi y me abrazo a lo que mi padre se unió y así nos quedamos por unos minutos hasta que mi madre se separó para que las tostadas no se quemen.

-Karis te amamos como a nadie -Dijo mi padre secándose los ojos-.

Yo simplemente comí mi desayuno y cuando no quedaba un miga me digne a hablar.

-Yo también los amo.

Agarre mi mochila le di un abrazo a mi madre y ella me extendió su mano con un precioso collar de oro, tenía un pequeño corazón. Me lo coloco en el cuello y yo toque con la llema de mis dedos el collar.

-Esto te va a cuidar Karis, Cuando tengas miedo solo tocalo.

La abrace nuevamente y luego a mi padre, nos interrumpió alguien que golpeaba la puerta. Abrí y dos hombres de traje negro se encontraban otra vez más en mi puerta. Agarre mi mochila y me subí al auto y vi a mis padres sollozando, despidiéndose de mi por un largo tiempo o tal vez para siempre.

Llegamos al sombrío sótano, ni un segundo más ni uno menos 6:30 en punto.
Toda la gente del lugar tenían los ojos rojos y cansados, cara de no poder haber dormido, preocupación, había tensión y nervios.
Mi amiga Sab se encontraba sentada en una de las tantas mesas mirando el piso al igual que mi padre.

-Sab... -Me abrazo interrumpiendo-.

-Karis, estoy bien, no tienes porque preocuparte -Dijo pero yo sabía que era mentira. Sus cejas se caían sobre sus ojos, las ojeras bien marcadas por la falta de sueño y  las esquinas de sus finos labios estaban ligeramente inclinadas hacia abajo-.

-Chicos, Atención porfavor. Lamentó todo esto. Les deseó lo mejor -Dijo la reina Elemental que se notaba tristeza en sus ojos-.

-Recuerden que en varios lugares hay unos sótanos pequeños para que puedan cubrirse y protegerse de las tormentas -Agregó-.

Salimos todos afuera en una manda y nos fuimos entrando en el bosque. La guerra iba a comenzar tarde o temprano pero por ahora no había señal de que estén cerca.
Les faltaban 6 o 8 horas para llegar hasta acá.

Fui entrando al bosque se veía amenazador, nos íbamos separando. Los árboles altos y las tierras húmedas.
Veía que varios de los chicos iban Armando una especie de techo para dormir.

-Sab, ven -Le grite a mi amiga que se encontraba unos pasos atrás mío-.

-Si. Que necesitas?

-¿Me ayudas a armar una especie de techo?

Sabrina alzó sus manos, unos brillos verdes salían de ellas creando la forma de una cueva, ramas comenzaron a salir del suelo creando una cueva perfecta.

-Gracias, es perfecto.

-No es nada. Tengo que buscar a mi hermano, no lo encuentro. Nos vemos en un rato.

Luego de ayudar a algunas personas con sus tiendas busque a Sabrina. ¿A dónde se había metido? ¿Y si le paso algo?

Use mis poderes para levitar y así encontrarla más rápido. Cerca de donde la mayoría de la gente había armado sus cuevas no se encontraba. La gente de agua se había instalado cerca del gigantesco y profundo lago, no muy lejos mío. La busque por ahí y la encontré. Estaba en la orilla junto a su hermano en una cueva similar a la mía.

-¡Gracias a Dios! ¿A dónde te habías metido? Son las 6 pm y esta empezando a anochecer. -La regañe-.

-Lo siento, no podía encontrarlo. Me quedare aquí, con la gente de agua así estoy con mi hermanito. -Dijo señalando a su hermano, Sebastián, del elemento Agua-.

-Esta bien, volveré a mi cueva. Cuídense.

Tarde encontrar la cueva y cuando lo hice ya era tarde y comenzaba a tener hambre. No muy lejos divise una pequeña fogata. Camine por el bosque y las hojas crujían cuando las pisaba.  Cuando llegue había varias personas al rededor del fuego cocinando unos pescados, obviamente pescados por los del elemento Agua.

-¿Puedo comer un pedazo? Muero de hambre -Pregunte casi rogando-.

-Por supuesto, nosotros somos una manda, un equipo nos cuidamos entre nosotros -Dijo un chico alcanzándome un pescado-.

-¡Gracias! -Dicho esto me fui de ahí volviendo a mi cueva con una antorcha que unos de los chicos me había obsequiado para poder ver en la fría y oscura noche-.

Entré a la cueva, saque de mi mochila una de las mantas y me quede sentada por un rato pensando. No podía dormirme, escuchaba las hojas crujir y temía. El viento soplar, el agua chocar contra la orilla. Me acomode y rozando con la llema de mis dedos el collar comencé a cerrar los ojos y recordar las palabras de mi madre.

"Esto te va a cuidar Karis, Cuando tengas miedo solo tocalo"

Lágrimas cayeron de mis ojos y así fui dejándome llevar por el sueño hasta quedarme totalmente dormida. Recordando cada momento del día, sabiendo que la guerra llegaría en cualquier momento y aunque nunca en mi vida lo admití la verdad es que tengo miedo, mis manos tiemblan cada vez que escucho un pequeño ruido.

Escuche un grito de desesperación y unos sollozos a lo lejos. Era una voz de mujer, una voz quebrada, un tono suplicante y doliente.

____________Capítulo editado

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Capítulo editado.

Elementary War (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora