La única voz en la tierra [Vixx]

Buenas noches

Cuando mis lágrimas se agotaron y mi respiración se normalizó, Leo me dio la mano y me ayudó a ponerme de pie.
—Te presento a mi sobrino, su nombre es Hyuk.

Yo había olvidado que él estaba ahí cuando empecé a llorar. Ambos hubieran notado la sangre acumulándose en mis mejillas si la noche no hubiese estado tan oscura. La luna y las estrellas se encontraban ocultas por gigantescas nubes negras.

—No parece tu sobrino. —Aún desconfiaba de este chico. El hecho de que no se hubiera asustado de mi era casi irreal.
—Es el hijo de mi hermana mayor y vive conmigo hace unos meses.
—Hola. Mucho gusto. Mi nombre es Hyuk. Disculparme si te asusté hace un rato— Me dio la mano y yo le correspondí el saludo asintiendo levemente la cabeza. Aunque su parecido con Leo no era muy notorio podía darme cuenta que ambos eran realmente atractivos. Bueno para alguien como yo, todos los humanos poseen una belleza envidiable.

Comenzamos a caminar y mis ojos escapaban el camino por el que ambos me guiaban para poder observarlos. No dejaba de pensar en el encuentro que tuve con Hyuk, él en verdad era real. La primera persona que me ve y sin embargo no me rechazó. Tampoco dejaba de invadirme la felicidad de haber encontrado a Daniel y estar finalmente junto a él. Pensamientos esperanzadores me invadían cuando llegamos a una gran casa color gris
—¿Ahora vives aquí? —Pregunté impresionada sin pensar que Leo me escucharía.
—Me mudé hace 10 años. Tuve que ahorrar mucho para lograr construir este lugar. —La puerta se abrió cuando Daniel introdujo una clave en el teclado junto a la puerta. Esto sí que era un lujo comparado con la pequeña casa abandonada en la que tomé mi siesta.
—Adelante. —Leo nos hizo un gesto con la mano para que entráramos. La casa se encontraba con todas las luces encendidas revelando una sala muy amplia y acogedora. Me siento feliz por Leo. Su gran esfuerzo le permitió tener un lugar tan increíble como este.

Luego de que Daniel cocinara rápidamente la cena, los tres nos sentamos juntos en el largo comedor. Me incomodaba que pudieran observarme con claridad en aquel ambiente casi tan iluminado como mi cuarto en prisión. Sin embargo, las luces tenían un color ámbar que le daba al lugar una bella sensación de calidez.

—¿Te gusta este lugar? —Preguntó Leo con una mirada que me paralizó 2 segundos.
—Es hermoso pero.. ¿Porque viven los dos juntos en este lugar tan apartado? Pregunté mientras comíamos un platillo que ya había probado antes pero que nunca había disfrutado.
—Hyuk no tenía donde quedarse este año porque perdió la fecha de inscripción a la universidad.
—Es que no me puedo decidir qué es lo que quiero estudiar. —Argumentó Hyuk.
—¿En serio es tan difícil elegir?
—No lo es. Lo que sucede aquí es que Noah es un vago.
—¡No lo soy! —Se quejó.

No pude evitar reírme ante su tonta discusión. Incluso podía sentir lo cercano que eran aquellos dos. No sé desde cuando comprendo esta clase de sentimientos. Parece que a veces es más fácil sentirlo que explicarlo.

El resto de la cena transcurrió con miles de preguntas sobre mí. Preguntas sobre mi como llegué al ría, si me sentía cansada, que es lo que me gustaría hacer mañana, etcétera. Luego de la cena Leo me enseñó el resto de la casa y me volvió a repetir que podía vivir aquí. Que me sintiera cómoda y haga uso de la cocina cuando quiera. Finalmente me dirigió a un cuarto con paredes celestes y una gran cama con sábanas blancas.
—Esta es tu habitación. ¿Te agrada? Tiene un baño y hay algo de ropa que puedes usar en los cajones. Luego te conseguiré más. La habitación de Hyuk está al lado y la mía al final del corredor. No dudes en buscarnos si necesitas algo.
Aún temerosa de que todo fuera un sueño, me acerque a él y agache mi cabeza. —Gracias por todo. Hoy soy más feliz que nunca.

Él colocó su mano sobre mi mejilla. Agradecí en mi mente que mi estatura no le permitiera ver mis ojos contenidos en lágrimas. —Que pases buenas noches. Nos vemos mañana. —Dijo con la voz que tanto adoro.