Desperté sobre la mesa donde había llorado y caído dormida. La luz que ingresaba por la ventana me indicaba que no era el día iluminado en el que escapé, pero tampoco la oscura noche. Solo Dios y una persona con un mínimo de conocimiento sobre el mundo real sabría si estaba amaneciendo o anocheciendo. Sentí un fuerte y frío viento entrando por la ventana. Probablemente fue lo que me despertó, Pensé. Me dirigí a una de las pequeñas habitaciones e inspeccioné el armario buscando alguna prenda olvidada. Para mi sorpresa encontré un abrigo gris en muy buen estado. Este definitivamente es mi día de suerte. Al ponérmelo pude percibir que el abrigo y el cuaderno emanaban esencias totalmente distintas. Mi emoción se redujo a la mitad.
―Esto no es de Leo. ―Dije mientras me acercaba a la cocina con la mirada baja. Suspiré mientras tomaba el cuaderno de Daniel y salía del lugar en el que probablemente vivió alguna vez. Mis sentidos se agudizaron, esta vez estaba segura de que lo encontraría si se hallaba remotamente cerca de aquí. Puedo rastrear el aroma impregnado en el cuaderno. Sonreí agradeciendo por primera vez estos sentidos sobrehumanos que poseo.
Caminé esta vez siguiendo la dirección del riachuelo con el que me había cruzado con anterioridad. Si alguna otra casa se encontraba en este bosque lo más probable es que estuviera cerca del río. Noté que el cielo se seguía oscureciendo y me arrepentí de haber salido con tanta prisa luego de despertarme.
Me senté en una roca para volver a pensar mis opciones. Debería seguir caminando o regresar a la casa abandonada. Nunca había estado en un bosque oscuro pero la literatura me indicaba que no era una buena idea pasar la noche aquí. Continuaba intentando aclarar mi indecisa mente hasta que escuche unos lentos pasos. Me quedé paralizada. No sabía qué hacer, ya no quería seguir huyendo del mundo y esconderme. Sería vivir de la misma manera que lo había estado haciendo toda mi vida. Tengo miedo de la reacción de las personas. Experimentar ese rechazo directo que tantas veces imaginé. Me puse de pie mirando directamente hacia donde se dirigían aquellos pasos. El riachuelo que hace unos momentos estaba ligeramente caudaloso se calmó, el sonido de este también disminuyó. Siento. Lo siento. Este aroma debe ser. Mis pupilas se dilataron y mi corazón se aceleró.
De pronto un joven aparece entre los cedros y se detiene en seco apenas sus ojos chocan con los míos. Nos quedamos largos segundos observándonos. Mi mente me decía que hullera pero mi cuerpo se negaba a obedecer. Espero una reacción de la persona en frente mío. Una señal que me indique peligro o que no me hará daño. Su mirada escapo la mía y dirigió la vista a mis heridas piernas que estaban temblando por el frío. Me sentía muy mal, me dolía la cabeza y el cuerpo. Quería llorar y pedirle ayuda, pero mi desconfianza me lo impedía. Su desordenado cabello castaño me hizo pensar que podría haber estado buscando algo, tal vez a mí. Tal vez quiere entregarme. ¡Huye! Pensé. Mi cuerpo desobedeció nuevamente al volver a ser atrapado por esos oscuros ojos que regresaron a mí rostro y me miraron fijamente. A pesar del peligro no pude evitar quedándome admirando su apariencia meticulosamente. Los rostros humanos son tan hermosos; siempre lo supe; pero la apariencia de esta persona era mucho más impresionante de lo que yo esperaba. Dio un paso en mi dirección, dio otro, abrió la boca con la intensión de decir algo y repentinamente otra persona llegó corriendo deteniéndose a recuperar el aliento a 5 metros de nosotros. Ambos dirigimos nuestra atención al otro joven cuya respiración acelerada me puso nerviosa. Este levantó la cabeza en mi dirección y se apartó el cabello que le impedía la vista revelándome otro increíblemente hermoso rostro. Él me dirigió la sonrisa más bella que había visto jamás y aún con la voz entrecortada me dijo "hola".
La verdad me agitó tan rápido que no pude responder su saludo. Esa era la voz de Daniel. Me cubrí la boca del asombro. No puedo creer que de verdad sea él. Estoy segura que fue su voz. Nuestra última despedida azotó mis pensamientos y me volví a sentar en la piedra que estaba a mi lado. Lloré. Intentaba contenerme, pero me era imposible; seguía llorando. Se acercó a mí y volvió a sonreírme.
―Te extrañé. ―Dijo Leo. Sentí su mano acariciando suavemente mi cabeza. ―Por favor no llores.
Esto solo hizo que quisiera llorar más. Era tan feliz. Levante la cabeza y lo miré a los ojos.
―Yo te extrañé más. ―Dije volviendo la mirada al suelo para continuar con mi llanto.
Él se agachó y me abrazó fuertemente, luego se acuclilló a mi lado y puso su mano sobre mi espalda tratando de calmarme. Se quedó así, junto a mí, hasta que mis lágrimas se agotaron.
Quería preguntarle por qué se había ido años atrás dejándome completamente sola. Sí alguna vez sintió algo de apreció hacia mí o fue solo compasión. Tenía miedo de las respuestas a todas mis preguntas, pero por ahora solo quería dejarme ser feliz de estar entre los brazos de quien me hizo tener esperanzas, sueños y una niñez con momentos que recordar.
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La única voz en la tierra [Vixx]
FanficUna joven diferente a todas vive un cautiverio eterno. La única voz que ha escuchado en su vida ha sido la de Leo; quien le ha demostrado lo que es el cariño a través de sus cálidas palabras aunque nunca se hayan visto cara a cara. Años después ella...